Reflejo de amor

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Miku y Len, eran buenos amigos. Prácticamente se conocieron antes de nacer, debido a que sus madres fueron compañeras de escuela y por azares del destino, terminaron siendo vecinos. Así que su convivencia era algo inevitable.

Miku era un año mayor que el pequeño Len, a pesar de eso su amistad era verdadera; nada mejor que la amistad pura de los niños.

Más que amigos se podría decir que eran como hermanos. Oh al menos así los consideraban sus familias.

En ocasiones, Len se quedaba a dormir en casa de Miku o bien ella podría quedarse en casa de Len. Ambos dormían en la misma cama, sus madres tenían numerosas fotos de ellos dormidos y quien no, cuando su expresión al dormir era la de dos pequeños angelitos.

Compartían mucho tiempo juntos, no solo durante la escuela; si no en el camino directo a casa. Sus conversaciones, sus juegos, sus travesuras, todos los momentos compartidos. Inclusive tenían un lugar secreto, ese mágico y hermoso lugar, en donde sus sueños de llegar a ser cantantes se podían realizar.

Ambos estaban emocionados, debido a que dentro de poco cursarían cuarto año de escuela. Bueno se supone que Len pasaría a tercero, pero gracias a sus calificaciones tan sobresalientes, estaba en el mismo grado que Miku.

Las vacaciones habían comenzado, nuestros dos pequeños protagonistas tenían todo planeado. Ninguno de sus días sería algo aburrido.
Ambos acordaron dejar para el final el matsuri de la flor de cerezo, un festival en donde no solo disfrutarían de suculentos platillos; si no que serían testigo de las flores de cerezo empezando a florecer.

Si ya sé que las flores entran en florecimiento con el inicio de la primavera... Pero algunos brotes tardaban un poco más

Todo sería divertido, nada podía salir mal. Oh al menos eso era lo que se esperaba.

Con el pasar de los días, Miku, empezó a notar que Len actuaba muy extraño, su actitud era diferente, ahora se le veía molesto, prácticamente no conversaba y se podía notar a simple vista, como él parecía triste y con la mirada perdida.

Pero lo más extraño, era que cuando Miku se le acercaba, intentaba abrazarlo o besarlo en la frente, Len simplemente evadía esas muestras de cariño. Actitud que comenzaba a lastimar a la pequeña Miku.

En una ocasión tras llegar del parque, Miku se estaba quitando los zapatos, en la puerta de entrada, cuando escucho la voz de sus padres.

-Estoy en casa.-Dijo Miku, colocándose sus pantuflas.
Pero ella no obtuvo respuesta, camino directo a la puerta de la cocina, cuando escucho algo que le causaría daño.

-No creo que sea conveniente decirle a Miku... Se pondrá triste.- dijo su madre.

-Lo sé, pero es necesario.- afirmo su padre.

-¿Qué cosa me tienen que decir papá?

Sus padres voltearon en dirección a donde se encontraba su pequeña hija, reaccionando bastante sorprendidos; es decir dentro de sus planes no esperaban su llegada, más bien bajo ningún motivo esperaban ser escuchados, pues usualmente cuando salía con Len tardaba más tiempo en llegar a casa.

-Miku, Se que será difícil lo que te vamos a decir- dijo su madre, inclinándose hasta llegar a la altura de su hija.

-Hija...- tratando de encontrar las palabras más indicadas, para no lastimarla.-Nos vamos a divorciar.- dijo su padre mirándola fijamente.

-Así que es solo eso.- los ojos de Miku, empezaron a llenarse de lagrimas, colocando al instante sus manitas sobre su cara para evitar que vieran su llanto.

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