Habían pasado siete años desde la llegada de Yul, el primer hijo de Jungkook y Nabi. Durante ese tiempo, la familia había crecido y se había fortalecido. Tres años después de tener a Yul, decidieron darle un hermano, y así nació Yuna, la princesa de la casa. Desde su llegada, Yuna había sido el centro de atención y cariño, especialmente por parte de su padre y su hermano mayor.
Yul, ahora con siete años, era muy protector con su hermanita de tres años. Siempre estaba pendiente de ella, asegurándose de que estuviera segura y feliz. Jungkook, por su parte, seguía siendo el padre devoto y amoroso que siempre había sido, pero su protección se había extendido también a su hija, convirtiéndose en un verdadero guardián de su pequeña princesa.
Era una noche tranquila, y la familia Jeon se había reunido para cenar. La mesa estaba llena de risas y conversaciones, con Yuna contando historias de su día en la guardería. Jungkook y Nabi escuchaban con atención, disfrutando de la energía y alegría de sus hijos.
—Papá, ¿sabes qué? —dijo Yuna, sus grandes ojos brillando de emoción.
—¿Qué pasó, princesa? —respondió Jungkook, sonriendo.
—Hoy, un niño de mi guardería me pidió que fuera su novia —anunció Yuna, sin darse cuenta del impacto de sus palabras.
El ambiente en la mesa cambió de inmediato. Yul frunció el ceño y miró a su hermana con preocupación.
—¿Qué? ¿Quién es ese niño? —preguntó Yul, su tono lleno de celos y protección.
Jungkook también sintió un destello de celos y preocupación. Aunque Yuna solo tenía tres años, la idea de que alguien pudiera acercarse a su pequeña princesa lo inquietaba.
—¿Cómo se llama ese niño, Yuna? —preguntó Jungkook, tratando de sonar calmado.
—Se llama TaeHoo. Es muy simpático y me dijo que le gustan mis trenzas —respondió Yuna, inocente.
Nabi, que había estado observando la escena con una sonrisa, no pudo contener la risa. La idea de que su hija de tres años ya tuviera pretendientes y la reacción protectora de su esposo y su hijo mayor le resultaba divertida.
—Vamos, chicos, es solo un niño. No hay nada de qué preocuparse —dijo Nabi, tratando de calmar a Jungkook y Yul.
Pero Jungkook no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Se levantó de la mesa y fue a buscar algo a su estudio. Regresó con un papel en la mano y una pluma.
—Yuna, necesito que firmes esto —dijo, colocando el papel frente a ella.
Yuna miró el papel con curiosidad y luego miró a su padre.
—¿Qué es, papá? —preguntó, con sus grandes ojos llenos de inocencia.
—Es un contrato. Aquí dice que no tendrás novio hasta que tengas cincuenta años —respondió Jungkook, serio.
Nabi estalló en carcajadas, incapaz de contenerse. La idea de que su esposo estuviera tan celoso y protector le parecía adorable y ridícula a la vez.
—Jungkook, eso es absurdo —dijo, riendo.
—No lo es. Solo estoy protegiendo a nuestra pequeña —respondió Jungkook, sin perder la seriedad.
Yul, que había estado observando la escena con atención, se unió a su padre.
—Sí, Yuna. No puedes tener novio. Papá y yo no lo permitiremos —dijo, cruzando los brazos.
Yuna miró a su padre y a su hermano, luego a su madre, que seguía riendo. Aunque no entendía completamente la situación, firmó el papel con una sonrisa.
—Está bien, papá. No tendré novio hasta los cincuenta años —dijo, con una inocente y dulce obediencia.
Jungkook sonrió y guardó el papel como si fuera un documento oficial. Nabi se levantó de la mesa, aún riendo, y abrazó a su esposo y a su hijo.
—Ustedes dos son imposibles. Pero los amo por ser tan protectores —dijo, besando a Jungkook y luego a Yul en la mejilla.
Después de la cena, todos se prepararon para ir a dormir. Yul se aseguró de que su hermana estuviera cómoda en su cama antes de ir a su propia habitación. Jungkook y Nabi se retiraron a su habitación, agotados pero felices.
Se metieron en la cama, abrazados el uno al otro. Jungkook acarició suavemente el cabello de Nabi, mirándola con amor y gratitud.
—Gracias por darme esta familia, Cariño. No sé qué haría sin ti y sin nuestros hijos —dijo, su voz llena de emoción.
Ella sonrió, acercándose más a él.
—Y yo a ti, Jungkook. Tú has sido mi roca, mi apoyo en todo momento. Estoy agradecida por cada día que pasamos juntos —respondió, mirándolo a los ojos.
Se besaron, un beso profundo y lleno de amor. Jungkook sintió que su corazón se llenaba de alegría y satisfacción, sabiendo que, a pesar de sus celos y su naturaleza protectora, tenía a su lado a una mujer que lo comprendía y lo amaba incondicionalmente.
—Te amo, cariño. Siempre te amaré —dijo, susurrando contra sus labios.
—Y yo a ti, mi amor. Por siempre —respondió Nabi, cerrando los ojos y disfrutando del momento.
Con sus hijos dormidos y seguros, y con la promesa de un futuro lleno de amor y felicidad, Jungkook y Nabi se durmieron abrazados, soñando con los maravillosos días que vendrían.
