Capítulo 16

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A lo largo de su vida, sobre todo en su adolescencia, recordaba muchas ocasiones donde eventos marcados en el calendario habían hecho que ella iniciase una cuenta atrás, a veces incluso desde muchísimos meses antes, sobre todo cuando era para un acontecimiento realmente importante o emocionante. Podía acordarse con absoluto detalle de aquella vez que se dedicó a ir tachando día a día en el calendario que su padre colgaba por costumbre en la cocina de su casa todos los que faltaban hasta el once de octubre de dos mil seis. Aquel concierto de La Oreja de Van Gogh para el que ella y sus amigas habían conseguido entradas. Su primera vez en un concierto sin supervisión parental y una de las experiencias más chulas que recordaba. También, al terminar el grado de guion cinematográfico y su consiguiente trabajo final, ella lo había hecho restando los días, porque le solían poner nerviosa los exámenes y más cuando era para algo tan definitivo. Al final, había sacado un 9,6 en aquel trabajo y todo terminó con un viaje con sus compañeros de carrera para celebrar sus triunfos en conjunto.

Todo eran cuentas atrás para cosas importantes y emocionantes, sí, pero en esos instantes se encontraba ante la primera vez que había tenido que poner en marcha una cuenta atrás para algo importante, pero que de emocionante tenía poco. Esos cuatro días que quedaban de vacaciones le atemorizaban como pocas cosas lo habían hecho, porque aquel paraíso en que se había convertido Lloret de Mar gracias a Fina estaba a punto de acabar y no tenía ni la más remota idea de lo que vendría después. Una montaña de quehaceres y tareas en su trabajo, sí, pero ¿y ellas? ¿Cómo iban a poder llevarlo? ¿Se le daría bien mantener una relación a distancia? Se habían confesado todo lo que sentían por la otra, eso desde luego, y casi que no había hecho falta porque estaba a la vista para todo el que mirase, aunque fuera de reojo, pero ¿mantenían una relación?

Todo lo que estaban viviendo, y cómo lo que pasaba entre ellas había evolucionado le hacía pensar que sí. Que no necesitaban ponerle ningún nombre, porque todo estaba surgiendo de forma natural, y que lo que tuviese que pasar iba a ser marcado por su propio cauce. Así que se repetía una y otra vez que se dejara de pensar tanto y aprovechase para disfrutar de esos últimos días pasando las veinticuatro horas a su lado. Todo lo demás vendría dado.

Por eso estaba en esos momentos en la playa junto a ella y Carmen y Claudia, que habían querido aprovechar los pocos rayos del sol que el pronóstico meteorológico les concedía para ese día. Todo parecía indicar que, a partir de la hora de comer, los nubarrones y la lluvia tomarían protagonismo y los planes veraniegos quedarían postergados hasta el día siguiente. Así que allí estaban, en aquellas hamacas que ya parecían tener su nombre escrito, e incluso le había hecho gracia que Carmen se supiese el nombre e interactuase con cierta confianza con Adrián, el chico de las hamacas. Muestra de cómo aquellas tres habían aprovechado el tiempo de sus vacaciones.

Se tumbó en su hamaca después de que Fina le aplicase crema por la espalda, y la observó fijamente mientras la chica continuaba de pie. Le era imposible no fijarse en su cuerpo y en sus curvas, y más aún cuando la tenía delante de ese modo. No podía verla, porque miraba hacia otro lado mientras comentaba algo con Claudia, no sabía el qué, pero le salió solo un pequeño puchero, porque quería que se sentase en la hamaca con ella como habían hecho otras veces, pero no le parecía que fuera a ser así. Su amiga le dijo algo y la morena asintió con firmeza y algo de emoción antes de girarse hacia ella y hacia Carmen, que llevaba ya unos minutos tumbada bajo el sol en su particular rito de bronceado.

— Claudia y yo vamos a ir a la caseta de los deportes acuáticos que hay más hacia allá —expuso, indicando con el brazo la dirección en la que se refería—. Que nos queda nada de días aquí y nos gustaría hacer alguna actividad más —añadió, y aunque lo dijo en voz alta, la miraba a ella, así que asintió, porque no le parecía mala idea.

Tus huellas en mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora