𝟱: 𝗠𝗮𝘀𝘁𝘂𝗿𝗯𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗮𝗹 𝗽𝗮𝘀𝗶𝘃𝗼

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(...)

Fang no podía parar de pensar en ese momento tan íntimo que había tenido con su novio anteriormente.

La noche era fría, los árboles retorciéndose por el viento se podían escuchar desde afuera, los tifones  no estaban de su lado.

Y por otro lado, Buster estaba acostado, durmiendo sin preocupaciones, gozando de su cuerpo envuelto por las sábanas. Que envidia sentía Fang.

¿Por qué el era el único que estaba pensando de más sobre ese tema?, pensaba Fang, moviéndose varías veces sobre la cama, encontrando imposible una posición cómoda para poder dormir bien.

Simplemente no podía soportarlo. Buster siempre parecía estar en su mundo, distraído, despreocupado, como si no le importara tan siquiera un poco atender las necesidades de su novio.

Fang amaba a Buster, conocía todo de el, y sabía lo tímido que podía llegar a ser, pero jamás imagino que tanto. ¿Tanto asco le daba tocar su cuerpo?, el asiático no lo entendía, el tenía un buen cuerpo, musculoso y esbelto.

Muchos pensamientos, y negativos, se hacían presentes en la mente del peliazul, alejándolo del placer de dormir.

Su cabeza estaba revuelta, y necesitaba a Buster, pero este siempre permanecía estar donde siempre estaba, en su mundo risueño.

Y claro, no lo iba despertar solamente para sus tontas necesidades.

Pero siempre hay luz entre tanta oscuridad.
Milagrosamente, Buster se había levantado de la cama, al parecer iba al baño, y entonces, los focos de Fang se prendieron. No iba a desperdiciar la oportunidad de hablar con Buster sobre lo que lo atormentaba.

El pelinaranja no tardó mucho afuera de la habitación, pues regreso al instante, acostándose de nuevo, creyendo que su novio estaba dormido.

Era momento de atacar, pensó Fang.
—Oye, Buster—
Llamó débilmente, recargando su rostro sobre su brazo, viendo al pelinaranja acostarse.

—¿Si?—Respondió somnoliento.

El asiático se sonrojó y pensó antes de hablar, pero su deseo era mucho mas grande, o la calentura, quién sabe.

Ante tal dilema, Fang se posicionó arriba de Buster.—¿Me amas?—Preguntó, mirando fijamente a su contrario. Este mismo estaba sonrojado, sus ojos se abrieron como platos. La posición tan sugerente lo tomó por sorpresa.

—Si...—Confirmó, tartamudeando.

Fang sonrió nerviosamente, tratando de eliminar la tensión con un beso, pero estaba mas ansioso como para un simple beso.

Y Buster estaba igual, ansioso, reprimido.
Jamás había tenido que enfrentar un momento como este en sus veintitrés años de vida, obviamente no sabía como reaccionar.

Por otro lado, Fang si sabía como tomar el control en este tipo de situaciones, pero la presión, o lo que fuese, le ganaba.

En un pequeño lapso de cinco minutos, Fang se separó del beso, jadeante y sin palabras para expresar lo que sentía.

—Q-Quiero que me toques.—Confesó sonrojado, con la mirada perdida, aferrándose al pecho del cinéfilo.

Buster no procesaba lo que pasaba, tal vez solo estaba nervioso porque jamás había experimentado de esta forma.

Sin tantas agallas, agarró decidido la cadera de Fang, su agarre era brusco.
—B-Bien...—Habló, temblante y haciendo desaparecer al Buster tan radical que todo conocían. Ahora solo era un pobre chico sin experiencia alguna.

—Espera, no lo hagas si no qu- El asiático no quería que su novio se sintiera obligado o algo asi, pero el se le había adelantado. Su voz fue interrumpida por un descuidado toque en su parte baja, resaltando un gemido en sus cuerdas vocales. Ese sonido jamás se borraría de la mente de Buster.

Fang estaba sorprendido ante tal toque, tan desesperado, el esperaba que Buster fuera mas gentil. Parecía que no conocía la naturaleza tan salvaje del chico cinéfilo.

Buster empezó a masajear suavemente la entrepierna de su novio, mordiendo su labio, mirando a otro lado para evitar ver los ojos suplicantes de su novio. Realmente le daba vergüenza hacer todo esto.

Y mas, porque de verdad lo deseaba, amaba el cuerpo del karateca, aunque no lo demuestre.

Fang disfrutaba, solamente. Ahora no estaba tan pensativo como anteriormente lo estaba, su ansiedad se había calmado gracias al intenso toque del pelinaranja.

Sin decir nada, devoraba la piel del chico con tan solo sus manos, enterrandolas como si fuera un lobo hambriento.

Buster parecía estar soltando su verdadero espíritu,  tocando, explorando sobre la tela, ansiando tocar mas alla de su alma.

Sus colmillos bajaron hacia el cuello ajeno, recordando esa aquella vez, pero ahora con mas pasión.

El peliazul no podía pedir más, estaba contento con tan solo el toque del pelinaranja, podía sentir que estaba a punto de venirse con solo unos cuantos toques superficiales.

Para Buster no sería suficiente unos toqueteos simplemente.

Sin abusar tanto del poder que se manifestaba en el, miró con ojos suplicantes a Fang—¿Puedo?— Preguntó el.

La respuesta era obvia, a lo que no perdió el tiempo. Sus manos se volvieron ansiosas, sacando aquélla pijama molesta, dejando salir toda la hombría del asiático.

Buster centró su mirada en esa parte, tragando en seco, y empezando a tocarla, como si nunca la hubiera visto antes.

Eso era lo que faltaba, pasión, la cual nunca se sentía ni aunque los dos estuvieran desnudos, en la misma habitación.

Buster conocía el cuerpo de su novio a la perfección, pero jamás vio en ese ángulo, le daba asco aceptarlo, ¿y si lo hacía sentir incómodo?, pensaba siempre el pelinaranja.

Pero ahora sus pensamientos volaban, las estrellas parecían visitarlos.

La reacción de Fang no era tan diferente, pues sus ojos se iluminaban y su voz se retorcía, sintiendo ese placer de ser tocado por primera vez por el amor de su vida.

Gimió calladamente, aferrándose a las sábanas, entregando su cuerpo a su novio, su todo.

Y siguió tocando, jalando, provocando una fricción que revelaba el lado oscuro de ambos chicos.
—M-mas...—Pidió en voz baja, tratando de aguantar sus gemidos.

Buster asintió, tocando bruscamente, lamiendo sus labios mientras veía tal escena. Era simplemente un manjar.

Entonces, agarro el ritmo. Aún estaba inseguro de si mismo, pero también quería complacer a la dulzura que tenía entre sus brazos.

—Que lindo eres...—Murmuró el cinéfilo, cerrando sus ojos y jalando con más fuerza al peliazul, haciéndolo tocar el cielo.

No fueron necesarios unos gemidos más para que Buster supiera que Fang ya se iba a venir, a lo que lo hizo sonreír, acercando su rostro para capturar los labios de su novio, estimulandolo, y uniendo sus labios en una pasión inimaginable.

En ese apasionado beso, la carga de Fang salió de forma satisfactoria, manchando un poco su ropa. Lástima que la iba a tener que cambiar, eran sus boxers favoritos.

Por fin, Fang ya estaba flácido, pero, Buster no. Su entrepierna parecía una piedra de lo duro que estaba. Iba a tomar iniciativa pero... Fang ya estado durmiendo.

—Pinche puto, terminas y te duermes.— Murmuró riendo Buster, acariciando la mejilla de su novio. Lastimosamente Buster tenía que resolver su propio problema solo.

(...)

¡Disfruten!, disculpen por la tardanza.

𝟯𝟬 𝗗𝗶́𝗮𝘀 𝗢𝗧𝗣 | 𝗕𝘂𝘀𝘁𝗮𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora