3. Salida

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—Como te decía, Himawari está de cumpleaños la próxima semana —Sarada dejó de revisar su correo electrónico y levantó los ojos para ver a su madrina —. Lo celebrará aquí. Y Naruto aprovechará de invitar a alguno de sus socios y sus hijos, realizará algunos tratos —dejó su taza de café en la mesa y cruzó sus piernas—. Creo que debes asistir.

—¿Por qué? —se mantuvo seria.

—Ya se sabe que Sasuke desapareció —contuvo la respiración—. Y sé que no fuiste entrenada para seguir el linaje, pero debes mostrar que existes y sigues fuerte. Eres una Uchiha. Que todos sepan que no se han ido.

Sarada bajó los ojos a sus manos.

—¿Podría pedir un favor a cambio? —preguntó con suavidad.

—¿Cuál?

—Deisuke necesita un tutor para no quedar atrás en su clases. —observó a su hermano, acostado en su cama viendo transmisión en Twitch desde hace ya una semana. No le parecía del todo mal, ya que el contenido que consumía estaba en inglés y con eso ampliaba su vocabulario. Aunque el vocabulario en su mayoría eran groserías ingeniosas y tontas.

—Oh... —Karin también miró al niño—. Claro, no había considerado eso —y era razonable, en las actuales circunstancias le parecía increíble que Sarada pudiera tener en cuenta otras variables más educativas—. Puedo decirle a Naruto que contrate al mismo tutor que le dió clases particulares a Boruto de niño.

—¿Sabe japonés?

—Por supuesto... —lo consideró—. ¿También debería tener clases de ruso?

—Me parece lo mejor. Aunque poder hablar un idioma que no entiende funciona para mantenerlo aislado de los problemas, no es conveniente a largo plazo. Debemos considerar que suceda algo malo y él debe saber comunicarse con los hablantes del país en donde está. Que sepa japonés, inglés y ruso por el momento sería perfecto. Más adelante, quizás a los trece, haré que tenga también clases de español, coreano y chino mandarín. —concluyó.

La pelirroja asintió. No quería discutir con los planes que Sarada estaba preparando de manera apresurada. Pensó que estaba sacando lo más exigente de ambos padres, lo que resultaba bueno y peligroso a la vez.

—Resolveré eso —sus ojos rojos volvieron a Sarada—. ¿Tienes ropa adecuada para una fiesta llena de nepobabys?

Sarada frunció el ceño y negó.

—Himawari irá a unas boutique de ropa, no puedo acompañarla, ya que tengo una reunión con Suigetsu y Jūgo... Pero puedes hacerlo tú —le sonrió—. Aunque sin Deisuke, eso sería demasiado arriesgado.

—No sé si pueda usar mis tarjetas acá. —murmuró.

—Cariño, estás con los Uzumaki, el dinero nunca es un problema. —aunque seguía fresco en su memoria las veces en que en su juventud se tuvo que prostituir para conseguir comida—. Ya no lo es. —murmuró. Que su ahijada no tuviera que pasar por eso la reconfortaba y ponía ansiosa, no quería que nadie jamás tuviera que vivir lo que ella.

—Está bien —asintió. De todas formas tomó su bolso y decidió resolver ese problema por su cuenta—. Le hablaré a Himawari. —se levantó del sofá y enseguida su hermano la miró.

¿A dónde vas? —preguntó quitándose sus audífonos.

—Himawari va a comprar ropa para su cumpleaños, quiero saber si la puedo acompañar.

—¿Puedo ir yo también? —sus ojos se iluminaron un poco.

No. —tuvo que decepcionarlo.

Gangsta. (borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora