Capitulo 1: ¿Quién eres?

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1 de abril del 2018

Jacob dio vueltas en su cama, hace días estaba atravesando por unas grandes noches de puro insomnio. Disfrutar del juego de pelota, pasar el día con padre en su hermosa empresa y las visitas de sus amigos lo tenían agotado, pero a pesar de ello, no había oveja que lo hiciera dormir.

Mamá le había dicho que si contaba ovejas, podría conciliar el sueño.

«¿Debería decirle a Mamá que su dichoso truco no funcionó?» se atrevió a pensar.

—Mejor no. — musitó.

Luego de que la oveja número 478 se tropezara con la valla y las demás hubiesen chocado con ella, ocasionando que más ninguna se atreviera a saltar, Jacob decidió levantarse de su cama.

Se preguntaba qué hora era, y en cuanto miró el reloj despertador se sorprendió muchísimo.

5:30 am.

—Mamá llegará en treinta minutos, pero no tengo sueño. — suspiró desanimado, sabía que en la escuela iba a morir de cansancio, pero aun así, se dispuso a seguir.

Lamentando hasta su existencia, empezó a organizar sus cosas y a acomodar su mochila para dirigirse a la escuela.

Jacob era una persona un tanto especial, a penas con pocos meses de nacido ya sabía articular palabras correctamente, y sus notas siempre eran sobresalientes, era el chico que más rápido construía cubos de Rubik y se calculaba que su coeficiente intelectual era mayor a 131,5.

¡Un niño prodigio! ¡Un infante maravilloso!

Solo había un problema, su inteligencia emocional estaba por los suelos.

No se entendía cuando se emocionaba, ni cuando encontraba algo que le gustara mucho, era como si la vocecita del razonamiento de la cabecita se negara a seguir sintiendo emociones que para él eran absurdas.

Por estas cosas, los señores Scott nunca accedieron en adelantar su curso académico, querían que su hijo menor aprendiera a relacionarse con los demás y a aceptar que expresar sus sentimientos era correcto. No querían a una máquina de hacer deberes, que al final del día sabían que no podía ser feliz así.

El chico terminó más rápido de lo que esperaba, por lo que meditó por unos segundos.

«¿Qué se supone que haga ahora?»

Observó hacia los alrededores de su habitación y se puso en pie para observar por la ventana.

Durante unos días había oído a una joven voz cercana a esta hora, quería descubrir quién era. Era algo misterioso.

Misterio resuelto.

Un niño pequeño se hallaba justamente en la parada de donde pasaba el bus escolar, se encontraba con lo que era su uniforme, lo sabía porque era igual al suyo.

¿Diez años? ¿Menos, más?

Lo cierto era que estaba allí desde muy temprano, demasiado temprano.

¿Dónde se encuentran sus padres?

Lo observó por un largo periodo de tiempo hasta que se dio cuenta de que la señora Scott despertó. En cuanto sintió sus pasos fue rápidamente a hacerse el dormido.

—Mi amor, es hora de despertar. — mencionó la mujer en cuanto ingresó a la habitación, desplegando las cortinas que tapaban la ventana.

El pequeño fue poco a poco levantándose, poniendo a tope su don de actuación.

—¿Qué hora es? — preguntó, simulando un bostezo que sabe que en clases le costaría caro.

—Las seis y dos, — mostraba una sonrisa adorable mientras caminaba hacia la cama del joven. —perdón por esos dos minutos desperdiciados. — dijo besando su mejilla levemente.

El chico negó mientras reía.

«Mamá, si supieras que no he pegado el ojo en toda la noche no estarías tan contenta» no pudo evitar pensar en eso, pero, sin embargo, él quería saber si el chico que había enfrente de su casa aún se encontraba ahí esperando el bus.

La señora observó las tareas de Jacob ya preparadas y enarcó una ceja.

—¿Cuándo hiciste esto? — emitió un gesto de enojo mientras se alejaba. —Siempre te toma mucho tiempo hacerlas.

—Lo hice ayer en la noche, antes de dormir. — se excusó, mintiendo.

Por supuesto que no le gustaba mentir, pero si así se podía evitar un gran regaño, claro que lo haría.

La madre de Jacob siempre fue una persona que confiaba plenamente en la palabra de su hijo, pero el chico tenía notables ojeras y sus expresiones faciales gritaban "no he dormido nada hoy, ni ayer, ni hace una semana, ni nunca", pero decidió darle el voto de confianza.

—Está bien. —dijo, mientras entrecerraba sus ojos. —Vístete y ponte guapo, te espero allá abajo para desayunar y llevarte a la escuela. — culminó, yéndose.

Si al "ponte guapo" se refería al intento de uniforme que daban en la escuela, pues estaría un poco equivocada.

A pesar de eso, en cuanto ella se fue, el pequeño chico se dirigió directamente hacia su ventana.

Pero el otro muchacho ya no estaba presente.

Planeaba decirle a su madre que iría en bus hoy a la escuela, pero fue en vano.

Solo quedaba esperar a que se hiciera de madrugada para estar seguros de que volvería a su respectivo asiento.

Él anhelaba de que sí.

Y así fue.

Jacob se quedó despierto mirando la ventana, mientras le molestaban las cortinas que había detrás de él.

El chico llegó, como ya era habitual.

Eran las tres y cincuenta y uno.

Tomó un cuaderno negro y creó un título grande en la primera hoja.

"DESCONOCIDO: Día uno.

-El individuo llegó a las 3:51 am, aproximadamente.

-No lo vi en la escuela, juro que lo busqué, pero parece que no estudia allí.

-Hoy se sentó en la misma banca de ayer.

Nota: me gustaría conversar con él, hablarle, pero parece solo, y disfruta de ello."

La Belleza De Volver A Encontrarte [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora