Capítulo 5

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Como sugerencia, podéis, si queréis, a partir de donde dice "La morena puso algo de música de fondo", escuchar Fortnight de Taylor Swift. ¡Disfrutad!

***

Siempre se había caracterizado por ser una persona puntual. Más que puntual, podría decirse. Nunca había sabido lo que era que la esperasen, ni había tenido que lidiar con las broncas de nadie por llegar tarde. Simplemente, prefería esperar y tener la tranquilidad de estar ahí a la hora que tocaba. Eso era así. Pero quizá aquella vez se había pasado.

Miró el reloj de nuevo y vio que solo habían pasado un par de minutos desde la última vez que lo había hecho. Las 9:09 marcaban las agujas en ese preciso instante, y ya llevaba ahí casi un cuarto de hora. Si ya sabía que Fina le había dicho que se encontrarían a las nueve y media, pero simplemente se había despertado pronto, había bajado a desayunar sin mucha demora, y había preparado su bolsa con todo lo necesario de forma ágil.

Mejor si ignoraba el hecho de que la noche anterior le había costado más de lo normal conciliar el sueño, rememorando una y otra vez la voz algo temblorosa de la chica que la tenía tan confundida los últimos días pidiéndole que se apuntara a su plan. Y mejor tampoco hablar de que se había despertado inusualmente temprano porque su cuerpo se había activado por sí mismo, incapaz de dormir por más tiempo, simplemente intrigado con la incertidumbre de lo que le depararía el día de hoy.

Por Dios, Marta, que tienes 35 años y pareces una adolescente por culpa de una completa desconocida.

Es que al parecer a todo su organismo le daban igual todas las señales que su cerebro le mandase. Iba por libre, como si no le perteneciese en absoluto. Como si lo que ella quisiera o intentara controlar fuese para otro lado. Desde luego que llevaba un par de días que ni siquiera podía reconocerse.

Se sentó en uno de los sillones que estaban distribuidos por el hall del edificio principal del complejo, donde había acordado con Fina que se encontrarían, y decidió pasar el rato que quedaba simplemente distrayéndose con el móvil. No era mucho de redes sociales, pero sí que les daba uso de vez en cuando para entretenerse en los ratos muertos como ese. Al menos así conseguía tener su mente distraída y el pulso bajo control.

No supo cuántos minutos pasaron, desde luego que no fueron muchos, hasta que notó una presencia acomodarse en la butaca que quedaba a su izquierda. No le dio importancia, imaginaba que era algún huésped que, como ella, esperaba a alguien. Nada más lejos de la realidad, porque de repente notó una cercanía que no era lógica para dos personas desconocidas, y acabó casi perdiendo el latido cuando al mirar por el rabillo del ojo, descubrió a Fina apoyada en el reposabrazos de su sillón mirándola fijamente. La luz artificial de las lámparas incidía en sus ojos de forma que se veían más claros que de costumbre, y de tan cerca podía distinguir algunas pecas sobre su nariz y sus mejillas. Es que la dejaba sin aliento.

- Hola -le saludó la chica de forma casual-, ¿esperas a alguien?

- Pues mira, sí -fue sincera-. Me han prometido un paseo en moto de agua, así que aquí estoy, a ver si aparece la anfitriona.

- ¿Paseo? -observó cómo la chica arrugaba la nariz- Fíjate que yo he alquilado unas motos de agua precisamente para hoy, pero no voy a pasear.

- Ah, ¿no? -se interesó- ¿Y a qué vas?

- Pues está claro: a competir -dijo como si fuese obvio, y ella arqueó las cejas, sujetándole la mirada.

- ¿Y pretendes que me sume a esa competición?

- No sé, ¿me esperabas a mí? -preguntó fingiendo inocencia, y ella soltó una risita antes de darle con el codo en el brazo que mantenía apoyado a su lado- Has llegado temprano.

Tus huellas en mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora