- ¿Crees me queda bien? - le preguntó Abby.Amelia estaba acostada en su cama, leyendo un libro que le había obsequiado su padre por su cumpleaños, ese día. Pero la verdad no le importaba en absoluto. Él nunca estaba en casa y aquella noche no sería la excepción. Parecía importarle mucho más su trabajo que su propia hija... le aliviaba pensar que el año entrante sería mayor de edad y se iría al apartamento que su abuelo le había dejado como regalo antes de morir. Su padre nunca estaba en casa ahora que lo pensaba bien... pero, era su cumpleaños... y en ninguno había estado presente, pero este... ya no le dolía. Al carajo su padre y su estúpido carácter. Iría con Abby a una fiesta y se iría todo a la mierda.
- ¡Amelia!
- ¿Qué pasa?
- ¿Cómo me veo? - le preguntó su amiga dando una pequeña vuelta.
- Radiante.
- Lo sé. ¿Nos vamos ya?
- Cuando quieras.
Abby se acostó al lado de Amelia y le acarició la mejilla.
- Qué tu padre se joda Ame... no le des vuelta al asunto.
- No estoy pensando en eso...
- Mírame - le pidió.
- Abby... enserio.- Tu madre no va a decirle. Le dirá que comimos pastel y luego nada, vimos películas. No va a enterarse y si lo hace, que se joda.
- Es mi padre...
- Lo siento - dijo Abby poniéndose de pie -, pero se nos hace tarde, vámonos ya.
- Qué insoportable eres.
Abby salió a saludar a su novio que había pasado por ellas en su auto y Amelia fue a buscar a su madre, que estaba en el sofá viendo la tele. Tenía un pequeño cupcake en las manos. Amelia se sentó junto a ella y le dio un beso en la mejilla.
- Te amo mamá.
- Lo siento... tanto.
- Papá es un idiota mamá, pero eso no importa.
- ¿Vas a estar bien?
- Sabes que sé cuidarme.
- Cuídate si, sabes que mamá te ama.- Yo también te amo mami.
- Feliz cumpleaños.
Amelia se sintió un poco desolada. Dejar a su madre sola no la hacía sentir bien pero ella le dijo que era buena idea salir a festejar su cumpleaños pues era una fecha importante y la ausencia de su padre no iba a arruinar su día especial. Pero... la había notado rara, como nerviosa. ¿Nerviosa? No supo leerla. Sin embargo, sí notó la lágrima que se le escapó sin evitarlo y limpió rápidamente con la mano, con sutileza... que Amelia notó. ¿Por qué estaba triste su madre? Lo supo porque sus ojos estaban apagados, pero no le preguntó nada. Tal vez para evitar conversaciones incómodas que terminarían en un : Pero ya sabes como es... y no podría soportarlo. Le preguntaría al volver, pero le envió un mensaje de buenas noches:
- te amo mami.
- yo a ti.No le había dicho cariño. Siempre terminaba la frase con un 'cariño'... No entendía porque su madre se comportaba de tal manera... Abby tomó a Amelia por el brazo y la sacó de su celular. El lugar estaba repleto de gente, bebían, bailaban y la música estaba a todo volumen. Típica fiesta de adolescentes hormonales. Abby saludó a algunos y Amelia aprovechó para agarrar una cerveza y entrar en la casa. Era grande, espaciosa y lujosa. Era todo tan exclusivo y costoso, pudo darse cuenta. Así era todo. No había algo en el mundo que no estuviese influenciado por el dinero.
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Déjame ir
Kurgu OlmayanY cuando menos lo esperaba, allí estaba. En su mundo. En su vida. Y yo solo quería que me dejara en paz... que me dejara ir.