Jiah, una mujer que se encuentra luchando en su matrimonio, ha decidido buscar una distracción durante el verano junto a sus amigas. Sin embargo, se verá inesperadamente seducida por uno de los hijos de sus amigas...
Ahora se enfrenta a la compleja...
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Jiah lo vio sentado en la silla junto a la piscina y, tras un momento de duda, se acercó lentamente.
— ¿No puede dormir? —preguntó con voz suave, rompiendo el silencio.
Jungkook la miró, tratando de esconder el desasosiego en su rostro.
— No, no puedo. Estaba dando un paseo para despejar mi mente —respondió, tratando de sonar casual.
Jiah asintió y se sentó en la silla junto a él, mirando el reflejo de las estrellas en el agua.
— A veces, cuando no puedo dormir, me gusta salir a respirar un poco de aire fresco. Ayuda a ordenar los pensamientos —dijo ella, sin mirarlo directamente.
El silencio se instaló entre ellos por un momento, mientras ambos se sumergían en sus propios pensamientos. Jungkook sentía que el momento era propicio para hablar, para expresar algo que había estado guardando, pero no estaba seguro de cómo hacerlo.
— ¿Le gustaría hablar de lo que le preocupa? -preguntó él finalmente, su voz rompiendo el silencio.
Jiah lo miró, sorprendida por la oferta. Su expresión parecía contemplativa, como si estuviera considerando si debía abrirse a él o no.
— Tal vez pienses que son tonterías —mencionó ella apenada.
— Para nada. Creo que todos solemos imaginar situaciones que nos asustan solo con pensarlas —respondió Jungkook comprensivo.
La mujer dudaba si compartir con el hijo de su amiga sus problemas matrimoniales. Pero necesitaba desahogarse, quería soltarlo todo lo más pronto posible. Antes de dormir, siempre se preguntaba lo mismo: ¿qué estaba haciendo allí? ¿De qué serviría alejarse de su esposo por un tiempo? ¿Funcionaría? ¿Estaría él ahora mismo con otra mujer?
— En los últimos tiempos he enfrentado problemas en mi matrimonio. Hace un año sufrí un aborto espontáneo, lo cual desencadenó mi depresión. Descuidé mi relación con mi esposo, lo que nos llevó a distanciarnos —respondió mientras recordaba, tratando de contener las lágrimas—. Él me buscaba e intentaba apoyarme, pero por tonta no lo permití. No quería agobiarlo con mis problemas, ya que sentía que a él no le afectaba tanto como a mí que hayamos perdido a nuestro bebé.
