ꜱᴇx ɪᴍ ᴜɴᴛᴇʀʀɪᴄʜᴛ

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En la quietud del aula, Hannibal y tu bostezan con desgana. La clase del profesor se arrastra como una tortuga perezosa, sus palabras rebotan en sus oídos sin dejar huella. La tiza chirriando en la pizarra solo hace que su aburrimiento se intensifique.

Mirándose con complicidad, ambos se deslizan hacia un mundo propio, en donde Hannibal encuentra mas interesante lo que hay debajo de tu falda, mientras que tu, luchas contra los gemidos y gritos que quieres lanzar en estos momentos.

Ambos en cuerpo y mente, hundiéndose en el placer, en sus sillas escolares, en el salón de clases, alrededor de sus compañeros y profesor.

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Te desplomas en tu silla, el monótono zumbido de la conferencia del Sr

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Te desplomas en tu silla, el monótono zumbido de la conferencia del Sr. Willoughby resonando en el cavernoso salón de clases. El aire estaba viciado con olor a tiza y libros de texto polvorientos. Tus ojos revolotearon hacia el reloj sobre la pizarra, cada tictac era una tortura silenciosa, alargando los segundos hasta convertirse en eternidades. Miraste de reojo a Hannibal, que estaba sentado en una inquietante quietud, con la mirada fija en el profesor.

Conocías esa mirada; ojos helados, vacíos de emoción, pero con un destello de astucia que se esconde en su interior, mirando la pizarra y después al Prof. Willoughby, pero su expresión es distante, como si su mente estuviera a kilómetros de donde realmente esta.

Una sonrisa traviesa apareció en tu rostro mientras empujabas la pierna de Hannibal con el pie. Su cabeza gira lentamente en tu dirección, sus ojos se fijan en ti con una intensidad, una sonrisa imperceptible se dibuja en sus labios, revelando un destello de curiosidad depredadora.

Lo acercaste, tu voz era un murmullo apenas audible — ¿Sabes qué haría que esta clase fuera más interesante?

La ceja de Hannibal se arqueó hacia arriba y se inclinó ligeramente hacia un lado, acercando su oreja a tu boca. La pregunta flotaba en el aire, un delicioso secreto entre ambos.

Tu corazón latía con fuerza en tu pecho mientras susurrabas tu audaz plan, observando el destello de diversión en los ojos de Hannibal convertirse en algo más oscuro, algo más peligroso.

Lentamente, casi imperceptiblemente, la mano de Hannibal se deslizó debajo del escritorio y sus largos dedos alcanzaron el dobladillo de tu falda.

La respiración se te entrecortó cuando la tela comenzó a elevarse, revelando la suave piel de la parte interna de tus muslos. La anticipación era algo vivo, un espiral de energía apretándose en tu estómago. La habitación a su alrededor se desvaneció, dejándolos solo a ustedes dos en su clandestina burbuja de deseo.

Cuando las yemas de los dedos de Hannibal rozaron la cálida carne de tu muslo, un escalofrío recorrió tu cuerpo. Te mordiste el labio inferior y el dolor actuó como un jadeo silencioso, la tela de tus bragas se humedecieron de anticipación y tu clítoris comenzó a palpitar de necesidad.

𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭 || 𝐇𝐚𝐧𝐧𝐢𝐛𝐚𝐥 𝐋𝐞𝐜𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora