El frío y la humedad de la habitación contrastaban con el minúsculo y polvoriento rayo de sol que entraba por la ventana, tapiada con grandes trozos de madera. Tian YunKai supuso que afuera hacía calor; por la fecha ya había llegado el verano. Pero él no había visto ni siquiera la primavera. En los meses que llevaba secuestrado sus captores no lo dejaron salir ni una vez.
Las cuatro paredes que lo rodeaban alguna vez habían sido blancas, pero ahora estaban tapizadas con parches de moho negro que volvían el aire difícil de respirar. YunKai solo podía salir para ir al baño; esa habitación era su dormitorio, su comedor y su cárcel.
Su piel había perdido el brillo de antaño, y los huesos de los pómulos le asomaban bajo los ojos que parecían más hundidos en sus cuencas, aunque aún mantenían la fiereza.
Nunca perdió las esperanzas de escapar; tecleando inútiles palabras en una vieja máquina de escribir que le dejaba los dedos en carne viva, pero que era la única forma de recibir algo de comida, recordó el teléfono de disco que había visto en una de sus idas al baño, casi sepultado bajo un montón de periódicos viejos. No sabía si funcionaba, pero vivía para encontrar la oportunidad de usarlo.
Un descuido lo ayudó: uno de sus captores lo creyó dormido y salió a fumarse un cigarrillo. YunKai agradeció su buena memoria mientras discaba en aquel teléfono, que para su fortuna tenía línea, el número al que tantas veces se había comunicado desde su celular. No esperó a oír la voz del otro lado:
—¡Ayúdame, Jiang!
Escuchó los gritos al otro lado del teléfono, y sintió alivio: «aún está vivo», pensó antes de recibir el golpe que lo lanzó al suelo.
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Los enemigos (Finalista Wattys 2024)
RomansaUn francés pansexual y de espíritu libre, capaz de hacer cualquier cosa cuando quiere conquistar a alguien, se encuentra con un chino rígido, con novia y apegado a las reglas. Entre ellos va a nacer una historia de amor imposible, por un secreto que...
