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En cuanto se volvió a abrir la puerta, me pude mover.

Me levanté y fui hacia la puerta, era mi hermano, le miré la cara, estaba furioso aún. Pero me miró, me estudio y me dio un abrazo.

- Mi cachorrito... - Susurró contra mi pelo. - ¿Cómo te has hecho esto? - Susurró dándome besos.

- Lo siento... - Le dije intentando no llorar.

- Mi cachorrito... - Susurró otra vez, me quedé en sus brazos, reconfortado. Era lo más próximo que tenía a mi alfa.

Alanna se fue hace 5 minutos cuando escuchamos su coche llegar, no quería verlo y lo entendía. Aunque me dijo que si le necesitaba que le avisara que vendría para aquí.

Cuando me calmé un poco, y sentí que él también se calmó, me sentó en el sofá, con él al lado.

- Cuéntame.

- No quiero Gustabo... - Mi voz salía diminuta.

- Necesito que me cuentes cómo coño te has dejado hacer esto. - Me dijo más estricto, suspiré mirando hacia abajo.

- Él es mi alfa, Gustabo... - Le susurré - estamos destinados... - Continué.

- Tonterías.

- Tonterías no, tuve el celo el mes pasado, y a mí me viene cada tres, ha sido conocerle, tenerlo conmigo y me ha dado. Mi cuerpo me quiso decir algo. - Le expliqué, intentando mantener la calma.

- Horacio, escúchame. - Me dijo cogiéndome firmemente de la cara, sin hacerme daño, buscando contacto visual. - Acércate de nuevo a él, y lo mato. - Susurró en tono amenaza.

- Pero Gustabo... - Solté un quejido.

- Lo mato.

- No puedes.. - Negué con la cabeza.

- ¿Le cuento a papá lo que has estado haciendo por un momento que me giro? Te mata a ti, a mi, y al comisario. Confía que no quieres eso. - Susurró. - Te lo estoy poniendo fácil, aléjate de él.

- Voy a comprarte un test para que te lo hagas.

- Me tomé la pastilla del día de después, me la compró el. - Susurré sin mirarle.

- Bien, mejor. - Asintió con la cabeza.

Pasaron unos días, Gustabo me quería quitar del trabajo pero como mi padre no se podía enterar, todo se quedó igual. Aunque estaba seguro que ya no me ponían con Volkov.

La sensación de agonía por no tenerlo cerca iba desvaneciendo con los días, se ve que eran cosas de tanto la marca de alfa y el hecho que anudó.

La sensación de que me iba a morir porque él no me mirara, ya no estaba.

Entré a comisaría con mi hermano a mi lado. - No te pienso perder de vista ni un segundo. - Dijo estrictamente. - Dos días y la cagas. Es que la madre que te pario. - Me regañó otra vez. - Encima el comisario, mi mejor comisario.

- ¡Cachorrin! - El barbudo dijo con alegría, le miré con media sonrisa. Cuando se acercó a mí, su sonrisa se fue desvaneciendo. - Te marcaron... - Dijo buscándome en el cuello. Evité su mirada.

- Patrullemos porfavor. - murmuré, no dijo nada más, Gustabo le agarró fuertemente del brazo.

- Tócalo y te lo juro por mi madre que te arranco la cabeza del cuerpo. - Dijo entre dientes.

- Relájate. - Dijo negando la cabeza, le soltó, Greco iba detrás mía yendo hacia el patrulla.

Siempre me llevé bien con Greco.

- ¿Estás bien? - Me preguntó en voz bajita, asentí sin decirle nada. - Vale... si necesitas hablarlo-

- Necesito pegar tiros, ¿vale? Eso necesito. - Le dije, asintió arrancando el patrulla. Encendí la radio.

- Aquí Volkov, solicitamos refuerzos- - Mi pulso se aceleró escuchando su voz. Miré hacia delante para que Greco no se diera cuenta de que me afectaba en algo.

- Acudimos. - Dijo Greco, mierda.

Puso las sirenas y fuimos rápidamente al tiroteo, eso es lo que quería. Pegar tiros.

Nada más llegar, me bajé del coche, Greco hizo lo mismo pero poniéndose delante mía. - Haz lo que quieras, menos morir. Que tu hermano me mata y me remata tu padre. - Me dijo cargando la pistola.

- 10-4. - Dije asintiendo cargando la pistola también.

No tardé en salir de donde estaba y pegarle un tiro al francotirador arriba del edificio de enfrente.

- Uno abatido. - Dije en la radio.

Juré oler canela hasta aquí.

- El franco de arriba abatido. - Dije aclarando. Me volví a meter para cubrirme, Greco cogiéndome del brazo para echarme un poco más hacia atrás.

Ya no había peligro, pero Greco no me soltaba, por si acaso.

- Estoy bien Greco. - Le dije entre risas, miró su mano y después mi brazo, estaba a punto de soltarme hasta que escuchó un ruido, me empujó hacia detrás. Instinto protector.

- Coño, eres tú. - Suspiró soltándome quitándose del medio.

Volkov me observaba el brazo donde me agarró el otro alfa, después me miraba a la cara, al cuello, y finalmente a la tripa. Subiendo la mirada después a mi cara, haciendo una mueca.

No le vi ningún moraton, ¿Gustabo no le pegó? Mejor.

- Em... voy un momento a.... - Greco dijo yéndose rápidamente, ¿lo saben todos?

- ¿Te tomas- - Le entrecorté.

- 10-4. - Mi voz salía firme, evitándole la mirada.

- Lo siento Horacio. - Dijo en bajito.

- No hagas esto, ¿vale? Los dos sabemos qué es puro teatro. - Le dije pasando por su lado, chocando mi hombro con el suyo.

- Hueles distinto. - Comentó.

- Es que un alfa asqueroso me dejó una marca, menos mal que ya casi no está. - Le dije irónicamente.

- No, hueles más dulce- - Dijo pero rodé los ojos yéndome de allí.

Me fui hacia Greco, él estaba mirándome. - Fue él. - Comentó, no le miré.

- ¿De que hablas?

- Gustabo se va, vuelve amenazando con una pistola, se va, Volkov no aparece en tres días... - Dijo pensando en alto.

- ¿Amenazando con pistola?

- Si. - Dijo entre risas. - ¿Me explicas que pasó? - Murmuró.

- Me dio el celo... - Le dije vergonzosamente. - Y no hubo manera de pararlo...

- No jodas... vamos a la farmacia. - Me dijo, negué con la cabeza.

- Me tomé una pastilla.

- Vamos igual. - Dijo arrancando el coche, suspiré mirando por la ventana.

Cuando llegamos, bajamos los dos, pidiendo él la prueba de embarazo. La farmacéutica nos miró obviamente juzgando, me buscó una marca en el cuello.

- Gracias. - Greco dijo secamente yéndose de allí. - Hará más de una semana, ¿no? - Me preguntó después cuando nos metimos al patrulla, asentí.

Llegamos a comisaría poquito después, me mandó al baño a hacerme el test.

Porfavor que de negativo. No estoy marcado, no estoy listo.

Esperé unos minutos, parecían años.

Salí fuera dándole el test a Greco, ni me atrevía a mirarlo. - No sé si quiero saberlo. - Le susurré.

Miró el test, después a mi.

- ¿Te tomaste la pastilla?

- Si. - Le murmuré.

Le dio la vuelta al test, había una línea muy muy muy finita y clarita.

No me lo puedo creer.

- Lo siento, Horacio.

Destino Prohibido. Volkacio [OMEGAVERSE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora