RWBY: Una Nueva Pieza Entra Al Juego

Capitulo 36

Si hubiera una forma de describir el lugar en donde Emerald y Mercury se encontraban, posiblemente sería como la encarnación de todo el mal. Las tierras Grimm eran el reino donde residía Salem, la señora y ama de todos estos seres que acechaban a toda la humanidad de Remnant. Todo el terreno era un páramo rocoso y estéril; incluso el cielo, el cual tenía un tono magenta y rojo sangre antinatural que cubría todo a su pasó y generaba un ambiente de pesadilla para cualquiera que lo viera. Mientras que los cristales púrpuras de colores similares salpicaban el paisaje y parecían haber surgido violentamente del suelo hace mucho tiempo.

Los Grimm caminaron libremente por toda el área, emergiendo y 'naciendo' en grandes cantidades gracias a la existencia de grandes charcos de una sustancia completamente negra y viscosa, los cuales dieron origen a un sin número de Beowolves de gran tamaño, los cuales se sumaron a la cantidad abismal de sus compañeros que se encontraban en el lugar.

Todo esto podía ser visible a través de una de las ventanas en donde Emerald y Mercury se encontraban presentes.

Hasta el chasquido de unos dedos llamarán su atención. Acatando la orden y posicionandose detrás de su ama, la cual se encontraba sentada en una sala de reuniones del enorme castillo donde actualmente residian. Una inmensa mesa construida con el mismo material que los cristales del exterior era lo único presente, al igual que las sillas esparcidas a su alrededor y las diversas personas que se encontraban en el lugar. Los cuales fueron visibles gracias a la luz natural que los cristales proporcionaron en el lugar.

Cinder había cambiado mucho desde los acontecimientos de la torre. Gran parte de su largo cabello suelto había sido quemado en la misma batalla, al mismo tiempo que fue acomodado en un intento de ocultar la perdida de su ojo izquierdo y la presencia de una enorme cicatriz en forma de X que abarcaba gran parte de su rostro.

Su sensual y llamativo vestido fue remplazado por un vestido suelto en su tono favorito de rojo, dividido en la cadera del lado derecho para revelar sus largas piernas cubiertas por medias negras. Solo su hombro derecho permanecía desnudo, mientras que una pequeña abertura en forma de ojo de cerradura revelaba su tatuaje, terminando con una manga ancha que cubría en su totalidad la falta de su brazo izquierdo, el cual, al igual que su ojo, fue una de las tantas cosas que perdió la noche que se hizo con los poderes de la doncella.

"Sí, sí, intenta mantener a tu… grupo bajo control". Murmuró el hombre sentado frente a ella, con su voz llena de petulante desprecio.

Mercury frunció el ceño y dio un paso hacia adelante, pero solo fue detenido por Emerald antes de que planeara poner su pie en la cabeza del hombre.

El hombre vestía como un caballero, luciendo una gabardina larga de color gris, guantes vino sin dedos y un traje completo, el cual consistía en pantalones grises, una camisa de vestir amarilla, saco vino e inclusive una corbata negra alrededor de su cuello. Aparte de su cabello bien cuidado, su mayor atractivo era su impresionante bigote, el cual no lograba ocultar la mueca de desprecio que se dibujaba en su rostro.

"¿Oísteis eso?". Preguntó a las otras dos que se encontraban sentadas a la mesa. "Silencio, algo de lo que no disfrutaba desde el momento en que nos conocimos, estoy a punto de darle las gracias a la niña que te hizo esto"

"Si yo fuera tú". Comenzó a decir el hombre que estaba sentado al mismo lado de la mesa que Cinder. Llevaba un chaleco blanco sin mangas y pantalones a juego. Su cabello castaño estaba atado en una sola trenza larga. No estaba sentado en su silla, sino encaramado en ella como una gárgola, mientras una sonrisa enorme y retorcida se dibujaba en su rostro. "La cazaría, la encontraría y… bueno… ella te quitó el ojo, ¿No?

Cinder apretó los dientes y frunció el ceño mientras él se echaba a reír histéricamente, claramente incapaz de controlarse. Ella luchaba por hablar; aunque lo único que logro escapar de su boca fueron algunos gemidos susurrados. La batalla contra Ruby le había costado mucho.