Capítulo 7 - El Lobo Mayor

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La mañana había sido tranquila

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La mañana había sido tranquila. Me levanté temprano, deseando un día normal en el instituto. Agatha se ofreció a llevarme, y acepté su oferta para evitar el tenso trayecto con Gareth. Aunque él no estaba feliz con mi decisión, no tuvo más remedio que aceptarlo.

Las clases pasaron rápido. Primero tuve Literatura, una asignatura que siempre me había gustado, pero hoy mi mente estaba en otro lugar. Pensaba en lo que Gareth me había dicho la noche anterior, sobre los cazadores y el peligro que representaban.

En el receso, me dirigí a la cafetería. Ahí, vi a Scott y Patrick sentados en una mesa, hablando animadamente. Rápidamente me acerqué a ellos.

—¡Hola, chicos! —dije, tomando asiento junto a ellos.

—¡Hey, Stella! —Scott me saludó con una sonrisa, mientras Patrick me hacía un gesto de bienvenida con la mano.

—¿Y Samira? —pregunté, extrañando no verla con ellos.

—Está ocupada con su hermano y su padre —explicó Scott—. Tienen algo importante que hacer hoy.

Nos quedamos hablando un rato, riéndonos de cosas triviales y disfrutando del receso.

—Después de clase, tenemos una reunión, ¿verdad, Scott? —dijo Patrick, dándole un codazo a su amigo.

—Sí, después de clase —respondió Scott, sin añadir mucho más.

—¿Qué tipo de reunión? —pregunté, mi curiosidad encendida por el tono misterioso en sus voces.

Patrick y Scott intercambiaron miradas rápidas antes de que Scott respondiera.

—Es algo extraescolar, nada importante —dijo Scott, tratando de restarle importancia con una sonrisa.

La respuesta fue vaga, pero decidí no insistir. Tal vez solo era una reunión de algún club o grupo del que no formaba parte.

Las clases finalmente terminaron. Mientras caminaba hacia la salida, vi a Gareth esperándome afuera, montado en su moto. Su presencia era imponente, atrayendo miradas curiosas de los demás estudiantes.

Sin decir una palabra, me acerqué y me subí a la moto. Gareth arrancó, y pronto estábamos en camino hacia su casa. El viento frío me golpeaba la cara, pero la calidez de su cuerpo frente a mí era reconfortante.

Llegamos a la casa rápidamente. Bajé de la moto y dejé mi mochila dentro antes de volver a salir. Gareth ya estaba listo, esperándome para llevarme a ver al lobo mayor y al alfa.

—¿Estás lista? —preguntó, sus ojos fijos en los míos.

—Sí —respondí, tratando de ocultar mi nerviosismo.

Nos dirigimos hacia el bosque, donde la luz del sol se filtraba a través de los árboles, creando sombras inquietantes a nuestro alrededor. El silencio solo era roto por el crujir de las hojas bajo nuestros pies.

Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora