𝟭𝟬: 𝗘𝗻 𝗰𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼

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(...)

Ese revolcón de anoche había sido el momento más especial que Buster y Fang habían experimentado en toda la vida de su relación.

No solo fue sexo, si no, hacer el amor. La lujuria, la pasión y el amor se habían fusionado esa noche.

El sentimiento era tan fuerte que, había convertido a Buster un esclavo de los orgasmos que eran provocados por el extenso placer construido por el deseo de ambos hombres.

Anhelaba hacer el amor con su novio nuevamente, y siempre pensaba en eso. El cuerpo irresistible de Fang siempre permanecía en el lugar mas profundo de su mente.

Solo que, el trabajo los consumía. La racha había sido tan buena que agotaba.

Desde esa increíble noche, los dos se dedicaron a trabajar arduamente en el cine.

Mientras Buster reproducía películas en el proyector, y reparaba algunos otros para convertirlos en los mejores de la máxima calidad posible, Fang vendía todos los aperitivos con su característico carisma.

Era obvio que los dos terminaban cansados de sus puestos tan estresantes que su trabajo requería, lamentablemente hacía falta personal.

Pero el hecho de que los dos estuvieran cansados, no quería decir que ya no coquetearan o se lanzarán algunas miradas que decían mucho.

Reconocían sus intereses en sus orbes tan ardientes de pasión, y esta vez no sería diferente.

La proyección de la noche había terminado, y eso solo quería decir que Fang tendría que volver a regresar a hacer su trabajo de limpieza.

El peliazul arrastró sus pies cansados hasta la sala, la cual no estaba tan sucia, solo necesitaba una buena barrida y trapeada, algo con lo que Fang ya estaba familiarizado.

Movió la herramienta sin mucho esfuerzo, arrastrándola por todo el piso de la sala.

La gran pantalla estaba oscura y casi no se podía ver nada, por lo cual Fang no podía detectar casi nada, y las luces led rojas no ayudaban.

Tenía unos audífonos puestos, la música aliviaba sus pensamientos mientras limpiaba como un esclavo.

Solo que eso lo desconcentraba de todo lo que pasaba a su alrededor.

Unas manos grandes envolvieron su cintura. El agarre provocó un gruñido casi fantasma por parte de Fang.

Lo hizo reaccionar, quitando rápidamente su accesorio.— Que tonto eres.— Insultó con clara broma.

Buster rió, aceptando que se había aprovechado de lo despistado que Fang era, queriendo darle un pequeño susto. 

—Perdón.— Se disculpó con franqueza, agarrando a Fang por la cintura, uniendolo en un abrazo tan acogedor.

—Nah, no te preocupes, al menos ya me siento mas relajado, jeje.— Habló, aceptando el abrazo.

Buster sonrió y soltó a Fang.—¿Hoy vas a trabajar en el arcade?— Preguntó, buscando una pequeña excusa para hacer "cositas".

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𝟯𝟬 𝗗𝗶́𝗮𝘀 𝗢𝗧𝗣 | 𝗕𝘂𝘀𝘁𝗮𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora