Capítulo 33: Estar Bien

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Richard cerró la puerta detrás de él. Sus manos estaban temblando, podía escuchar el sonido de los latidos de su corazón en sus oídos. Intentó tranquilizarse cerrando los ojos, pero la agitación de las paredes lo hacía difícil. Volteó hacia Evangeline quien tenía la espalda pegada a la pared, con una de sus manos en su pecho y la otra en su estómago, ya había prendido unas cuantas velas para poder ver mejor. Ella fue quien lo guio por la mansión Phantomhive hacia el sótano. Después de calmar su respiración, la doncella se dirigió hacia una puerta que estaba escondida.

Richard la siguió con la mirada una vez que su ojos se ajustaron a la poca luz que había, perdiéndose en cada movimiento que hacía. -Ten.- le dijo haciendo que su mirada se enfocara en un arma que tenía en su mano. -¿la sabes usar, no es así?

-Sí.- el metal hizo que se revolviera el estómago. El pensar que tendría que apretar el gatillo hacia una persona lo hacía sentir enfermo.

Evangeline le sonrió, podía sentir los nervios que Richard tenía. Al contrario de ella que los podía ocultar bastante bien, como se le había dicho que lo hiciera y como lo había aprendido hacer. -Vamos a estar bien, pero necesitamos ser valientes.

Ambos se sentaron en el suelo de madera viendo hacia la puerta, solo escuchando el sonido de las esculturas que Finnian lanzaba estrellándose con el piso. Ya estaban dentro de la casa. Evangeline estaba ansiosa por no poder estar con ellos, sabía que si iba solamente sería una carga, solo esperaba que las lecciones de puntería que había tomado con Mey-rin y Bard fueran útiles en caso de ser necesario.

-Mi madre y George están allá.- comentó cuando se escucharon algunos disparos. Seguían lejos, seguramente Bard estaba manteniéndolos a distancia de ellos.

Evangeline tomó la mano de Richard, era claro que estaba preocupado. Ella lo estaba a pesar de haber pasado por esa situación varias veces, aún así, era la primera vez que no estaba enfrentada a los intrusos. -Van a estar bien.

-Evy, ¿tú has disparado un arma a alguien?- Su tranquila actitud llamó su atención. Parecía estar analizando cada sonido que ocurría del otro lado de la puerta, como si esperara el momento perfecto para actuar.

-¿Vas a pensar diferente sobre mí si te digo la verdad?- Richard apretó su mano en respuesta. -No, no he disparado. Pero no quiere decir que tenga las manos limpias, las ensucié antes de llegar a trabajar a la mansión para el conde.

Dejó que las palabras que le acababan de decir se registraran en su mente antes de hacer la siguiente pregunta.- ¿Fue difícil?

-Me rompió el corazón.- Evangeline recordó lo que intentaba olvidar a veces creía que ya no la molestaría más pero constantemente regresaba a ella en forma de sueños, despertándola con respiración agitada y su frente sudada. -Lo más triste es que lo volvería a hacer. Para ser sincera, me hizo feliz y me dio tranquilidad, porque él ya no sufría.

Richard observó la expresión en su rostro sin saber qué decir hasta que otra pregunta le vino a la mente. -¿por qué lo haces ahora?- cuando terminó de hacer su pregunta, la expresión de Evangeline cambió de una pacífica a una preocupada.

El primer pensamiento que llegó a la mente de la doncella fue del conde y fue cuando volvió a sentir su ausencia, esa vez más fuerte y más dolorosa. Ella había matado por él, porque los asesinos que iban a la mansión lo buscaban y si era necesario la haría cuanta veces sean necesarias para que estuviera a salvo, para que estuviera con ella, ya que sin él, Evangeline seguiría siendo una simple ladrona sin un hogar al que pertenecer. Sería nadie. -No lo quiero perder.- musitó al borde del llanto.

Richard no dijo nada, ni siquiera la estaba viendo y ella no sabía si debía articular palabra o no. El silencio con el que le respondió la aturdía más que el ruido de la pelea que se estaba llevando a cabo en las plantas superiores de la mansión. No sabía el motivo por el cual el rechazo de Richard la asustara tanto para que sus manos temblaran. Tampoco hubo tiempo para que ninguno de los dos hablara, de un momento a otro Evangeline comenzó a sentir que su visión se volvía borrosa, los ruidos se escuchaban distantes y el dolor que había olvidado de pronto se intensificó. Cuando llevó su mano a donde estaba el dolor, sintió como la tela de su vestido estaba empapada y pegajosa. Ya había perdido bastante sangre y no se dio cuenta por todo lo que estaba sucediendo dentro de su mente y a fuera del sótano.

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⏰ Última actualización: Jul 31 ⏰

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