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"Yo sí quería que fueras tú, pero tú no querías que fuera yo"

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𝓓𝓮𝓼𝓮𝓪𝓻:

𝓠𝓾𝓮𝓻𝓮𝓻 𝓪𝓵𝓰𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓷𝓸 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓮 𝓹𝓪𝓼𝓪𝓻 𝓸 𝓷𝓸 𝓮𝓼 𝓹𝓻𝓸𝓫𝓪𝓫𝓵𝓮 𝓺𝓾𝓮 𝓹𝓪𝓼𝓮.

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Pero, y sí pasara?

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Era una noche fría en Manhattan, sin embargo el ruido no paraba, especialmente esa noche, porque Carlos Sainz presentaría su última obra titulada "Dos corazones irlandeses".

Lando bajó del taxi, con su corazón apunto de explotar, tenía la ilusión de que Carlos confesaría su amor por él, y así quedarían juntos. Se había enamorado de él cuando lo conoció, era un hombre guapo sin duda alguna, y después de casi un año, esperaba que Carlos lo notara, viera lo que de verdad valía y se enamorara de él.

Se acercó a la acera y dirigió su mirada hasta el Ferrari se había parado frente a él. Pronto, del auto salió el pelinegro. Sus miradas se cruzaron y Carlos le regaló una sonrisa coqueta para después ir a donde las personas y periodistas.
Lando sonrió tímidamente y alcanzó a dejar ir un suspiro.

El taxi avanzo, haciéndole recordar a Lando que había dejado en el asiento el paño de su traje.

—¡Alto! ¡Espera! —grito mientras corría atrás, pero el conductor no paró —Mi pañuelo! —suspiró, se acomodó su traje y avanzó hacia donde estaba Carlos intentando olvidar lo que acababa de pasarle.

—Hola, precioso —dijo Carlos mientras lo tomaba de los hombros y dejaba un beso en su mejilla. El chino comenzó a sentir sus mejillas calentarse.

—Hola —suspiró —T-Te ves muy guapo —completó.

—Gracias —sonrió para después acomodar su cabello —¿Acabas de llegar? 

—S-Sí, tuve un inconveniente y cuando me di cuenta, ya era tarde.

El inconveniente en cuestión era que Lando se probó todos sus trajes para ver cual le favorecía más, se puso los más de veinte trajes que tenía más de dos veces cada uno, pero al final, ninguno le terminó de agradar y se fue corriendo a la tienda por uno. Luego su cabello estaba hoy sin control, y sentía que se veía mal.

—¡Carlos! ¡Carlos! —gritaron las personas en la alfombra roja.

Ambos voltearon, pero enseguida Carlos se volvió a él.

—Dame un momento, por favor —dijo, y se fue antes de que pudiera contestar.

Aquellos reportaros lanzaban preguntas sin parar, Carlos contestaba y Lando veía fuera de todo. Realmente no le importaba que lo hubieran dejado así, bueno, solo él sabía que quién tenía que estar en la alfombr roja, mientras personas importantes en el mundo de la escritura le preguntaban cosas, era él. Pero sonrió por ver así de feliz al pelinegro.

—Un segundo, les diré algo —dijo Carlos, Lando subió su mirada, la cual se encontró con la del primero —No habría hecho nada sin este espectacular hombre. Es un gran escritor y además, mi editor —sonrió —Lando Norris.

Lando se unió a él, y continuaron contestando algunas preguntas durante unos minutos. Eso fue entretenido para Lando, ya que él contestaba las preguntas más complejas.

Deseo ‖ 𝐋𝐀𝐍𝐃𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora