—¿Cuál sería nuestro título? Salimos, pero nunca hablamos de esto —preguntó Becky, detrás de ella en el sofá.
—La respuesta es fácil —se encogió de hombros—. Somos novias —se giró para poder mirarla—. ¿Estás bien con eso?
—Me hubiese gustado pedírtelo de una forma más linda... —rio.
—No hace falta Becbec, tú eres linda conmigo todos los días —le dio un piquito—. Mañana cumpliremos... —hizo una pausa—. Nueve meses de conocernos, y ahora de noviazgo. Eso no es lo importante —acarició su cabello—. Pero me conformo con ir a ver una película al cine, o al parque de diversiones. Tienen una montaña rusa que es buenísima.
—Mañana... Podemos hacer las dos... —pasó su brazo por la cintura ajena y posó su mano en su lindo vientre, un poco hinchado puesto que recién habían almorzado—. ¿Quieres?
—Sip —se acurrucó más contra el pecho de la mecánica.
Por ser domingo, estaban acurrucadas haciendo cucharita mientras que afuera llovía.
—Mi chica gardenia es tan linda~ —depositó pequeños besos en el cuello de Freen, quien solamente reía por las cosquillas.
—Te quiero, mucho... —puso su mano sobre la ajena, que estaba llena de tatuajes—. Aunque si lo pienso mejor... Podría ser amor —rio.
Becky se puso rojísima mientras que sin quererlo, también se puso ansiosa y feliz. Hace muchísimo tiempo que no se sentía tan bien, y mucho menos amada. Iba a llorar.
Tanto tiempo solo la había afectado, demasiado.
—¿Sabes qué? Sí, sí es amor —se dio vuelta, quedando cara a cara con Rebecca Armstrong—. Te amo —sonrió y al instante se borró al ver que había lágrimas en el rostro de la menor—. ¿Por qué lloras? —sonó preocupada.
—N-Nada... Es que y-yo también te amo... —la abrazó con fuerza.
Freen Sarocha no dijo nada más, simplemente correspondió su abrazo y secó con suavidad sus lágrimas, besando sus mejillas luego.
Al día siguiente, Sarocha concluyó que necesitaba ir a su hogar, debía ver que todo estuviese en orden y eso.
—Becbec... Iré a mi casa, te espero a las ocho —le dio un tierno beso en los labios antes de salir por la puerta.
Prontamente, sintió un apretón en el trasero y se dio vuelta sólo para ver a Becky guiñándole el ojo mientras sonreía juguetonamente.
—Nos vemos, gardenia —rio—. Te amo.
—Yo más —sonrió de vuelta y se dirigió a su auto, adentrándose en el mismo para luego arrancar y comenzar a manejar hacia su casa.
Al llegar, resolvió varios papeleos que tenía pendientes y luego terminó por darse un baño, durmiéndose un rato en la bañera y saliendo con las manos arrugadas. Para cuando finalizó sus pendientes, faltaban quince para las ocho e involuntariamente sonrió.
Estaba poniéndose su saco cuando el timbre sonó. Y faltaban cinco para las ocho por lo que abrió emocionada, pensando que era su linda mecánica.
—Ah, hola, Henry —aunque no quiso, su cara se transformó de inmediato a una seria.
—Hola, Freen —le sonrió.
Ciertamente, Henry era alto, lindo, castaño con ojos marrones y tenía una sonrisa muy linda. Pero Freen siempre llegaba a la misma conclusión; además de que podía ser su hermano, no era Becky.
—¿Qué sucede? —habló seco.
Ya, no tenía ganas de verlo. No luego de que hace unos días tratara de darle un beso, maldición. No le había dicho nada a Rebecca Armstrong porque era algo menor, y no solo el problema, sino que Henry también era un niño aún.
—Pregunta mi mamá si no tienes azúcar... —lo miró—. Dice que después te lo devuelve... —Sarocha asintió.
Volvió a entrar a su casa y esta vez tomó sus llaves además de su billetera por si acaso y una de las bolsas de azúcar de la alacena, ya que el otro día en el súper había comprado como cinco; ni sabe para qué porque no las usa y Becky tampoco.
—Toma, llévasela —le tendió la bolsa, cerrándola—. Dile a tu madre que no hace falta —le sonrió.
La mamá de Henry si le caía bien, era una señora joven y amorosa.
—Bien, gracias —se acercó a ella para despedirlo—. Adiós —y ni la mismísima Freen Sarocha sabe cómo Henry terminó besándola.
Lo que sí sabe, es que separó tan rápido como pudo y le dio una bofetada tan fuerte aHenry que lo dejó sentado en el piso.
—Mira, como vuelvas a hacer eso te juro que te voy a arrancar los labios con un tenedor —lo miró mal—. Tú debes entender que si no te golpeé aquella vez fue porque había gente y odio hacer escándalos —gruñó—. No saldré contigo porque podrías ser mi hermano, y aunque la edad no importe y blablabla con esas mierdas, yo ya tengo a alguien —su tono era alto—. Llévale eso a tu madre, que descansen.
Seguidamente, levantó la vista para ver a su chico en el cordón de la calle.
Mientras tanto, Becky veía la escena medio sorprendido y a la vez se reía desde su motocicleta. Sorprendida por cómo había sonado el golpe y riéndose porque la carita enojada de Freen era adorable.
—Ya viste todo, no tengo nada que explicar. Vámonos, cielo —le dio un beso.
—Cómo ordene, mi reina —rio la menor ante el tono que había usado Freen.
Así, ambas se subieron al vehículo y partieron hacia la feria, que estaba cerca del lago al otro lado de la ciudad con rapidez.
Freen Sarocha disfrutaba del aire y el agradable paisaje, ya que estaba repleto de pinos y demás. En la ciudad, no había muchas áreas verdes por lo que le era fácil sentirse ahogada, por eso su decisión de mudarse al pueblo.
—¿Te gustó el viaje? —preguntó cuando se bajaron.
—Sí. Es realmente agradable, el aire se siente muy distinto... —sonrió.
—Eso es bueno, entonces —acarició su cabello antes de tomar su mano y comenzar a caminar.
Todo era tan acogedor a su parecer, no había demasiado bullicio, pero tampoco estaba vacío y aunque era un poco más fresco debido al lago, aún era genial.
En la ciudad eran mega ferias repletas por completo y había filas que daban para horas y horas.
—¿A cuál deberíamos ir primero? —preguntó Rebecca Armstrong.
La respuesta fue clara, la montaña rusa. Y luego siguieron los autos chocones, luego otras atracciones de altura, y para el último dejó los juegos donde podían ganar peluches.
Becky se frustró al no poder sacar ninguno para su novia, pero Freen terminó sacando un montón, tanto que separó dos para Aquiles.
—No se vale, tú eres muy buena en esto —gruñó.
—Y tú te enojas rápido. Disfruta. Volveremos a casa con muchos peluches, aunque la verdad... Mi peluche favorito eres tú —se aferró a su brazo mientras le sonreía.
Becky bajó la mirada para poder admirarla y sonrió inmensamente.
Porque no podía evitar enamorarse cada vez más de ella.
—Me amas, ¿verdad? —le preguntó, sus ojos brillaban.
—Con todo lo que soy —le respondió—. Mi lindo tambor, me haces feliz —sonrió.
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Becky's garage ┊ BeckFreen G!P┊
FanfictionEn un tranquilo pueblo a los costados de la carretera, se halla el taller de Becky. Tiene un pésimo carácter; es gruñona, prepotente, bruta y amargada. No tiene otros intereses que no sean su perro, los autos y las flores. Eso, y que odia a los niño...