Jiah, una mujer que se encuentra luchando en su matrimonio, ha decidido buscar una distracción durante el verano junto a sus amigas. Sin embargo, se verá inesperadamente seducida por uno de los hijos de sus amigas...
Ahora se enfrenta a la compleja...
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— Pensé que no vendría...
Jiah, sintiendo el cálido aire del interior de la casa al abrirse la ventana, se acercó con pasos cautelosos. El contraste entre el frío exterior y el acogedor ambiente del interior la envolvió en una sensación de alivio. Miró a Jungkook, quien parecía aliviado al verla, con una mezcla de incertidumbre y deseo en sus ojos.
— No estoy segura de por qué vine, pero aquí estoy —dijo Jiah, su voz temblando ligeramente.
— Me alegra que hayas venido —respondió Jungkook, cerrando la ventana y guiándola hacia el interior. — Estaba empezando a pensar que se arrepintió.
Su mirada se cruzó con la de Jungkook, y por un momento, el tiempo pareció detenerse. La tensión entre ellos era palpable, una mezcla de lo no dicho y de las emociones reprimidas que ambos habían estado tratando de manejar.
— ¿Prefieres sentarte aquí o en la sala? —preguntó él, su voz cargada de timidez.
— En la sala está bien.
— Perfecto, ¿le gustaría un poco de vino? —preguntó, frotando sus manos nerviosamente contra su pantalón.
Jiah estaba demasiado nerviosa, tanto por lo que iba a decir como por lo que iba a escuchar. Necesitaba calmarse y aceptó la oferta.
— Sí, por favor.
— Entonces iré por más vino.
Jungkook decidió que no la presionaría ni la acosaría como lo había hecho en el baño del restaurante unas horas antes. No quería hacerla sentir más incómoda, así que dejaría que todo fluyera de manera natural.
Cuando regresó a la sala con la botella de vino y las copas, se encontró con ella sentada en una postura tímida, lo que le indicaba que estaba bastante nerviosa. A pesar de ello, no pudo evitar sentirse atraído por su vulnerabilidad, percibiéndola como tierna, aunque consciente de que detrás de su nerviosismo se escondía el miedo.
— ¿Por qué está descalza? —preguntó él con una leve sonrisa, buscando romper la incomodidad mientras tomaba asiento a su lado.
— No quería hacer ruido con los tacones y despertar a los demás, sobre todo a tu madre —respondió ella seriamente, aún nerviosa. Se alejó ligeramente al notar que estaban sentados muy cerca, incrementando la distancia entre ambos.
