11. Sangre y lágrimas (Morango)

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—Vaya vaya vaya, José Ramón. ¿Nunca dejarás de sorprenderme, verdad? ¿Ahora te resistes a mi control? —dice Carmino con desdén—. Voy a tener que comprar una correa porque no te puedo dejar suelto, cachorrito.

Observo el torniquete que lleva Carmino hecho en el brazo que le fue arrebatado por el Seviper de Lucis y un extraño movimiento con la mano que le queda, pareciera que lleva algo guardado en ella.

—Cállate la puta boca Carmino y explícate. No voy a ser un Mareep de un rebaño pastoreado por Lycanroc. Más te vale explicarte ahora mismo o no tendré piedad contigo.

Miento, no soy capaz de hacerle nada. Me supera en intelecto y poder, pero necesito retenerle aquí. Tengo que centrar su atención en mi para que no vaya tras Lucis. Carmino es un esclavo del liderazgo, le encanta dominar y controlar a cualquiera. Oponerme a su control es la mejor manera de sacarle de sus casillas, lo sé, y aunque esté jugándome la vida, prefiero esto a tener a este monstruo adueñándose de mi cuerpo y voluntad.

—JAJAJAJAJAJAJA —Carmino ríe como un energúmeno—. ¿PIEDAD, TÚ? José Ramón, no quiero hacerte daño, relájate. Perdono tu desobediencia por esta vez, no quiero tener que dejarte vegetal. Échate una siesta, estarás agotado. No tardaré en volver, tengo unos asuntos que resolver —Carmino se gira jovialmente y se encamina hacia la salida.

—No pienso seguir tus órdenes ni una sola vez más. Puedes tomarte esto como un golpe de estado hacia tu dictadura sádica. Carmino, recapacita. O cambias esto ahora mismo o tendré que detenerte. Venga, hazlo por las buenas, hermano.

Carmino se voltea al escuchar esa última palabra. Un tic le aparece en el ojo y su sonrisa se le borra de la cara.

—¿Hermano? Es la primera vez que me llamas así. ¿Sabes? Yo te consideraba un hermano de verdad, quería compartir este sueño contigo, quería hacer de este mundo un lugar libre para humanos y Pokémon. ¿Qué irónico verdad? Quieres librarte de mi orden y control pero quieres que los Pokémon sigan siendo atrapados y esclavizados. Cómo cambia todo cuando eres tú el líder ¿Verdad? Hueles a hipocresía, José Ramón. Sin embargo, después de todo; de compartir, de confiar y de convivir, me he dado cuenta de que no eres lo que consideraba. Llevas oponiéndote a mis órdenes desde que llegaste aquí. Tienes una opinión firme y ni siquiera mi control mental te afecta. Ya no eres un hermano para mi, solo eres una herramienta, una herramienta inútil y oxidada. No me sirves más, José Ramón. PERECE.

Sus ojos se tornan morados y noto una fuerza descomunal bajo mis pies. El suelo a mi alrededor comienza a deformarse por el gran poder psíquico de Carmino y cuatro paredes de mármol blanco me rodean. Rápidamente comienzan a cerrarse en torno a mi. Voy a ser aplastado vivo, éste es mi final. Pensaba que Carmino seguiría necesitando al Cumbringer, sin embargo le he subestimado. Mi impulsividad me ha traído a mi muerte, supongo que me lo merezco. Recuerdo el día de mi cumpleaños, la manera en la que lloré por perder mi Pokémon inicial. Es gracioso porque no hace tanto de ese día, sin embargo ya no me salen lágrimas. ¿He madurado tan rápido? Lo dudo, simplemente me rindo, ya no tengo nada por lo que luchar. ¿Qué sentido tiene llorar si mis lágrimas no van a ser escuchadas?
Cierro los ojos y acepto mi destino, por lo menos será una muerte rápida e indolora.
En cuestión de milisegundos, escucho las paredes a mi alrededor hacerse añicos en mi cuerpo. Estoy muerto, pienso. Sin embargo abro los ojos y veo a Carmino ahí, parado en frente de mí.

—¡NO!. ¿CÓMO ES POSIBLE? ¡OTRA VEZ TÚ NO! —grita Carmino.

Me miro las manos. Están completamente blancas, y mis brazos también. Desconcertado me miro el resto del cuerpo y está igual.

—¡Semen, Semen! —escucho en mi cabeza.

No puede ser. Lo analizo y comienzo a comprender todo lo que ha ocurrido. Semeon ha usado su cuerpo para envolver el mío y se ha endurecido antes de que impactasen las paredes con mi cuerpo. Por lo tanto ahora poseo una armadura resistente hecha de mi Semeon. Ésto ha sido lo que me ha salvado la vida, ha sido Semeon, mi amigo.
Cómo he sido tan tonto. ¿Rendirme? Claro que no, aún tengo gente por la que luchar. Observo a Carmino con mis ojos llenos de determinación.

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