「 09 」

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—Entonces... —Freen Sarocha jugó con sus manos—. ¿Quieres acompañarme a la apertura del centro comercial?

—Queda muy lejos, no sé —se movió en la cama de la pelinegra.

—¿Es en serio? Becbec, estamos a tres malditas cuadras —rio—. Vamos, es uno de mis mejores proyectos...

—Déjame lo pienso. ¿Cuándo es? —se rascó el abdomen.

—Mañana —respondió.

—¡No llegamos! Nos tenemos que quedar a dormir —se estiró.

—Son la una de la tarde y tenemos más de veinticuatro horas...

—Bueno, ganaste —sonrió—. Quiero ver qué te vas a poner —guiñó un ojo.

—Tengo unos outfits pensados. Espérame aquí —dijo emocionada y salió corriendo de la habitación, yendo hasta su guardarropa.

Volvió al cabo de cinco minutos con varias prendas entre sus manos y bajo la atenta mirada de Becky, empezó a quitarse la ropa.

Claro está que no tenía percepción del efecto que tenía sobre la castaña.

—¿Qué opinas de este? —se dio una vuelta.

Un cardigan azul con una camisa blanca debajo y unos jeans negros ajustados, zapatillas y un saco gris.

—Me gusta.

Volvió a desvestirse, tomando esta vez un jean color azul clarito junto a una camisa roja y zapatos negros junto a un saco del mismo color.

—¿Y?

—También me gusta —lo miró de arriba a abajo, era malditamente preciosa.

Volvió a desvestirse y esta vez Rebecca Armstrong habló antes de que tomase el outfit restante.

—Así me gusta más —se relamió el labio, su mirada fija en la silueta de la pelinegra.

Freen Sarocha se sonrojó por completo e hizo el amague de cubrirse pero, en pocos segundos, Becky estaba frente a ella besándol y no pudo hacer más que corresponder bobamente. Gimoteó levemente al sentir cómo las grandes manos de la castaña apretaban sus nalgas con fuerza y se aferró a sus hombros.

Cuando se separaron, el rostro de Freen estaba hormigueando y Rebecca de los dos sin dudas quería más pero, maldición, no sabía hablar.

—¿Quieres seguir adelante? —Freen la miró con ojitos brillosos—. Sé en lo que piensas y también que no sabes cómo decirlo.

Sonrojándose levemente, Becky asintió y volvió a besarla, comenzando a caminar hasta la cama donde nuevamente perdió la poca vergüenza del momento y arrojó a Freen en la misma.

—E-Espera... —jadeó la pelinegra—. N-No es j-justo que yo sea la única desnuda —la miró fijamente, siendo que la menor ya se había deshecho de su ropa dejándola como vino al mundo.

—¿Por qué no? —se acomodó entre sus piernas, posando sus manos a los costados de su cabeza.

—P-Porque no... —respondió haciendo puchero—. ¡Ah!~ —la mano de la menor apretó uno de sus muslos y comenzó a moverse.

Se aferró a su playera cuando los movimientos comenzaron a ser más fuertes; debido a la posición en la que se encontraban, los gemidos de Freen Sarocha resonaban en el oído de Becky, quien estaba más que encantada con el sonido de su dulce voz.

—Uhm... —jadeó cuando los grandes dedos de la tatuada rozaron su entrada.

—¿Tienes lubricante? —jadeó la castaña.

Becky's garage ┊ BeckFreen G!P┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora