Capítulo 18: Un día agradable.

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-¿Qué más hace falta?- Mey-rin le preguntó al aire mientras se movía por toda la habitación con entusiasmo. -Esto puede ser útil. -Tomó una de las pocas piezas de joyería que le pertenecía, era un collar de plata, no era costoso pero si elegante y era muy hermoso para la vista. -¿Te gusta Evy?

Evangeline levantó la mirada de un libro de romance que tomó de la biblioteca hace tres días, lo había dejado Elizabeth en una de sus visitas. Sabía que no le molestaría que lo tomara para leerlo, siempre hablaba de la magnífica historia de amor entre los protagonistas y lo increíble que sería tener una así en la vida real, que Evangline lo interpretó como una indirecta cuando dejó el libro en los establos una vez que la acompañó antes de ser llevado por Sebastian al lugar correspondiente -Es muy bello, Mey.- le sonrió. Era su día libre por lo que ambas decidieron ir al mercado de un pueblito que se encontraba cerca. Podían usar el tiempo para ir a comer.

Mey-rin se acomodó los lentes para enfocar a la doncella. -No pareces muy entusiasmada por ir, ¿sucede algo?- Ella siempre sabía cuando algo le molestaba a la más pequeña, era un instinto de hermana mayor. Se acercó a ella para colocarle un saco café que iba ajuego con el vestido amarillo que llevaba puesto.

-Es que la historia es muy buena- rió  haciendo que Mey-rin le hiciera una mueca. Evangeline se levantó del banco en el que estaba para retocar su cabello que llevaba en una media cola. -¿Estás lista?

Era mediodía cuando ambas salieron de la habitación hacia la puerta de los empleados que están en la cocina para hacerles saber de su ida. -Recuerden que deben estar de regreso a las 8.- Sebastian les dijo aunque sabía que ambas eran más responsables que Bard y Finnian que extendieron su visita al pueblo dos horas más. Fue su idea que los empleados de la casa tomarán un descanso después de lo sucedido en la fiesta del conde para poder distraer su mente  de la milagrosa resurrección que tuvo. También se tomó en cuenta que Inglaterra podía ser peligrosa cuando oscurecía, por lo que fue la hora acordada entre los empleados de llegar, y aún así estar de descanso.

Subieron al carruaje que las esperaba afuera. Al contrario de Bard y Finnian ellas no sabían conducir uno por lo que el mayordomo les pidió uno para que no se les complicara ir.

No tardaron mucho en llegar, el pueblo está a media hora de la mansión. Mientras caminaban poco a poco se veían las nubes de aves negras siguiendolas. A Mey-rin le seguía pareciendo fascinante el hecho de que alguien tuviera una conexión tan fuerte con ellas, tanto que la protegían de lo que fuera.

El pequeño pueblo era muy alegre y pintoresco. Lo quisieron recorrer por un par de horas. No había tanta gente como en la capital por lo que caminar por el mercado era más fácil. Pasaron por un puesto donde vendían algunas de fruta cubierta por chocolate, Evangeline decidió comprar trozos de manzanas verdes cubiertas, mientras Mey-rin compró fresas cubiertas para comer mientras veían los diferentes vestidos, zapatos, y joyería en los aparadores.

-¿Hay algo que te guste?- Mey-rin preguntó. Ella no tuvo la oportunidad de vestir un hermoso vestido cuando era una joven como la doncella, siempre visto como hombre por lo que le entusiasmaba la idea de ir de compras.

-En realidad no. Podemos entrar, tal vez haya algo adentro.- sugirió. Ambas entraron a la tienda para ver el calzado, Mey-rin de inmediato vio unos zapatos con tacón bajo que le podían quedar a la doncella. Eran un diseño sencillo pero eran muy bonitos y definitivamente podían combinar con la ropa que Evangeline ya tenía por lo que le habló y le dió los zapatos  -¿Crees que me queden?

Le gustaron bastante. Mey-rin la tomó del brazo y la llevó a una silla para que se los midiera. Evangeline agradeció haberse puesto las medias más nuevas que tenía y también sirvió como recordatorio para ambas el tener que comprar al menos un nuevo par. -¿Qué tal, cómo los sientes?

-Un poco grandes, pero en si no están mal.-Evangeline se puso sus zapatos de nuevo.

Mey-rin dio un aplauso -Te quedarán bien cuando crezcas.

Las dos también buscaron un par de botas nuevas para Mey-rin,  a ella le gustaban más que los zapatos, además de que no se veían hechos para jóvenes de 15 años como los zapatos de Evangeline. También buscaron dos pares de medias para ambas. Las que tenían pronto se podían romper.

Cuando pagaron decidieron ir en búsqueda de un restaurante, estaban a punto de ser las tres y ambas querían irse a casa. A pesar de ser un día divertido y de disfrutar su tiempo juntas, ambas querían darse un baño y después irse a dormir un largo rato.

Pidieron una comida simple, Evangeline tuvo el típico platillo de pescado con papas fritas mientras Mey-rin tuvo una ensalada ya que  había comido algo algo antes de irse, al contrario de Evangeline. Para el postre compraron una rebanada de pastel de chocolate que se comieron entre las dos. La bebida fue una limonada fresca y dulce.

-Qué agradable ha sido este día.- comentó Mey-rin al tomar uno de los últimos  pedazos de pastel, Evangeline imitando sus movimientos sonrió estando  de acuerdo con ella. Era un descanso inesperado para los empleados, pero también era uno que creían que merecían. No todos los días ambas podían salir juntas.

Una vez terminada su comida ambas decidieron regresar nuevamente al mercado. Querían saber si podía haber algo más de su interés y ese fue el caso. -Mira esos combinan con tu collar.- señaló Evangeline caminando hacia la pequeña joyería que tenía unos pendientes de plata pequeños-No son costosos.

-No lo sé, no quisiera gastar todos mis ahorros.- Mey-rin dijo con decepción, eran perfectos para el collar. A pesar de que el conde les había dado dinero extra por la sugerencia de Sebastian, ya había comprado calzado y si seguían comprando lo más seguro era que se quedaría sin dinero.

-Puedo poner la mitad.- sugirió la doncella, pero al ver el rostro dudoso de Mey-rin le puso una condición para que aceptara la propuesta, aunque ella sabía que no  la iba a usar. -Si quieres podemos compartir los pendientes.

Mey-rin aceptó con una sonrisa llena de gratitud. Cuando se los dieron se los puso de inmediato. -¿Cómo se ven?

-Te ves hermosa.

La mayor soltó una risa que contagió a la doncella. Decidieron que ya había sido suficiente su viaje, por lo que pidieron un carruaje que las llevara nuevamente a la mansión.  -Gracias Evy.

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Aún faltaban algunas horas para la cena que Evangeline decidió acostarse en su cama para terminar el libro que comenzó tres días atrás. No sin antes quitarse los zapatos que tenía y aflojar un poco su corsé, que aunque no estaba apretado le incomodaba un poco. Quizá Mey-rin tenía razón cuando le comentó que pronto iba a crecer y debía darle más importancia al asunto, después de todo, cumpliría 16 años en algunos meses.

Sus ojos pasaron de la página que acaba de voltear hacia el baño donde escuchó a Mey-rin tararear. Tampoco pudo dejar de sonreír en el camino de regreso. Por lo que provocó una pequeña risa de Evangeline al recordar al gentil caballero que le dio una rosa a su amiga, y aunque Mey-rin lo negara la doncella sabía con toda seguridad que le había hecho el día.

Fue un día lleno de agradables momentos, pero lo que más iba a recordar sería a su buena amiga Mey-rin y lo mucho que disfrutaba de su compañía.

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Hola, ¿Cómo están? es la primera vez que  hablo por aquí.
Quiero saber si les gusta este tipo de capítulos donde se interactúa con los empleados de la mansión.
Si es así ¿Qué más les gustaría ver?

La Doncella de AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora