Capítulo 5- Damas nocturnas

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La noche había sucumbido ante los primeros rayos de luz que mostraba la mañana.
Daemon se despertó aprisionado entre los cuerpos pequeños de sus sobrinos. El mayor observó a los niños que tenían todas sus extremidades envueltas en él y cómo dormían plácidamente. Intentó moverse pero los quejidos que soltaron hicieron que renunciara a la idea de ser liberado, así que, se detuvo quedándose quieto en su lugar original.
El príncipe suspiró con aburrimiento, no podría moverse y lo único que le era permitido hacer fue dejar que los pensamientos invadieran su espacio mental, porque el personal ya estaba muy invadido por ciertos Targaryen exageradamente dormilones. Los recuerdos del caos generado la noche anterior llegaron con lúcida rapidez haciéndolo pensar en todo lo que había ocasionado, reconocía que cierta parte del problema no era su culpa pero sabía que él avivó las llamas con su pequeño juego

_Debería solucionarlo...- Susurró para sí mismo

Los pensamientos estuvieron en su mente durante unos minutos más, hasta que el calor que generaban los otros cuerpos lo adormeció "Nadie se molestará si duermo unos minutos más y resuelvo los problemas después" era la frase que ahora rondaba sus pensamientos, trató de mantenerse despierto pero la calidez que sentía lo hizo caer lentamente en sus sueños.
Los golpes en la puerta eran fuertes e incesantes, el sueño del príncipe estaba siendo aturdido por aquel molesto sonido pero aún se esforzaba por seguir durmiendo

_¡Alteza ¿Está ahí!?- La exclamación retumbó en todo el lugar

El príncipe canalla abrió los ojos y frunció el ceño ¿Quién se atrevía a hablarle de esa forma? Y peor aún ¿Quién se atrevía a generar ese incesante alboroto fuera de sus aposentos?¿Dónde estaba la guardia real?
Daemon suspiró y con cuidado intentó liberarse del agarre de sus sobrinos

_No, no, no- Lloriqueó Aegon ejerciendo fuerza en su agarre

_Aún es temprano- Susurró Aemond

Ninguno de los dos abrió los ojos, solamente ejercían fuerza para retener al mayor entre ellos

_Volveré, pero primero debo ver qué sucede- Prometió Daemon

Aegon abrió sus ojos con dificultad y pesadez, lo observó para luego darle una leve sonrisa

_No- Dijo volviendo a cerrar los ojos

La risa del mayor no pudo quedarse oculta y eso hizo que los golpes se volvieran más intensos

_¡Alteza, sé que está ahí!- Fue la exclamación que vino de fuera

_¿Ves lo que logras, sobrino?- Rió

_¿Hacerte reír? Si, es lo que logro todos los días- Respondió

Daemon dejó un beso en la frente de sus sobrinos y estos liberaron el agarre sabiendo que si no lo hacían no podrían volver a dormir en paz, no si ese ruido persistente continuaba.
El mayor se arregló un poco y se dirigió hacia la puerta

_Luego del escándalo de anoche dije específicamente que no quería ser molestado- Se quejó mientras abría mínimamente la puerta

Al ver a la persona que se encontraba al otro lado sonrió con sarcasmo para luego fruncir el ceño

_Di que se te ofrece, Ser, y luego lárgate- Dijo

_Buenos días, príncipe Daemon- Saludó con fingida cortesía

Aquí comenzaría el baile de la hipocresía matutina entre ambos

_Ser Harwin, hoy no me complace oír tu voz, di lo que deseas o vete y déjame volver a la cama- Habló con irritación

_El rey desea que todos vayan a desayunar en familia- Dijo

_Bien, declinaré la oferta, puedes irte- Declaró y cerró la puerta

Amigos codo a codoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora