Capítulo 8 - Ritual de Bienvenida

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Caminaba sola por el bosque, los árboles altos y oscuros creaban sombras que se alargaban a mi paso

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Caminaba sola por el bosque, los árboles altos y oscuros creaban sombras que se alargaban a mi paso. El sendero que seguía me conducía a la casa del lobo mayor. Necesitaba respuestas y esperaba que Grayson Foster estuviera dispuesto a hablar sobre el pasado, sobre mi madre y sobre todo lo que siempre me mantuvieron en la oscuridad.

Nunca entendí por qué me mantuvieron en la ignorancia. Incluso siendo una niña pequeña, merecía saber la verdad. Mi nacimiento fue un error para muchos, una mancha en sus planes. Nadie estaba de acuerdo con que mi madre me tuviera. Me enteré de esto después de su muerte. Las mujeres que me cuidaron hasta que pude valerme por mí misma me lo contaron, y aunque su cuidado fue deficiente y me trataron como una carga, al menos me dijeron eso.

Alejarme de ese lugar fue un alivio. Cada noche, antes de dormir, miro la luna. Me recuerda a mi madre. Ella se sentaba cada noche a hablar con la luna, como si fuera su confidente, su guía. Ahora, cuando la miro, siento que estoy conectada con ella, como si la luna me devolviera su presencia. Cuánto te extraño, madre...

Al salir del bosque, llegué a la comunidad de la manada. Hoy, el lugar parecía más tranquilo, con menos gente que la que vi ayer. Las casas estaban esparcidas de manera desordenada, cada una con su propia historia y carácter. Continué caminando hacia la casa del lobo mayor.

De repente, alguien gritó mi nombre. Me giré para ver al chico que había sujetado a Becca durante nuestra pelea. Corría hacia mí, su cabello negro ondeaba con la brisa.

—¡Hey! ¿Cómo estás? —me saludó con una sonrisa, terminando de acortar la distancia entre nosotros.

—Hola, ¿James, cierto? —le respondí, tratando de recordar su nombre correctamente.

—Sí, soy yo —dijo con una sonrisa—. ¿Cómo has estado después de lo de ayer?

—Lo de ayer no fue nada —respondí, señalando el moretón en mi mejilla—. Solo me dejó uno que otro recuerdo.

James hizo una mueca de comprensión.

—Mi hermana suele ser un poco intensa.

—¿Tu hermana? —pregunté, sorprendida.

—Sí, Becca —aclaró—. Se pasa de la raya a veces.

—Me di cuenta —respondí con una sonrisa sarcástica.

James señaló la comisura de su labio, donde había un corte reciente.

—Yo también llevé mi parte —comentó.

—¿Tu hermana también te golpeó a ti? —pregunté, abriendo los ojos con sorpresa.

James sacudió la cabeza.

—No, esto no fue Becca. Fue otro intenso.

—¿Gareth? —aventuré, casi segura de mi suposición.

Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora