Capítulo 10

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Elodie Icewind

Al cruzar la puerta roja del final del pasillo del Caerula Destinatum una sensación fría se acomoda en mi cuerpo. Cierro los ojos y al abrirlos estoy justo allí, junto a las aguas claras del lago, bajo un cielo descubierto de un bonito color azul. Y al otro lado de donde me encuentro está ella, frente a la tumba de mi madre con ojos cerrados susurrando algo que no logro escuchar.

—¿La conocías? —Abrió los ojos con cuidado al oír mi voz—¿Fue ella quien te enseñó este lugar?

—Conocí a alguien cercano a ella—se apartó de la tumba dejando una suave caricia sobre la piedra gris—. Esa persona fue quien me trajo.

Se dirigió hacia las aguas del lago y sumergió las manos dentro para limpiarse la tierra.

—Me alegra que hayas decidido venir.

—En realidad estoy pensado en dar la vuelta—contesté con sinceridad.

Los labios se le curvaron formando una sonrisa apenas visible.

—Hubo mucha gente que la quiso ¿sabes? A tu madre—se levantó dejando caer el agua de sus manos, que luego secó en sus pantalones.

—No pareció importarle a nadie que fuese asesinada—dije con un tono defensivo.

Su mirada cayó al suelo de inmediato.

—Lamento que pienses que esa es la verdad.

—Es lo que todos demostraron—dije con la voz cargada de rencor—. Si alguien se hubiera preocupado lo más mínimo por ella quizás ahora estuviera viva, o al menos se hubiera conseguido obtener justicia por su muerte, pero ¿acaso alguien vino cuando supieron lo que ocurrió? —Mi voz comenzó a delatar mi estado de ánimo—. ¡Alguien sabe que yo enterré a mi madre, que arrastré su cuerpo por toda la ciudad para poder despedirla como se merecía! —Una lágrima me traicionó deslizándose por mi mejilla.

Sus ojos se mostraban arrepentidos.

No me importaba. Porque a nadie le importó la pesadilla que le tocó vivir a mi madre. Nadie se preocupó ni luchó por su muerte, ni mucho menos se preocuparon por mí más tarde. Ni siquiera se aseguraron de que no sufriera el mismo destino que ella. No solo me abandonaron a mí, primero le abandonaron a ella, y es algo que jamás perdonaré.

—Sé que lo que has vivido ha sido duro, pero te prometo que nadie se ha olvidado de ti o tu madre.

—¿Por qué debería creerte? No haces más que jurar, pero aún no has dicho ni una sola palabra.

—¡No puedes hacerte la idea de cuánto tiempo llevo esperando este momento Elodie! —Frunció el ceño—Durante años he intentado venir a buscarte, pero nada es tan fácil como crees.

—¿Se necesitan más de cien años para sacarme de este lugar?

Suspiró con cansancio.

—Te contaré una historia, ¿quieres sentarte? —Tomó asiento en una de las grandes rocas que rodeaba el lago.

—Estoy bien aquí.

Asintió.

—Esta historia no tiene un final feliz, tal vez pudo tenerlo, pero no podemos hacer nada contra lo que ya está escrito. Te contaré la historia de una joven que lo dejó todo para salvar a su reino. Una princesa que dejó atrás a su familia, a su pueblo y ocultó a su gran amor y único amor.

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La maldad de un corazón puro (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora