7.- Conexión.

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Cuando la puerta fue cerrada el silencio llegó a ser agobiante, acompañado sólo por la débil y acompasada respiración de los dos presentes.

Con la mirada perdida en la madera de roble Beomgyu se sintió hiperconsciente de su entorno. Las heridas de sus brazos que había olvidado, ahora escocían dolorosamente, como un recordatorio de que su habilidad de curación estaba estancada por el momento y cualquier herida fatal podría acabar con su vida. Su ropa sucia por la tierra y sangre se había pegado a las zonas lastimadas de su piel, abriendo nuevamente sus heridas cada vez que se movía. Incluso el diario que sostenía en su mano parecía pesar una tonelada.

Casi como la responsabilidad que se cernía sobre sus hombros.

En qué diablos me metí. Pensó arrepintiéndose casi inmediatamente del intrusivo pensamiento.

Tenía que calmarse. Los licántropos eran perceptivos y sensibles a las emociones de los demás, especialmente a las negativas. Y él definitivamente no quería perturbar la presencia contraria de ninguna forma, sobre todo cuando se encontraba en un estado crítico.

No estaba seguro de cuánto más duraría el efecto acónito, pero no quería arriesgarse a que su nerviosismo potenciara el estado agresivo del Alfa, por lo que con una respiración profunda intentó mantener su mente tranquila y proyectar un aura de tranquilidad.

Estabilizadas sus emociones, tomó asiento junto al cuerpo inconsciente del príncipe sintiendo la cama crujir bajo su peso.

Suspiró permitiéndose estudiar el rostro contrario con mayor detalle bajo la luz matutina que entraba por los grandes ventanales. La piel blanquecina y rasgos marcados eran acentuados por el color negro de su cabello, realzando aquel aspecto enfermizo. Incluso sus labios agrietados y ojeras lo hacían lucir mucho más grande de lo que probablemente era. Sin embargo, aún había algunos atisbos de aquel joven apuesto que había sido.

Su mano viajó casi inconscientemente hacia unos mechones que parecían molestar los párpados contrarios, aquellos que resguardaban unos encantadores ojos grisáceos con largas pestañas.

Unos que muy en el fondo, deseaba poder ver nuevamente.

La caricia fue suave y breve, pero pareció enviar pequeñas descargas eléctricas a través de sus dedos. Podría haber jurado que fue su imaginación, sino fuera porque sintió el cuerpo contrario relajarse bajo su toque.

Aturdido por su inusual comportamiento, decidió centrarse en su objetivo principal. Sabía que tenía que establecer un lazo, conectar con el lado humano de Taehyun y protegerlo, la cuestión era, ¿cómo?

Recordaba vagamente una serie de explicaciones del diario que en el apuro del momento había pasado por alto, pero que definitivamente eran importantes.

Lo abrió mientras daba rienda suelta a sus instintos, sintiendo sus ojos cambiar. En el diario, un pequeño dibujo del cuerpo humano marcaba cinco puntos clave en diferentes zonas.

En la coronilla se encontraba la consciencia y un punto de conexión espiritual; entre las cejas, la sabiduría e intuición; en la garganta, la comunicación e identidad; en el pecho, el amor incondicional, la compasión y las conexiones emocionales; y por último, justo debajo del ombligo, las emociones, creatividad y sexualidad.

Más abajo, JM mencionaba que era importante que quien realice el procedimiento, mantenga una conexión completa con su lobo durante el mismo. Debe haber balance, estabilidad. De lo contrario, ambas partes podrían desestabilizarse una a la otra y correrían peligro.

Bien, sonaba sencillo. Y recalco, -sonaba- porque realmente era complicado.

La conexión completa era un estado de plenitud que sólo podía ser alcanzado por unos pocos minutos. Era un momento breve en el que ambas partes (la animal y humana) tomaban el control del mismo cuerpo físico, lo que amplificaba las mejores características de ambos mundos: sentidos, intuición, habilidades, fuerza.

Sons of the Moon - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora