6. Cuchillo

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Sarada no pudo apartar los ojos de la sangre correr por la nariz y boca del hombre. No parpadeó cuando Boruto daba puñetazos con una manopla con picos.

Kawaki había llegado en un punto, y aunque la miró de reojo y con disconformidad, terminó por unirse a Boruto en las interrogaciones y golpes.

Ella sabía que solo jugaban, tentando sus reacciones. Cuando se acercaron a los instrumentos quirúrgicos decidió intervenir. Salió de detrás del cristal mientras los hombres estaban discutiendo cuál instrumento usarían primero.

Él estaba tratando de controlar sus jadeos, mirando hacia abajo hasta sentir su sombra cubrir su cabeza. Levantó la mirada y la observó, casi permitiendo que una sonrisa creciera por sus labios.

Van a matarte si no cooperas.

Van a hacerlo de todas formas. —Su acento no era imitado, era realmente japonés.

¿Dónde está mi mamá? —sintió también las miras detrás de ella.

Él se carcajeó, echando la cabeza hacia atrás y viendo hacia arriba. Sonriéndole.

En Japón.

Obviamente —se cruzó de brazos—. No me hablaras de donde la tienen. No importará cuánto te torturen.

Al fin tu cabecita funciona.

—¿De qué hablan? —Boruto se acercó, quedándose cerca de su espalda.

—Nuestra conversación es privada, Otsutsuki. Mantente al margen. —escupió.

Algo en el cuerpo de Boruto se tensó horriblemente, como si lo hubieran golpeado, se precipitó hacia él con furia.

—Espera. —lo tomó del brazo, haciendo que le dirigiera la mirada afilada a ella.

—Suéltame, Sarada. —Su tono fue brusco y su mandíbula estaba apretada. Sus músculos palpitaban contra la palma de su mano, ansiosos por molerlo a golpes.

—Yo estoy hablando con él. —no le permitiría arruinar cualquier conversación que iba a tener con el sujeto, incluso si con eso arruinaba su confianza.

Boruto chasqueó la lengua y retrocedió. Pero seguía tenso y merodeando, con una expresión oscura en su rostro.

¿Oh? ¿El Otsutsuki es tu perro? —rió entre dientes.

No lo llames así —se enderezó—. Si no me dirás dónde está ¿Me dirás por qué ella? —tomó una respiración—. ¿Qué tiene que ver ella con todo esto?

Todo —gruñó—. Ella lo arruinó todo.

—¿De qué hablas? —su voz temblorosa delató sus nervios, tuvo que contener sus emociones.

Mírate —sus ojos la recorrieron de forma despectiva—. Una sucia mestiza... —Un balde de agua fría pareció caer en el cuerpo de Sarada—. Arruinando la pureza del clan Uchiha. —le acababa de decir la razón.

¿Es porque mi madre es europea? —estaba descolocada—. ¡¿Es por eso lo que le están haciendo?! —la furia corrió por la sangre de su cuerpo. Ella sabía que gran parte de la población era racista, no lo eran mucho con ella, porque podía pasar inadvertida, pero sí con Deisuke y su madre. Sobre todo los radicales y ancianos.

¡El clan Uchiha debía seguir su linaje con una nativa o extinguirse por completo! —gritó, colmando la paciencia de los hombres a sus espaldas—. ¡Eres una deshonra para el clan! ¡Que fueras a la universidad, que no estés casada, que no sigan con la tradición yakuza, que huyan y no peleen!

Gangsta. (borusara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora