❀[15] ¡𝑸𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒊𝒈𝒐!❀

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–¿Me pasas el pan, por favor?

El pelinegro no prestó mucha atención, se encontraba perdido en sus pensamientos. Después de recibir varios llamados, un tono de voz elevado lo bajó de las nubes.

–¡Alan! –El chico se sobresalto, casi tirando su vaso de agua. –Pásame el pan, por favor.

–¿Eh? Si, si. –Respondió y rápidamente le pasó uno.

–Gracias. Por dios, cada día está peor este niño. –Murmuró. Recibió una mirada por parte de su mujer, quien se encontraba comiendo en silencio, sin aportar nada. –No me mires así. –Advirtió para, luego, meterse un pedazo de pan a la boca. La señora asintió levemente con la cabeza.

El pelinegro solo pensaba en ir a ver a Roy. El menor estaba comenzando a resfriarse, otra vez. De solo pensar en esto, apretó sus puños con fuerza, por no poder estar con su pequeño.

–Papá. –El nombrado lo miró, soltando un leve "Mmh" por tener la boca llena de pan. –Voy a salir en un rato.

–¿A dónde? –Él pequeño sabía que sí le decía a dónde iba, no le dejaría ir. Era extraño pero, últimamente, cada que él avisaba que iría a ver a Roy, su padre se volvía raro, impidiéndole la salida. –¿Alan, a dónde vas? –Preguntó nuevamente al no recibir respuestas.

–Voy con Cris y Juan, al pueblo. –Mintió.

–Ah, ¿Con esos dos? Está bien, puedes ir. –Le dio un sorbo a su vaso de vino. –¿Y Roy?

–¿Qué pasa con Roy?

–¿Él va a ir?

–No, está resfriado. Me lo contó Cris.

–Ahh... mejor. –Murmuró lo último, ganándose una mala mirada por parte del pelinegro.

–Provecho. –Se levantó con calma para luego tomar su pequeña mochila. –Voy con los chicos.

–Si, si, adiós.

–Mmh. –Salió y cerró la puerta con cuidado.

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Saludó a la madre y padre de su amigo. Preguntó por él y ellos respondieron que se encontraba arriba, descansando. El pelinegro corrió, subiendo las escaleras lo más rápido que podía, casi se cae pero eso no le importaba mucho, lo importante ahora era Roier.

–¿Roy? –Preguntó en tono calmado, dando leves golpecitos en la puerta. –¿Estás despierto? ¿Te encuentras bien?

–¿Alan? –Él mayor se mordió el labio al escuchar la voz del menor, su tono era cansado. –S-si, estoy despierto pero, no entres p-por favor, no quiero contagiarte.

–Pfff, tonterías. –Dijo para luego abrir la puerta, entrando y cerrando con cuidado. –Hola. –Saludó alegre y con una sonrisa.

–Hola. –El menor sonrió. –Por favor, Alan, no quiero contagiarte.

–Buah, ¿Qué más da? Tengo mucha medicina en casa. –Tomó asiento al lado del menor, dándole caricias en su cabello.

–Mmmh. –Soltó un leve suspiro al sentir la mano ajena, sonriendo aún más por las cálidas caricias. Eso sí que lo hacía sentir en casa. –Pero, a ti no te gusta la medicina. La odias mucho más que yo.

–¿Y? No importa, quiero estar a tú lado y, bueno, ¿Qué más da sí me resfrío?

–Idiota. –Soltó una risita y lo abrazó, apoyando su cabeza en el pecho del mayor.

–¿Ves? Hasta tú quieres que este cerca.

–Yo nunca dije que no te quería cerca, solo digo que no quiero contagiarte, nada más. –Suspiró al sentir el perfume del mayor, definitivamente amaba ese olor. –Mmm. –Soltó gustoso por el rico aroma del mayor.

𝑬𝒓𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒊𝒅𝒊𝒐𝒕𝒂... ✞︎ ⁿᵃᵗᵃˡᵒⁱᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora