𝗨𝗡𝗢

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[N] lavaba como de costumbre en el lavadero de su casa, pensaba cuando sería el día en que ella podría tener suerte en el amor

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[N] lavaba como de costumbre en el lavadero de su casa, pensaba cuando sería el día en que ella podría tener suerte en el amor... A sus cortos 22 añitos de vida se la pasaba viviendo en la desdicha con tanto hombre que nunca le correspondía a su pobre corazón de pollo. Miró la cobija que estaba lavando y le echo más jabón del "foca", a ella venían viejos recuerdos que juró enterrar para ser más optimista en los terrenos inciertos del romance, sus memorias no eran las más deprimentes, aún así le daban muchos desánimos. Al mirar el día soleado pensó en Fang, un cholito de su colonia  que trabajaba en un Cinemex con su amigo Buster, lo conoció en una fiesta a la que asistió con Angelo. El asiático fue el que le dió la experiencia inigualable de lo que es amor a primera vista, tanto así que después de haber hablado con el por varias horas en esa fiesta decidió conquistarlo. [N] estuvo un año tomando clases de  "taekwondo"  en un local del centro, cerca del cine para causarle curiosidad al asiático, porque claro si Fang la veía con su uniforme seguramente pensaría "wow que chica tan misteriosa, entrena artes marciales, es genial y me casare con ella", ¡Claro que no! Por Dios, el pobre chico en ninguno de los 365 días del año cayó en cuenta de la loquita que pasaba por enfrente del cine luciendo su cinta amarilla. [N] soltó un suspiro recordando que todas las pagas que recibía estando de botarga como Dr. Simi en esas épocas se iban en pagar la mensualidad del taekwondo.

──Lo que uno hace por amor──dijo [N] echándole agua a su cobija de tigre. Pensándolo mejor, tal vez no fue tan malo porque fue su "romance" más reciente, inclusive aprendió varias cosas en sus clases y Fang nunca la rechazo directamente, ella solita se saboteo al no atreverse a hablarle más que para pedirle entradas a películas que probablemente también le gustarían al chico.

[N] con todas las fuerzas que poseía se echó al hombro la pesada cobija de color negro con gris y la puso en el tendedero para que se secara rápido a la luz del Sol.

Y así nuestra protagonista recordó varios de sus intereses románticos de su adolescencia, como por ejemplo: "El tuercas " un compañero de su salón en secundaria que trabajaba en el taller mecánico de sus papás, un chico estudioso en la escuela, pero malandrillo en las calles, con fama de hacer trampa en la maquinitas de a peso. El segundo en la lista es "Kevin" el hijo de Doña Carmen, la señora de los tamales, este individuo tuvo un acercamiento más pronunciado a la prota, siendo este el primero con el que pudo tener una conversación de flirteo, lamentablemente jamás sucedió un noviazgo o algo similar. El Kevin le decia cumplidos y piropos cada que [N] iba al puesto, haciendo que ella quedara ilusionada, hasta que se enteró que él nomás lo hacía para que las chicas de la colonia comprarán tamales más seguido y vaya que sí le funcionó durante un buen rato, porque la [N] una vez lo vio pasar en una troca del año junto a la Doña Carmen.

Antes de que [N] pudiera perderse más en sus recuerdos hubo una voz que se coló entre sus oídos despertándola.

──¡[N]! Baja Angelo te vino a buscar.── gritó desde la planta de abajo el papá de [N], la muchacha ni corta ni perezosa bajo de la azotea intentando no tropezarse con sus chanclas hasta que llegó a la sala en donde su papá hablaba con Angelo muy animado.── ya te habías tardado chamaca.

𝐓𝐄𝐑𝐂𝐄𝐑𝐌𝐔𝐍𝐃𝐈𝐒𝐓𝐀 ── 𝑙𝑎𝑟𝑟𝑦 𝑦 𝑙𝑎𝑤𝑟𝑖𝑒 𝑥 𝒓𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora