Elodie Icewind
Cuando desperté a la mañana siguiente Seren se encontraba merodeando por mi habitación. Revisaba los cajones del tocador, los vestidos dentro de mi armario, y se paró a ver las vistas del reino desde las ventanas.
Las cortinas blancas dejaban paso a un sol abrumador que chocaba con mis ojos, aún débiles por la oscuridad del sueño. Tardé varios minutos en adaptarme a la claridad que atravesaba la fina tela.
—¿Has encontrado algo que de tu agrado? —Pregunté perezosa y con voz adormecida, viendo cómo miraba con detenimiento las joyas guardadas en una pequeña caja en mi tocador.
Seren giró la cabeza con una sonrisa ladeada en los labios, cerrando la tapa de la caja.
—Tengo que entretenerme de alguna manera. Verte dormir es aburridísimo.
Fruncí el ceño.
—¿Te has quedado aquí toda la noche?
—Por aquí, por allá, el castillo es más interesante de noche. ¿Qué esperabas? —Preguntó ante mi rostro confuso— ¿Qué me fuera a mi maravillosa casa al otro lado del continente y estuviera aquí a primera hora de la mañana?
Me encogí de hombros.
Aún adormecida me levanté vestida con un camisón claro de color azul. Los ojos de Seren se detuvieron a observar cada uno de mis movimientos hasta que quedé frente al nuevo espejo colocado al lado del armario.
—¿Por qué debería confiar en ti? —Le miré a través del espejo—. Has aparecido de la noche a la mañana, y solo porque digas que me han robado los recuerdos no significa que sea la verdad.
Mi pregunta le pilló desprevenida.
Resopló desde el otro lado de la habitación, todavía junto al tocador.
—Si de verdad crees que esto es una trampa...—se acercó— ¿Por qué no sales huyendo y le cuentas a tus queridos guardias sobre nuestro último encuentro? Estarán encantados de detenerme.
Con su rostro más cerca del mío y la luz del día en la habitación, podía ver con mayor claridad la cicatriz blanca que decoraba su mejilla. Quise preguntarle que le había ocurrido, pero me reservé la pregunta para otra ocasión.
—Tú misma has debido darte cuenta—empleó un tono más suave—. Recuerdos vacíos, caras borrosas. ¿No hay momentos en los que sientes que te falta algo más?
Mi mente aterrizó en la noche de la muerte de mi madre. Estaba segura de que alguien me había ayudado a llevar su cuerpo al prado y enterrarlo. Incluso que se había quedado a mi lado mientras lloraba sin consuelo alguno. Pero al intentar recordar su rostro una imagen borrosa aparecía en su lugar, igual que la última vez que pensé en aquel día. Igual que anoche cuando Cyran me besó.
Los ojos de Seren proyectaron una victoriosa satisfacción cuando mi rostro le dio la respuesta que mis palabras no pudieron.
—No pretendas que me conoces—pasé por su lado y me senté frente al tocador para comenzar a trenzar mi cabello.
—Te conozco más de lo que crees Elodie—Se cruzó de brazos—. Puedo que incluso mejor que la chica rubia—las palabras estaban cargadas de rencor.
Rodé los ojos con desagrado.
—Su nombre es Alenia, y permíteme dudarlo—le recriminé, molesta por su tono para referirse a ella.
—Como sea—resopló—. Tenemos mucho por delante si queremos que recuperes tus recuerdos.
Me giré sujetando varios mechones.
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La maldad de un corazón puro (LIBRO I)
Fantasy[EN PROCESO] Elodie Icewind es la heredera al trono de Esbenia, su camino para iniciar la venganza que un día prometió a su madre después de morir. Pero una serie de altercados podrán en riesgo los planes que durante décadas ha ido elaborando para c...