Toma mi mano

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Mi cabeza pesaba, un líquido carmesí brotaba, y no daba signos de querer detenerse, el cuerpo me dolía, sentía un terrible malestar extenderse por cada fibra de mi ser. Comenzaba a tener frio, seguramente mi temperatura corporal estaba descendiendo a un ritmo acelerado.

La visión se tornaba borrosa, dificultándose obtener alguna imagen de lo que ocurría cerca de mí.

Un sonido bastante agudo me rodeo. Siendo incapaz de prestarle atención a cualquier otro evento. Segundos después me fue posible presenciar una luz muy intensa. Era tan brillante, que su resplandor podría equivaler a que numerosos reflectores estuviesen señalándome a la vez.

Sonará extraño, pero sentía como esa luz me gritaba que fuese a su encuentro. Firme y sin vacilación, comencé a seguir por una especie de túnel. Al ir caminando me pude percatar que ya no existía dolor alguno en mi cuerpo. Lo cual era bastante bueno.

Finalmente atravesé ese larguísimo túnel, encontrándome con un hermoso jardín.

Notando que mi vestimenta ahora era totalmente blanca, tanto los vaqueros, la camisa, corbata e incluso los converse. Nunca fui muy fanático de ese color, puesto que era algo complicado de lavar en caso de ensuciarse y madre mía que si no se ensucia ese pulcro color.

En mi vida he visto innumerables jardines, numerosas áreas verdes, flores y diferentes tipos de plantas...pero ese jardín parecía algo irreal.
Pues los colores, estaban a casi nada de cobrar vida.

Al recuperarme de esa grata sorpresa, comencé a inspeccionar ese bonito lugar, me sentía tan libre y feliz de estar ahí.

A lo lejos pude ver una enorme fuente, el sonido era relajante, el agua era cristalina y parecía estar fresca, tenía ganas de tomar de sus aguas tranquilas. Cuando estoy por llegar, me doy cuenta de la presencia de otra persona en este lugar.

Ahora que lo pienso, me parecía algo extraño no haberme encontrado con nadie.

Pero seguro, esa persona podría decirme en donde estoy.

Faltándome escasos pasos para llegar a esa fuente, con agrado puedo notar que la persona que estaba sentada en esa fuente era una encantadora jovencita.

Hasta ahora, he salido con innumerables chicas, cada una más hermosa que la anterior. Así que es algo difícil que la belleza de una chica pueda sorprenderme.
En especial cuando ella solo se la pasa alardeando de su apariencia.

Pero justo ahora, no estoy exagerando al decir que en mi vida conocí a una chica tan preciosa, como ella.

Bueno debo admitir que su vestimenta blanca era bastante estrafalaria y poco común, aunque en ella lucía tan bien.

Ella era delgada, su color de piel era tan claro, su cabello aqua, creo que así se le llama, pues era largo, atado a una hermosa trenza. Por desgracia no puedo definir el color de sus ojos, puesto que ella permanecía dormida, pero gracias a eso, me era posible admirar lo hermosas y largas que son sus pestañas.

Mientras seguía embelecado por su belleza, algo me hiso mirar abajo, encontrándome con una rosa roja de cristal.
Me incline para levantarla, notando con gran asombro que esta era realmente ligera.

El brillo que emanaba de su interior era tan asombroso.
Después de mirarlo detenidamente casi podía jurar que podía ver a una pareja de enamorados entrelazados de las manos.

Debo admitir que no me molestaba en lo absoluto contemplar esa hermosa escena.

Mirando nuevamente a esa jovencita, algo de sus manos llama mi atención. Puesto que las tenía juntas.

Melodía de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora