Hwang Hyunjin es un chico apenas universitario de 20 años amante de las ciencias. Un día en una excursión, es picado por una araña radioactiva que le aporta los poderes de esta.
Lee Felix es compañero de cuarto de Hyunjin. Ambos tienen una relación...
Había algo que no dejaba de rondar en su cabeza...
Aquella imagen del rubio durmiendo tan tranquilo en un cuarto oscuro y helado.
Su mente la asemejaba con un atardecer.
El sol comenzando a bajar dejando la tranquilidad de la luna que al ser la noche tan oscura, se postra en lo alto del cielo siendo la fuente de luz más notoria que alumbra todo lo que se le cruza.
La luna que luce tan apacible con un mar de estrellas rodeándola, estas brillando tenuemente sin llegar a opacarla, sólo haciéndo resaltar su belleza natural.
El suave viento que provocan sus respiraciones tranquilas sólo generan una refrescante brisa en el mundo de Hyunjin.
Quién es llamado por la luna que despierto parece como si el sol regresara brillando en todo su esplendor, tanto que con sus intensos destellos te quema la piel y te genera calor por lo ardiente que es.
- Hwang, ¿Si vas a comer? Se te está llenando de moscas todo.- Mencionó el pecoso al cual sólo miró, dándose cuenta que se había perdido en sus pensamientos...
Pensamientos que eran sobre el sol frente suyo.
Esto sólo hizo que su ceño se frunciera con irritación, la cual fingió que era por el comentario del menor.
- No te importa, Lee.-Dijo, comenzando a comer.
Felix sólo rodó los ojos con la irritación totalmente reflejada en estos, después de todo sólo quería ser amable.
No entendía por qué el universo los castigaba teniendo que verse todos los días en el mismo departamento.
Oh... Si que lo recordaba...
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Sólo era un universitario que tuvo que independizarse repentinamente gracias a haber quedado huérfano.
Sus padres sólo querían irse de vacaciones unos días, pero por un descuido que involucraba un celular de por medio, hizo que el vehículo donde viajaban quedara volcado fuera de la carretera, con hombre y mujer dentro de él.
Hyunjin sólo recuerda haber sido llamado desde un número desconocido que le decía de manera fría y sin tacto alguno que sus padres habían muerto en un accidente de auto.
Esa misma noche tuvo que ir a reconocer los cuerpos, quedando totalmente marcado por ver a su madre desfigurada de las piernas y a su padre del rostro.
Lloró todo lo que pudo por 2 semanas, se sentía como un niño que todas las noches gritaba por su madre que lo había abandonado a su suerte, sin el calor y protección meternal.
Tuvo que mudarse a un departamento porque no podía pagar la gran casa él sólo.
Y cuando llegó a este, su compañero de cuarto lo recibió con un deje de indiferencia.
