「 08 」

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Habían pasado dos semanas desde aquel beso que Becky le había dado y tanto le gustó.

No habían hablado de ello, claro que no. Pero sí lo habían repetido.

Se sentía lindo, puesto que Becky no era alguien muy cariñosa o no siempre, usualmente solía estar seria y responder de forma seca, aunque esto último aún lo hacía, pero siempre le enviaba mensajes para ver si había llegado bien a casa, si había comido, sobre su estado de ánimo, salud y entre otros.

En persona igual solía preguntárselo, pero prefería apreciar a la chica gardenia con detenimiento, mientras tomaba su mano y se recostaba en sus piernas.

-—Oh, ¿todavía no follaron? —preguntó Heng.

—¡No! —rio—. Vamos, no todo gira en torno al sexo, idiota.

—Pero apuesto que te mueres por tenerla dentro —dijo con voz graciosa—. ¡Oh, mecánica, lléname de aceite, mamita rica! —hizo un intento de imitar la voz de Freen.

—¡Hey! ¡Detente! —comenzó a reírse con fuerza, Heng era todo un caso.

—No, pero en serio, ¿solo besos?

—Y siestas, muuuy largas siestas —sonrió—. Hace tiempo que no dormía tan bien.

—Eso es genial, ¿y cómo llevas tus horarios de desayuno, almuerzo, merienda y cena? —preguntó como siempre.

Ellos eran mejores amigos desde jardín de infantes, y sabía lo irresponsable que podía ser en cuanto a su cuerpo. Siempre que pudo trató de hacer que cambiara sus horarios para mejor, pero hasta el día de hoy no podía.

—De hecho, he estado comiendo bien —pensó—. Becky cocina rico, y cuando no está conmigo suele mandar algún recordatorio de que debo comer o algo así...

—Ah, ¿y a ella si le haces caso? —se tocó el pecho—. Maldita mapache desgraciada...

—Es distinto... Sólo, no sé... —rio—. Si yo te digo, Heng no hagas chistes sexuales tú me dirás "okay no lo haré" y luego harás uno, pero si Billy o Babe te dicen "no lo hagas" puedo dar fe que no lo harás.

—En realidad, seguiría haciéndolo porque esos chistes son parte de mí —rio—. Pero entiendo tu punto, y sé que yo haría lo mismo.

—En fin, te dejo porque Becky tuvo que ir de emergencia a la ciudad por unos repuestos y debo darle de comer a Aquiles —suspiró—. Me dijo que a eso de las cinco ya estaría aquí.

—Oow, hasta tienes sus llaves, que lindas son.

—Cualquiera podría tener su llave porque está debajo del mugroso tapete de la entrada —negó, debería decirle nuevamente que aquel no era un lugar seguro para dejarla.

Se dijeron un par de palabras más antes de que Freen Sarocha colgara la llamada y tomara las llaves de su auto.

—Bien, si todo sale como planeo, la merienda estará lista para las cinco —bostezó una vez entró a la casa de Becky.

Todo estaba en orden y en eso apareció Aquiles corriendo hacia ella, sentándola en el piso.

—Mierda, Aquiles, yo te quiero pero no eres pequeñito. Yo sí —acarició su cabeza cuando se levantó del suelo.

El perro simplemente se puso a saltar y a extender su cabeza para recibir más cariñitos. En cierta forma era igual a Becky cuando le tomaba las manos y le decía que jugara con su cabello.

Alimentó a Aquiles con la ración que Rebecca Armstrong le había indicado y esperó a que terminara de comer para acostarse en el sofá.

Unos minutos después, sintió peso sobre ella y se percató de que era el perro, acomodándose sobre ella como si fuera una cama. No se quejó porque así estaba calentita.

Becky's garage ┊ BeckFreen G!P┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora