Deva Caleruega, a sus 16 años, se había convertido en la joya del deporte español. En los Juegos Olímpicos, había logrado lo impensable: ganar la medalla de oro en gimnasia artística. Su gracia, precisión y la impresionante coreografía que había realizado en la final la llevaron a la cima. Los titulares en toda España hablaban de la nueva promesa del deporte nacional, y su nombre resonaba en cada rincón del país.
La fama no tardó en llegar. Tras su regreso de los Juegos, Deva fue recibida como una heroína en Madrid, con banderas, pancartas y miles de personas que se agolpaban en las calles para celebrar su victoria. Entre las numerosas invitaciones y reconocimientos, una en particular destacaba: una cena exclusiva junto a otros medallistas olímpicos para conocer a los flamantes ganadores de la Eurocopa. Era un evento de lujo, organizado para honrar a los mejores deportistas de España.
Deva llegó al evento algo nerviosa. A pesar de su reciente éxito, era joven y, en cierto sentido, aún no se acostumbraba a este mundo lleno de flashes y atención mediática. Vestía un elegante vestido azul, sencillo pero refinado, que resaltaba su juvenil frescura. Al entrar en el salón, vio a varios de sus compañeros deportistas, pero su atención se desvió rápidamente al grupo de futbolistas al otro lado de la sala. Ahí estaban los héroes del fútbol español, las estrellas que acababan de conquistar Europa.
Entre risas y aplausos, Deva sintió que alguien se acercaba. Cuando se giró, se encontró cara a cara con Lamine Yamal, uno de los más jóvenes y talentosos futbolistas de la selección española. Él la reconoció al instante.
—Deva Caleruega, ¿verdad? —dijo Lamine, con una sonrisa encantadora. Su voz mostraba sorpresa, pero también admiración.
—Sí —respondió ella, algo tímida, sin saber bien cómo reaccionar—. Y tú eres Lamine, ¿cierto?
—Exactamente. He visto tu actuación en los Juegos Olímpicos. ¡Fue increíble! No podía creer lo que hacías en el suelo. Eres una verdadera campeona —respondió Lamine con entusiasmo. Sus palabras eran sinceras, y su mirada irradiaba un respeto que hizo sonrojar a Deva.
—Gracias. Eso significa mucho, viniendo de ti —contestó ella, tratando de controlar los nervios.
A pesar de estar rodeados de tantas personalidades importantes, ambos se quedaron conversando. Lamine le contó sobre su experiencia en la Eurocopa, y cómo era estar bajo tanta presión desde tan joven. Deva, por su parte, le relató cómo había sido prepararse para los Juegos y la emoción indescriptible de ganar la medalla de oro. Descubrieron que, aunque sus deportes eran muy diferentes, compartían muchas emociones y desafíos.
—Es extraño —dijo Lamine en un momento—. Siempre soñé con ganar un torneo con la selección, pero cuando lo logras, te das cuenta de que la verdadera emoción está en el camino. En el sacrificio, en el esfuerzo. ¿Te pasa lo mismo?
Deva asintió, pensando en las largas horas de entrenamiento, las lesiones, y los días en los que pensaba que no lo lograría.
—Sí, es exactamente eso. Ganar es increíble, pero lo que más te llena es todo lo que has pasado para llegar ahí.
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FanfictionONE ✶. SHOTS ★ ❛ Donde yo hago One shots porque soy muy perezosa para hacer una historia •♡ ࿐se aceptan pedidos