1. Invitada

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Cuando llegaron a la mansión, la hermana menor de la familia estuvo ahí para recibirlos, cordial y con una bella sonrisa en sus labios color durazno.

Solo tendrían que quedarse ahí por algunos meses. Sin nada en particular que hacer, así que le vendría bien tener una amiga con la cual conversar y ponerse al corriente. Su ruso no era exactamente el mejor, así que si ella estaba dispuesta a enseñarle y corregirla estaría muy agradecida para luego enseñarle a Deisuke, su hermano de once años.

La mansión tenía las paredes tapizadas con murales grises y lila, con flores blancas en las mesas y cuadros de paisajes con la misma firma.

—Me gusta pintar —dijo la chica, Himawari—.Mamá redecoró la mansión y me pidió que mis cuadros estuvieran en las paredes. —sus mejillas se habían teñido un poco de rosa, orgullosa y tímida por eso.

—Son realmente hermosas. —halaga, y los ojos azules se agrandaron un poco.

—Tu acento es lindo. —Los invitó a seguirla.

—¿Qué dijo? —Interrogó su hermano en un susurro. Sus ojos verdes miraban a todas partes con desconfianza.

—Ella hizo los cuadros de la casa.  —Respondió tomando su mano. Deisuke había estado entrando a la etapa rebelde y dejando de ser tan amoroso con ella, pero los eventos recientes hicieron que su relación se estrechara.

—Oh, claro. Yo... Puedo hablarles en japonés —Habló la chica—. Para que tu hermano también entienda...

—Sería muy amable de tu parte. —Le sonrió suavemente, y las mejillas de Himawari se tornaron rosas de nuevo.

—Bueno... Mi padre dijo que una de nuestras sirvientas les enseñaría el lugar, pero es mucho mejor que lo haga yo. No me molesta, para nada —los condujo a unas amplias escaleras de color negro, que giraban casi como un caracol—. Estoy de vacaciones en la universidad, así que no salgo mucho de casa y aparte de mi familia no tengo mucho con quien hablar... —sus ojos volvieron a Sarada— ¿Tú estudias?

—Me titulé el año pasado. —sus ojos negros vagaron por el segundo piso, en como los colores cambiaron y ahora era todo casi negro y naranja—Me licencié en ciencias políticas ¿tú? —avanzó a su lado, al final del pasillo a una puerta de caoba de más de dos metros de alto.

Mm, medicina forense  —sonrió—. La familia necesita una. —Sus ojos ahora fueron a parar al niño— ¿Y tú, Deisuke?

—Estoy en sexto de primaria. —Dijo serio.

Sarada sonrió, él intentaba verse genial.

En el lado derecho del pasillo, en una de las últimas habitaciones dormiría Deisuke. Los hombres que se habían mantenido atrás de ellos cargando sus cosas dejaron las maletas del Uchiha menor.

—Ve a ordenar tus cosas. —Le dijo antes de soltar su mano e insistirle ir dentro.

Sus ojos le enseñaron su nerviosismo, así que acarició su cabello negro y le dió una sonrisa lo más parecida a la de su madre.

—No pasa nada, estaré al lado.

Himawari abrió la otra puerta, enseñando un amplio dormitorio—. Bueno, te dejo tranquila para que puedas instalarte también. A las cinco voy a estar en el patio trasero practicando tiro al arco, por si desean acompañarme. —dió un paso al costado e instruyó a los hombres para que dejaran las maletas adentro también.

—Muchas gracias, Himawari. —se inclinó.

—Oh... ¡Oh! —se inclinó casi hasta la mitad en una reverencia, de forma muy rápida—. ¡No te preocupes!

Gangsta. (borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora