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La tarde estaba cayendo, y los últimos rayos de sol se filtraban a través de las cortinas de la habitación mientras Nabi se preparaba para una cena importante. Jungkook había sido invitado a un evento de gala por un socio de negocios, y Nabi estaba emocionada de acompañarlo. Había pasado toda la mañana eligiendo el vestido perfecto: un diseño rojo, elegante y ceñido que acentuaba sus curvas de una manera sofisticada.

Nabi se miraba en el espejo, admirando el ajuste perfecto del vestido. Se sentía segura y hermosa, lista para impresionar a todos en la gala. Justo cuando estaba a punto de ponerse los zapatos, Jungkook entró en la habitación. Su expresión, que inicialmente era neutral, cambió drásticamente al ver el vestido que su esposa llevaba puesto.

—¿Qué es eso que llevas puesto? —preguntó Jungkook, su tono lleno de desaprobación.

Nabi se giró para mirarlo, sintiendo una mezcla de sorpresa y frustración.

—Es el vestido que elegí para esta noche. ¿No te gusta? —respondió, intentando mantener la calma.

Jungkook frunció el ceño, acercándose a ella.

—No es cuestión de que me guste o no. Es demasiado revelador. No quiero que los demás hombres te miren de esa manera.

Nabi sintió cómo la frustración empezaba a burbujear dentro de ella. Habían tenido discusiones similares antes, pero esta vez no estaba dispuesta a ceder.

—Cariño, es solo un vestido. No tiene nada de malo. Me siento cómoda y segura con él.

Jungkook negó con la cabeza, su expresión endureciéndose.

—Eres mi esposa, Nabi. Y como tal, deberías vestirte de una manera que no atraiga la atención indebida. No quiero que otros hombres te miren como si fueras un objeto.

—¿Así que ahora me estás diciendo que no puedo usar lo que quiero? —respondió Nabi, su voz elevándose ligeramente—. Esto no tiene sentido, Jungkook. No puedes controlar todo lo que hago.

Jungkook cruzó los brazos sobre el pecho, su postura firme y dominante.

—Sí, puedo. Y lo haré. Te casaste conmigo, y eso significa que debes respetar mis deseos. No quiero que lleves ese vestido.

Nabi se quedó en silencio por un momento, tratando de procesar sus palabras. La rabia y la impotencia se mezclaban dentro de ella.

—Esto no es justo, Jungkook. No soy una niña a la que puedas dictarle lo que hacer o no hacer. Me casé contigo porque te amo, no para ser controlada.

Jungkook dio un paso adelante, su rostro cerca del de ella.

—Nabi, este no es un debate. Quítate ese vestido y ponte otra cosa. Algo más apropiado.

Las palabras de Jungkook cayeron como un peso en el estómago de Nabi. Se dio cuenta de que discutir no llevaría a ninguna parte, pero tampoco podía aceptar ser tratada de esa manera.

—No voy a cambiarme. Me pondré lo que quiera. Si no puedes aceptarlo, entonces me iré sola —dijo Nabi, tomando su bolso y dirigiéndose a la puerta.

Jungkook se movió rápidamente, bloqueando su salida.

—No vas a ir a ninguna parte vestida así —dijo, su voz baja pero llena de autoridad.

Nabi lo miró directamente a los ojos, su resolución clara.

—Muévete, Jungkook.

—No.

La tensión en la habitación era palpable. Nabi dio un paso atrás, su mente trabajando frenéticamente para encontrar una solución. Decidió que la única manera de hacerle entender su punto era salir de allí y dejarlo reflexionar. Empujó suavemente a Jungkook, logrando pasar a su lado y salir de la habitación.

Jungkook la siguió, su frustración aumentando con cada paso.

—¡Nabi! —gritó mientras bajaban las escaleras—. ¡No puedes hacer esto!

Ella se giró, mirándolo con una mezcla de desafío y tristeza.

—Lo estoy haciendo, Jungkook. No voy a dejar que me controles de esta manera.

Salió de la casa y caminó rápidamente hacia la calle, sin un destino claro en mente, solo con el deseo de alejarse de la situación. Jungkook la siguió, finalmente alcanzándola en la acera.

—Por favor, Nabi, detente —dijo, su tono más suplicante ahora.

Ella se detuvo, dándose la vuelta para enfrentarlo. Las luces de la calle reflejaban en sus ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué quieres, Jungkook? ¿Qué más puedes decir que no haya oído ya?

Jungkook se acercó, tomando sus manos en las suyas.

—Solo quiero que entiendas mi perspectiva. No es solo sobre el vestido. Es sobre cómo me hace sentir verte así, sabiendo que otros te miran.

—¿Y cómo crees que me hace sentir a mí que no confíes en mí lo suficiente para dejarme ser yo misma? —replicó Nabi, su voz temblando—. No es justo que tengas que controlarme para sentirte seguro.

Jungkook la miró con una mezcla de desesperación y arrepentimiento.

—Sé que he sido controlador, y lo siento. Pero te amo tanto que no puedo soportar la idea de que alguien más te mire con deseo. Eres mi esposa, y solo quiero protegerte.

Nabi suspiró, sus hombros relajándose ligeramente.

—Jungkook, entiendo tu amor y tu deseo de protegerme, pero no puedes hacerlo a costa de mi libertad y mi autonomía. Necesitas aprender a confiar en mí.

Jungkook asintió lentamente, sus ojos llenos de una nueva comprensión.

—Lo intentaré, Cariño. Prometo que lo intentaré. Pero necesito que seas paciente conmigo. Este es un cambio difícil para mí.

Ella lo miró, viendo la sinceridad en sus ojos. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a darle una oportunidad.

—De acuerdo. Pero no voy a cambiarme de vestido. Quiero que confíes en mí esta noche.

Jungkook la miró durante un largo momento antes de asentir.

—Está bien. Iremos a la gala como estás.

De vuelta en la casa, Jungkook y Nabi se prepararon para salir, esta vez con una comprensión renovada. Al llegar al evento, Nabi sintió las miradas de admiración, pero se mantuvo firme al lado de Jungkook, sintiendo su presencia protectora.

Durante la noche, Jungkook notó cómo otros hombres miraban a su mujer, pero en lugar de dejar que los celos lo consumieran, se concentró en disfrutar de la noche con ella. Cada vez que sentía una punzada de inseguridad, recordaba la conversación que habían tenido y la promesa que le hizo a su esposa.

En un momento, mientras bailaban, Jungkook susurró al oído de Nabi:

—Gracias por entenderme y por ser paciente. Te prometo que haré todo lo posible para cambiar.

Nabi sonrió, sintiendo una nueva esperanza para su relación.

—Lo sé, Jungkook. Y yo estaré aquí para ayudarte en cada paso del camino.

La noche continuó sin incidentes, y Jungkook aprendió a lidiar con sus celos y a confiar más en su esposa. La relación entre ellos se fortaleció, y aunque sabían que aún había desafíos por delante, estaban más unidos que nunca.

Al final de la gala, mientras regresaban a casa, Jungkook tomó la mano de su esposa y la miró con amor y determinación.

—Te amo, Nabi. Gracias por ser mi roca y por ayudarme a ser una mejor persona.

Ella sonrió, sintiendo el calor de su amor y la fuerza de su compromiso.

—Y yo te amo, Jungkook. Siempre estaré aquí para ti, sin importar qué.

Control | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora