Habían pasado seis meses desde que Nabi y Jungkook habían tenido aquella charla. Durante este tiempo, la relación entre ellos se había fortalecido aún más, y Jungkook había hecho grandes esfuerzos para controlar su naturaleza posesiva. Había aprendido a confiar más en su esposa y en las personas que los rodeaban, aunque seguía siendo muy protector con ella y su bebé.
Una noche, Jungkook decidió llevar a Nabi a cenar a su restaurante favorito para celebrar el inminente nacimiento de su hijo. La cena transcurrió en un ambiente de felicidad y expectación, ambos disfrutando de la compañía del otro y de los pequeños movimientos del bebé dentro de Nabi.
—¿Estás cómoda, amor? —preguntó Jungkook, mirándola con ternura.
—Sí, estoy bien. Solo un poco cansada, pero feliz de estar aquí contigo —respondió, sonriendo.
Después de la cena, regresaron a casa, donde se prepararon para dormir. Jungkook ayudó a su esposa a ponerse cómoda en la cama, colocando almohadas alrededor de ella para asegurarse de que estuviera bien apoyada.
—No puedo creer que pronto seremos tres —dijo Jungkook, acariciando suavemente la pancita de Nabi.
—Yo tampoco. Ha sido un viaje largo, pero estoy tan emocionada de conocer a nuestro bebé —respondió, colocando su mano sobre la de Jungkook.
Se quedaron hablando sobre el bebé, imaginando cómo sería y discutiendo posibles nombres. Jungkook no podía ocultar su emoción, mientras Nabi sonreía, disfrutando del momento.
—Creo que iré al baño antes de dormir —dijo ella, levantándose con cuidado.
Sin embargo, al ponerse de pie, sintió un líquido caliente que le bajaba por la pierna. Miró hacia abajo y su corazón comenzó a latir con fuerza al darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
—Jungkook... —empezó a decir, pero su voz se quebró.
Jungkook, que estaba acomodándose en la cama, se giró para mirarla.
—¿Te has hecho pis? —preguntó, riendo suavemente.
Nabi lo miró con ojos grandes y asustados, agarrándose la barriga mientras una contracción la golpeaba.
—¡He roto fuente, Jungkook! ¡Necesitamos ir al hospital ahora! —gritó, su voz llena de urgencia y dolor.
Jungkook se quedó paralizado por un momento, asimilando lo que acababa de escuchar. Luego, con un pánico evidente en su rostro, saltó de la cama y corrió hacia su esposa.
—¡Dios mío, lo siento! ¡Vamos, tenemos que ir! —dijo, levantándola en brazos con cuidado.
La llevó rápidamente hasta el coche, asegurándose de que estuviera cómoda antes de subirse al asiento del conductor y arrancar a toda velocidad hacia el hospital. Durante el trayecto, Jungkook trataba de mantener la calma, aunque sus manos temblaban ligeramente en el volante.
—Cariño, Nabi. Ya casi llegamos —decía, intentando tranquilizarla y a sí mismo.
Al llegar al hospital, el personal médico los recibió de inmediato. Jungkook explicó la situación con rapidez y Nabi fue llevada a una sala de parto. Jungkook permaneció a su lado, sosteniendo su mano y dándole ánimos mientras las contracciones se intensificaban.
—Estoy aquí contigo, mi amor. Todo va a salir bien, estaré aqui cerca —le susurraba, aunque él mismo estaba al borde de las lágrimas por la preocupación y la emoción.
Las horas pasaron lentamente. Jungkook encontraba en la sala esperando a que le dieran noticias. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el doctor entró en la sala con una sonrisa.
—Señor Jeon, felicidades. Su hijo ha nacido sano y fuerte —anunció, causando un alivio y alegría inmensa en Jungkook.
Con lágrimas en los ojos, Jungkook siguió al doctor hasta la habitación donde Nabi descansaba con su bebé en brazos. Al entrar, sintió que el mundo entero se detenía al ver a su esposa acunando a su hijo, su rostro iluminado por una sonrisa de pura felicidad.
—Cariño... —susurró, acercándose lentamente.
Ella levantó la mirada, sus ojos también llenos de lágrimas.
—Jungkook, conoce a nuestro hijo —dijo suavemente, mostrándole al pequeño envuelto en una manta.
Jungkook se arrodilló junto a la cama, acariciando con cuidado la mejilla del bebé, sus lágrimas cayendo sin control.
—Es perfecto... es increíble —dijo entre sollozos, besando la frente de su hijo y luego la de su esposa.
Ella sonrió, conmovida por la emoción de Jungkook.
—Somos una familia ahora, Jungkook. Y prometo que siempre estaremos juntos —dijo, acercando su frente a la de él.
Jungkook cerró los ojos, disfrutando del momento de conexión entre ellos.
—Te amo, mi amor. Te amo tanto. Y te prometo que siempre estaré aquí para ti y para nuestro hijo. No importa lo que pase, nunca te dejaré —dijo, susurrando entre lágrimas.
Nabi también lloraba, sus lágrimas mezclándose con las de Jungkook mientras juntaban sus frentes, compartiendo un momento de pura emoción y amor.
—Y yo a ti, Jungkook. Siempre —respondió, sintiendo que, a pesar de todas las dificultades y desafíos que habían enfrentado, todo había valido la pena por este momento.
Los tres se quedaron así, unidos por un vínculo inquebrantable de amor y esperanza, sabiendo que, sin importar lo que el futuro les deparara, enfrentarían cada desafío juntos, como una familia.
