¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Odette Malfoy era una adolescente, hermana menor de Draco Malfoy y una reconocida Slytherin. Era famosa en Hogwarts no solo por su apellido, sino porque todos los hombres de la escuela querían salir con ella. Sin embargo, nadie había logrado conquistar su frío corazón... hasta que llegó él.
Theodore Nott era un chico con una apariencia completamente fría y sin sentimientos, pero tenía un alma amorosa, especialmente cuando se trataba de Odette. La rubia era una persona muy estudiosa y autoexigente. Cada vez que el agotamiento era demasiado para su pequeño cuerpo, Theodore siempre estaba ahí para ella. Como aquella vez en la que se quedó hasta tarde en la biblioteca, trabajando en un ensayo de Pociones. El cansancio finalmente la venció y se quedó dormida sobre los libros.
Al despertar, se encontró en su propia habitación. Desconcertada, le preguntó a Isobel MacDougal, su compañera de cuarto y amiga, cómo había llegado allí. Isobel le contó que fue Theodore quien la llevó en medio de la noche. Aparentemente, él había pasado por la biblioteca y al verla dormida, decidió cargarla hasta su dormitorio para que descansara adecuadamente. Este tipo de gestos no eran inusuales para Theodore cuando se trataba de Odette, aunque los demás lo consideraban distante y reservado.
Con el tiempo, Odette empezó a notar más esos pequeños detalles de Theodore. Aunque él no era de expresar sus sentimientos abiertamente, sus acciones hablaban por sí mismas. Cada vez que ella se sentía abrumada por sus estudios o las expectativas de su familia, Theodore aparecía con algún gesto de apoyo: un libro que sabía que ella necesitaba, un té caliente para ayudarla a relajarse o simplemente su presencia silenciosa, brindándole consuelo sin necesidad de palabras.
El vínculo entre ellos se fue fortaleciendo, y poco a poco, el frío corazón de Odette comenzó a derretirse. Descubrió que detrás de la apariencia fría de Theodore, había un joven con un gran corazón y una devoción silenciosa hacia ella. Los momentos que compartían, aunque a menudo eran breves y discretos, se convirtieron en los más valiosos para Odette.
Odette y Isobel caminaban por los pasillos de Hogwarts, sus capas de Slytherin ondeando a su paso. Los estudiantes se apartaban al verlas, tanto por respeto como por temor. Odette, con su largo cabello rubio y su expresión serena, contrastaba con la vivacidad de Isobel, cuyos ojos chispeaban con una mezcla de travesura y determinación.
—No puedo evitar pensar en Theodore —confesó Odette, mirando al suelo mientras caminaban—. Me asusta la idea de que me guste. Es el amigo de mi hermano, y sabes cómo es Draco.
Isobel bufó y le dio un leve empujón amistoso a Odette en el brazo.
—Olvídate de Draco. Tú mereces ser feliz, y si Theodore te hace sentir bien, deberías arriesgarte. A veces, hay que ignorar lo que piensen los demás, incluso si es tu propio hermano.
Odette frunció el ceño, mordiéndose el labio inferior mientras consideraba las palabras de su amiga.
—¿Y si Draco se entera? Puede ser muy... protector.
