Jiah, una mujer que se encuentra luchando en su matrimonio, ha decidido buscar una distracción durante el verano junto a sus amigas. Sin embargo, se verá inesperadamente seducida por uno de los hijos de sus amigas...
Ahora se enfrenta a la compleja...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Finaliza otro día, y Jiah regresa finalmente a su hogar tras una sesión de fotografía para una prestigiosa revista. A pesar de sus treinta y seis años, continúa ejerciendo como modelo, una profesión que ha abrazado desde sus dieciséis y que aún le apasiona intensamente.
Sin embargo, cada vez que regresa a su hogar, experimenta un cambio inevitable debido a la certeza de que debe estar junto a Seung, su esposo. Su matrimonio ha atravesado dificultades por diversas razones: un doloroso aborto espontáneo y la traición por parte de él. A pesar de ello, su decisión de permanecer a su lado se basa en el amor que todavía siente por él, quien ha sido su primer y único amor hasta ahora. A pesar de los problemas de infidelidad, su dependencia emocional hacia su esposo se ha fortalecido, lo que le ha dificultado la posibilidad de divorciarse.
Aunque él se disculpó y prometió que eso nunca volvería a suceder, ella no podía evitar experimentar una sensación de desagrado hacia él.
—Hola, cariño, ¿cómo fue la sesión? —saludó Seung, acercándose a ella y plantando un beso en su mejilla.
—Muy bien, como todas las demás —respondió de forma algo tajante, tomando asiento en la cama.
—¿Sucede algo, cariño? Te noto un tanto estresada —preguntó él, sentándose a su lado.
—Simplemente estoy un poco cansada, es todo —respondió ella ahora mirándolo a los ojos.
Ha transcurrido un año desde el aborto y cinco meses desde la infidelidad. Seung no es ingenuo. Sabía que la actitud de su esposa estaba relacionada con la aventura que tuvo con otra mujer.
—Lo comprendo —respondió él, acercándose y envolviendo sus brazos alrededor de ella, tratando de animarla.
—¡No digas que comprendes! ¡Nunca podrás entenderlo! —exclamó enfadada, alejándose de él—. ¡¿Por qué insistes en fingir que todo está perfecto cuando lo has destrozado todo?!
—Finjo que todo está bien entre nosotros porque deseo enmendar los errores que cometí y anhelo que vuelvas a confiar en mí.
—Ojalá pudiera odiarte —admitió con la voz entrecortada, dejando ver su dolor.
