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Habíamos decidido de esperar para si poder darle un entierro a mi padre. Pero primero teníamos que resolver el caso.

Estábamos ya unos días buscando, investigando... a mi aún me excluían un poco, pero bueno.

Mi hermano parecía que no me hablaba mucho, tampoco dejaba que me hablara Volkov.

- Me tengo que ir unos días, me han llamado del norte.

- 10-4. - Le dije con las piernas encima del escritorio leyendo unos informes, desinteresado.

Suspiró, quedándose quieto en la puerta. - Horacio.

- ¿mm? - Le miré.

- Te quiero. Y lo siento. - Dijo, asentí y volví al informe, fue del día de la desaparición de mi padre.

- Ves con cuidado. - Le dije yo.

Se fue sin más, suspiré dejando el informe en la mesa frotándome los ojos, no entendía por qué mi padre se fue... si había este peligro de que lo secuestraran. Habían habido bastantes avisos ya de secuestros a agentes. Me pregunto si fue por algo personal.

Me pasé toda la tarde allí, y estaba pensando en pasar la noche también.

Informes eternos, nombres desconocidos... bandas criminales para aburrir.

Yo redacté el informe de la muerte de mi padre con ayuda de la autopsia, fue doloroso pero necesitaba hacerlo, Gustabo estaba bastante menos protector, más porque no sabía cómo tratarme después de haberme medio atacado. Pero no le culpo.

No le culpo pero tampoco le excuso.

- ¿Horacio? - Escuché una voz suave, levanté la cabeza de las mil hojas que tenía delante mía. Era Volkov. - ¿Qué haces aquí? - Dijo entrando cerrando la puerta detrás suya.

- ¿Qué haces tú, aquí? - Le dije mirándole de arriba a abajo.

- Tu hermano se fue- - le entrecorté

- Y te pensaste que sería un polvo rápido, ¿no? - Le dije ofendido negando con la cabeza.

- No. Me pensaba que quizás necesitabas algo de compañía pero ya veo que estás bien. A parte de que quizás querías ir a casa.

- Sé ir yo solo, me sé el camino.

- No vas a ir tú solo.

- ¿ah no? ¿Hay alguna razón?

- Porque te lo estoy diciendo yo. - Dijo desafiando, negué con la cabeza otra vez. Y tendrá la cara.

Miré otra vez al informe que estaba leyendo. Pero lo dejé en la mesa. Me levanté y me fui hacia la puerta.

- Tu hermano solo te quiere proteger.

- Y tú solo me quieres follar.

- Porfavor. - Me dijo suavemente agarrándome de la mano lentamente para que yo pueda pararlo, pero no podía. - No puedo... ¿vale? No puedo dejarme enamorar de ti... porque te va a doler. Y a mi también. - Miré su mano grande en la mía.

- Pero merecemos la pena, ¿no? - Le susurré yo.

- Tu hermano...

- Y dale con mi hermano.

- Horacio... tu hermano ha amenazado con mi hermana. - Me dijo rápidamente. Le miré en shock. ¿Qué qué? - Mi hermana tuvo su alfa... se supone que destinado y se murió en un accidente de coche... y después de la depresión tuvo un aborto.. - Siguió, le costó seguir hablando. - No puede soportar que otro alfa le marque y rompa el lazo, ¿vale? Así que tengo que elegir entre el posible amor de mi vida, y mi vida. - Dijo, después sonrojándose.

Amor de mi vida.

Amor de su vida.

Le abracé, fuertemente. Feromonas de coco llenando el aire calmándole, su corazón iba alterado. No me abrazó de vuelta.

- Mi hermano no se tiene que enterar. - Susurré. Estaba inquieto, la canela saliendo a la superficie. - Si tú no le dices yo tampoco.. - Murmuré escondiendo mi cara en su pecho, inhalando su olor.

- Te llevo a casa. - Murmuró sin apartarse del abrazo. Pero tampoco abrazándome de vuelta.

- O llevame a la tuya... - Le sugerí, me miró apartándome de su pecho, le sonreí dulcemente. - ¿No me dejarás solito en mi casa no? Tengo miedo solo... - Le susurré, haciéndome un poco la víctima.

Se quejó. - No me hagas esto Horacio.

- Vale... me iré a mi casa.. - Me aparté de él, yendo hacia la salida de la oficina, con un suspiro me agarró de la mano suavemente llevándome con él a su coche. Victoria.

El camino fue silencioso, pero un silencio cómodo, porque estábamos los dos tranquilos, estacionó el coche en el garaje donde supongo que estaría su casa.

Subimos en ascensor, fue un momento lleno de tensión y de evitación de miradas.

- Antes de entrar- - Dijo metiendo la llave en la puerta abriéndola muy muy lentamente creándome tensión innecesaria, empujé la puerta - Esper...

Su casa estaba destrozada, había ropa rota por todos los lados, vasos rotos, la mesita del salón volcada, las almohadas del sofá por allí tirados... el sofá prácticamente desmontado.

- Em... quería entrar yo primero... - Dijo interrumpiendo mi escáner por su salón.

- ¿Qué coño ha pasado aquí?

- Pues... - Entró recogiendo la ropa. - Me dio el celo.. - Dijo en un murmullo. - Era insoportable.

- ¿Por qué no llamaste? - Dije antes de pensar, en cuanto me di cuenta me sonrojé entero, me puse a recoger también.

- Perdón por el desastre.. - Estaba amontonando la ropa rota, mientras yo recogía unos pedacitos de cristal.

- Ouch. - Me quejé cuando me clavé una pequeña astillita de cristal, vino prácticamente corriendo dejándolo todo caer. - No es nada...

- Es que tú no deberías de limpiar esto. - Susurró agarrándome la mano, el dedo donde me dolía. Mirándome el dedo inspeccionando a ver dónde estaba.

Cogió unas pinzas que habían en la mesita de salón.

- Si te duele me avisas... - Susurró, sacando el pedazo pequeño de cristal de mi dedo. Su mirada se encontró con la mía. Y la canela y el coco bailaban alegremente entre ellos.

Me sentía tan en casa...

Inconscientemente, nos íbamos acercando poco a poco... nuestros labios rozaron, estuvieron a punto de conectarse pero se echó para atrás.

- Perdón... disculpa... - Dijo aclarando la garganta dando un paso hacia atrás. Siguiendo con la recogida de la casa. - Porfavor tu siéntate vale, o mira, ves al cuarto y así te familiarizas. - Señaló la puerta, asentí.

Fui hacia la puerta, cuando llegué, abrí la puerta lentamente, el olor a canela haciéndose presente de la habitación. Había un nido. Un nido con camisetas suyas, pero lo que me llamaba mucho la atención es que había una camiseta mía.

Mi alfa ha hecho un nido.

Destino Prohibido. Volkacio [OMEGAVERSE] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora