Hwang Hyunjin es un chico apenas universitario de 20 años amante de las ciencias. Un día en una excursión, es picado por una araña radioactiva que le aporta los poderes de esta.
Lee Felix es compañero de cuarto de Hyunjin. Ambos tienen una relación...
Los golpes que la vida te da siempre son inesperados, cuando menos lo anticipas, un cambio hace presencia dejándote confundido por lo repentino que este es.
Eso es lo que le sucedía a nuestro rubiecito, no encontraba la forma de hacer que su corazón se calmase ante la imagen que tenía enfrente.
No podía creerlo...
Su compañero...
La persona que se supone odiaba...
Estaba dándole la imagen más adorable que había visto en toda su corta vida.
Presenciar a un sushi hecho de sábanas y con relleno rojo no era algo que esperaba ver apenas entrara a aquél cuarto desordenado.
El rollito estaba en el centro de la cama, encogido mientras intentaba ocultar un puchero al darse cuenta que había un intruso -no intruso- en su habitación.
— No escuché cuando llegaste.— Mencionó Hwang, levantándose aún enrrollado en la manta. Estaba totalmente avergonzado.
— No hay problema, sabes que no voy a juzgarte.— Respondió Felix riéndo enternecido por la imagen.
Hyunjin trató de esconderse, pero levantó la mirada encontrando aquella brillante sonrisa que resplandeció su nublada mente.
De repente, tenía unas ganas locas de abrazar a su menor, de abrir la manta y tomarlo entre sus brazos para esconderlo ahí, y no soltarlo.
Pero estaba mal, se supone que hace una semana lo odiaba... Pero no podía negar que su sonrisa era hermosa a pesar de todo. Que todo él lo era.
No tardó mucho para que la gruesa voz de su compañero de cuarto se le acercara con una risa para peinar sus rojos cabellos hacia atrás.
Hwang sintió sus manos picar por atraparlo.
Al diablo.
Abrió la sábana y lo atrapó por la cintura, atrayendolo a su pecho para cubrirlo con la manta, quedando atrapado dentro del rollo de sushi.
No pudo evitar derretirse cuando el menor rió con más ganas, aferrándose a su torso sin queja.
Estaba satisfecho, se recostó en la cama con el menor atrapado en sus brazos y la sábana.
— ¿No te molesta?.— Preguntó con tímidez después de unos minutos donde el rubio no se quejaba o hacía algún movimiento.
Pero al no recibir respuesta, el pelirrojo alzó la tela suave y se encontró con el hermoso sol, convertido en una luna.
El menor se había quedado dormido, dando una imagen de paz y comodidad total.
Hyunjin no pudo evitar sonreír ante la linda imagen del pecoso durmiendo. Lo abrazó y se olvidó del orgullo por un rato.
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