Capítulo 17: Segunda Historia. (Pt3)

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Maratón, 2/2.

—¿Yo? — Jacob se señaló. — ¿Y tú? — señaló a Maia. —¿Juntos? — unió sus manos.

—¡Ya lo hablamos! — respondió notándose molesta. Cansada de toda la situación, cerró fuertemente sus ojos intentando obtener paciencia que mágicamente podía caer del cielo, sin tener consciencia de que estaban bajo techo. —Solo debemos hablar con tu tía.

Jacob hizo una mueca de desagrado al recordar que esa mujer también existía en el mismo mundo que él. Cuando habló por llamada con sus amigos no pensaba que iban a llevar a cabo el desastroso e inútil plan, en realidad le parecía algo que Maia no haría. Toda su esperanza de que no se atreverían se tiró por la ventana cuando aquella adolescente llegó al hospital en el justo momento en donde él le hacía una visita a su padre a través de un cristal.

—A ti te gusta Stanley, deja de hablar estupideces. Además, eres fea, asco. — sacudió sus manos negando, haciendo unos intentos de arcadas mal hechas y salió hacia el pasillo del hospital.

Maia no dudó mucho y lo siguió.

—¡Es por tu bien! — le dijo, nunca pensó tener que discutir sobre este tema y pensaba que su dignidad se iba a la basura.

—No necesito que me salves, gracias. 

—Jake, ya somos demasiado grandes como para comprender la situación, mira todo el tiempo que ha pasado. No sabemos si volverán a cerrar las fronteras debido a la pandemia y te quedarás aquí para siempre, no queremos esto para ti. — comenzaba a desesperarse viendo la resistencia de su amigo. —Lo peor que puede pasar es que no nos crean, no perdemos nada intentando, también si quie-

—Te quiero como una hermana, — habló Jacob, interrumpiendo. —¿qué pasará si de verdad me empiezas a gustar?

—Pues te tendrás que aguantar porque no pienso salir en serio con alguien como tú, también eres feo. — se cruzó de brazos y sacó su lengua, intentaba verse intimidante.

—Qué asco si tengo que besarte, me contagiarás piojos por la boca. — murmuró el chico mientras negaba con rapidez. —No, no puedo hacerlo, no quiero quedar calvo y sin lengua.

—¡Jacob! — Maia se quejó, comenzaba a perder la paciencia y era notorio cuando no lo llamaba por su apodo. —Si sale bien solo será hasta que lleguemos a Estados Unidos y tu tía se quede aquí, tu padre está mejor y ya casi lo darán de alta. Además, ¡no tengo piojos!, ¡y tampoco se contagian por un beso!

Parte de lo que decía Maia era cierto, si Jacob ponía de su parte y dejaba de abstenerse pronto regresaría a Estados Unidos, era cuestión de tiempo de que a su tía no se le ocurriera llevarlo de nuevo a una iglesia con clases de reorientación.

—Está bien, — aceptó. —¡pero sin besos!

—¡Ni siquiera quiero besarte, pulgoso!

—Habla la que tiene piojos. — cruzó sus brazos actuando burlón ante la mala cara que le ofrecía su amiga.

—Eso fue hace mucho tiempo. — se defendió.

—Fue cuando tenías catorce, recuerdo que me llamaron para decirlo.

—¡Este año cumpliremos dieciséis! Y bueno, si pudimos controlar a esos bichitos.

—No creo. —Jacob se acercó lentamente. —Aquí tienes uno. — y junto a eso le dio un fuerte golpe en la cabeza, haciéndola chillar de la impresión y el manotazo.

—¡Jake! — se quedó helada al ver el rostro serio del chico, quien observaba sus manos con asombro. —¿Lo mataste? — interrogó mostrando un semblante preocupado, lo último que quería era tener a mini Jacobs en la cabeza, o algo así era como ella llamaba a aquellos insectos.

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⏰ Última actualización: Jul 23 ⏰

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