El eco de un fuerte gruñido lo despertó de aquel largo sueño en el que navegó por días. Casi tuvo que obligarse a abrir sus cansados párpados para encontrarse con lo mismo de siempre: oscuridad absoluta.
Sintió el peso del silencio aplastarlo al mismo tiempo que el frío y la soledad se aferraban a aquel cuerpo del que ya no tenía control. Lo único que lo había mantenido cuerdo eran los recuerdos de una vida que añoraba, pero poco a poco también fueron desapareciendo.
El nudo en su garganta lo ahogó cuando se dio cuenta de que ya casi no podía recordar la amable sonrisa de su padre o los cálidos abrazos de su madre.
Quiso llorar, pero se había quedado sin lágrimas hace mucho tiempo.
Aquellas memorias que había intentado salvar se escapaban poco a poco de su mente. Las sintió lejanas, amortiguadas y borrosas, incapaces de ser recordadas como los tesoros que eran. Pronto se irían, caerían al abismo del olvido.
Como él.
Un gemido agónico rompió el silencio cuando un dolor punzante se extendió desde su costado izquierdo por cada nervio de su cuerpo. Era el peor dolor que había sentido en su vida, como si lo hubiesen atravesado con un hierro al rojo vivo y aún lo mantuvieran dentro de su cuerpo quemándolo por dentro.
Diosa, ¿qué diablos estaba pasando allá afuera?
Al parecer el tiempo se le acababa más rápido de lo que pensaba y no se sentía con las fuerzas necesarias para seguir luchando.
Podía decir con certeza que había tenido una vida hermosa rodeada de personas que lo adoraban.
Aún podía recordar vagamente las facciones de su madre, una mujer hermosa sin duda. Cuando era pequeño se había encargado de arrullarlo en las frías noches Trelovianas, acariciando sus cabellos con la dulzura que solo una madre podría tener. Además, era una de las pocas personas que sabía que el príncipe no era tan perfecto como parecía, después de todo había encubierto más travesuras de las que podría recordar.
Algo similar había sucedido con su padre. De niño le encantaba sentarse frente a la gran chimenea de la habitación de sus padres en invierno, escuchaba las historias y aventuras del hombre con admiración antes de ser llevado a su recamara en sus brazos. Podía mostrarse como un alfa serio e inalcanzable, pero todos sabían que su hijo era una gran debilidad. Siempre recibía severos regaños, pero al final lo alentaba a ser mejor y palmeaba su cabeza con una sonrisa gentil.
Le hubiese encantado seguir siendo tan cercano a ellos a medida que fue creciendo pero las obligaciones, deberes y presiones que se sumaban año tras año por ser el próximo heredero al trono lo habían llevado a crear una imagen impoluta y de excelencia.
Le encantaría volver a ser aquel cachorro travieso que había sido. Sin preocupaciones, sin máscaras, sin compromisos.
Pero en su vida no había lugar para sus fantasías y deseos egoístas, el peso de miles de vidas recaía en sus hombros imposibilitando pensar en lo que realmente quería.
Aunque era injusto, después de todo el forzarse a cumplir con el reino lo había llevado hasta el punto en el que se encontraba ahora. Se había separado de su parte animal, había perdido el control de su cuerpo y sentía que iba a desaparecer como cenizas en cualquier momento.
Él tampoco quería casarse con la princesa Han Gaeul, entendía el sentimiento de su terco lobo. Pero, ¿realmente el resentimiento y discordancia era tan fuerte como para confinarlo en aquel lugar?
Taehyun lo dudaba, había crecido con su lobo durante toda su vida y conocía bien su comportamiento terco. Tenía que haber algo más que su rechazo por Gaeul, algo que él no había podido notar.
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Sons of the Moon - Omegaverse
FanficDespués de fingir toda su vida ser algo que no es, Choi Beomgyu encuentra un alivio a su agitada vida en una manada al norte. Pero no duró mucho, y antes de poder acostumbrarse a la calma, su secreto es descubierto y se ve empujado a huir lejos. Ka...