Capítulo 16: Segunda Historia. (Pt2)

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Maratón, 1/2.

Al día siguiente ya era domingo, muchas familias estaban emocionadas por un día más de misa, y más porque ya se acercaba el día del nacimiento del Niño Jesús.

Las calles de aquel condado estaban repletas de nieve, aquel hermoso espíritu era algo inigualable ante todos los eventos.

Jacob se levantó temprano e hizo su propio desayuno, que consistía en unos huevos revueltos y una malteada de fresa que había en el refrigerador, dudó si beberla o no, no sabía cuantos días tenía de hecha, pero prefería tomarla antes que a un “batido de proteínas de dudosos ingredientes” de su tía.

Esta, por supuesto, le regañó por no esperar a que los demás despertaran, y más por el hecho de que un hombre no hace desayunos.

Tía, mamá me enseñó a cocinar varias cosas desde hace un tiempo, no tiene nada de malo. Si me permites, también puedo cocinarte algo delicioso a ti y a Sasha. — le había dicho, pero aun así, ella lo tomó de mala manera.

Como castigo por hacer actividades que le corresponden a una mujer le ordenó sacar nieve del portón del hogar hasta que llegó el tiempo de darse una ducha y salir de la casa para dirigirse a la iglesia. Hizo lo encomendado sin ningún pero, por lo general, en estas fechas él hacía lo mismo ayudando a su padre.

La misa no fue nada fuera de lo normal, ya estaba adaptado a ir y era feliz por hacerlo. Le gustaba sentir que Dios estaba con él en todo momento, y que por más que el mundo actuara en su contra, él lo apoyaría.

—Amén. — recitaron todos al unísono para así darla por terminada.

Algunos salieron de la iglesia y se dirigieron a sus casas, otros, como los familiares de Jacob, se quedaron algo cerca del lugar; en un parque que quedaba a la vuelta de la esquina.

—Jake, ¿cómo estás? — saludó la pequeña Maia que caminaba hacia él con una pequeña sonrisa, esta usaba un largo vestido de flores que le hacía recordar a la época victoriana, lástima que un largo abrigo de piel lo cubriera.

—Supongo que bien, — respondió mientras le devolvía el gesto curvando un poco sus labios, observó el lindo gorro que la chica portaba, le encantaba el estilo que esta poseía. —¿tú, cómo estás?

—Bien, hoy mis padres me trajeron a misa, me siento renovada. ¿Sabes? Hace unos días hablé con Stan, creo que le he comenzado a gustar.

Jacob se sorprendió un poco de aquellas palabras soltadas como balde de agua fría. Sabía que si en algún momento Stanley comenzaba a sentir una atracción amorosa por Maia, entonces se lo diría, pero aquella muchacha solo formaba parte de vagas conversaciones que tenían y aquel rubio junto a él solo la veían como una buena amiga.

—Eso es… ¿Bueno? 

—Mucho más que bueno, — dijo ella. —no pensaba que tendría este tipo de oportunidades con él. Aunque mis padres no lo aprobarían, dicen que es afeminado por su trascendencia coreana. — rio un poco, cabizbaja. —Aun así, no me interesa.

—A ti realmente te gusta Stanley.

—Es la primera vez que siento algo así.

Rieron sintiendo incomodidad por ambas partes, nunca tenían conversaciones de este tipo, aunque le agradaba ver a su compañera con esa linda sonrisa que acompañaba su rostro, no podía dejar de pensar que Stanley el día de su cumpleaños le confesó que comenzó a gustarle un chico que veía cada semana en la granja de sus padres.

Por supuesto, primero el chico se sintió paranoico porque nunca le había gustado alguien de su mismo sexo, y mucho menos que sucedería a esa edad, cursando esos momentos de descubrimiento por la que pasa cada persona antes de llegar a la etapa de la adolescencia.

La Belleza De Volver A Encontrarte [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora