Anegdotas

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El Vuelo Inolvidable

El sol brillaba radiante en el cielo sobre el palacio Targaryen. El Príncipe Viserys había decidido que era el momento perfecto para llevar a su hija, Aelyndra, a una aventura en el aire. Con gran entusiasmo, preparó a Balerion para el vuelo y se aseguró de que Aelyndra estuviera segura en sus brazos.

—Hoy vamos a ver el mundo desde las alturas, pequeña —le susurró Viserys a Aelyndra mientras se acomodaba en la silla de montar—. Prepárate para una vista que nunca olvidarás.

Balerion rugió, extendió sus enormes alas y, con un poderoso batir de alas, despegó del suelo. El viento soplaba suavemente, acariciando sus rostros mientras ascendían por encima de los campos y las montañas.

La Reacción de Aemma

Desde el suelo, Aemma observaba con creciente preocupación. Aunque confiaba en las habilidades de su esposo, el riesgo de tener a su hija en vuelo le causaba ansiedad. Cuando Viserys y Aelyndra finalmente descendieron, Aemma no pudo contener su enojo.

—¡Viserys! —exclamó Aemma con voz cargada de preocupación y enojo—. ¡No vuelvas a hacerme pasar por esto! ¡Pudiste haber puesto en peligro a nuestra hija!

Viserys, avergonzado pero aún emocionado por la experiencia, se inclinó ante su esposa. —Lo siento, Aemma. Fue un error y juro que no lo volveré a hacer. Quería que viviera algo especial, pero entiendo tu preocupación.

Los Primeros Pasos de Aelyndra

En los días siguientes, Aelyndra comenzó a explorar el mundo que la rodeaba. Mientras gateaba por el palacio, su curiosidad y determinación se hacían evidentes. Un día, se escapó de las manos de sus septas, y Aemma, al enterarse, salió rápidamente en busca de su hija.

Finalmente, encontró a Aelyndra en uno de los corredores del palacio, dando sus primeros pasos tambaleantes hacia ella. Aemma se arrodilló, con lágrimas de alegría en los ojos.

—¡Mira, mi amor, estás caminando! —exclamó Aemma, abrazando a Aelyndra con emoción—. Estoy tan orgullosa de ti.

Para celebrar este hito, Aemma organizó una pequeña fiesta en el palacio. El Rey Jaehaerys ordenó repartir dulces y golosinas en honor a su bisnieta, añadiendo alegría a la celebración. Los miembros de la corte se unieron a la fiesta, compartiendo risas y felicitaciones por los primeros pasos de Aelyndra.

Baelon y Vhagar

En otro momento de la jornada, el Príncipe Baelon, siempre deseoso de pasar tiempo con su nieta, decidió hacer una visita especial al Pozo de Dragón. En un acto juguetón y cariñoso, "robó" a Aelyndra de los brazos de Daemon para llevarla a conocer a Vhagar.

—¿Qué tal, pequeña? —dijo Baelon con una sonrisa mientras sostenía a Aelyndra—. Vamos a conocer a Vhagar y a explorar juntos.

Baelon llevó a Aelyndra a la cueva de Vhagar, donde el dragón gigante los observó con curiosidad. Aelyndra, maravillada por la presencia del dragón, extendió sus manos hacia él. Vhagar, con un rugido suave, inclinó su cabeza hacia la pequeña princesa.

Canción Valyria

Esa noche, Aemma, aún emocionada por los primeros pasos de su hija, la meció en sus brazos y le cantó una canción en Alto Valyrio.

—Duerme, mi dulce Aelyndra —cantó Aemma con voz suave—. Los dragones te rodean, y el mundo está en calma.

Aelyndra, acurrucada en los brazos de su madre, escuchaba la melodía con tranquilidad.

Una Noche en el Mueble

La jornada había sido larga y llena de eventos emocionantes. Al final del día, Aemma, todavía molesta por el vuelo, decidió que Viserys debía dormir en el mueble del salón como castigo.

—Has causado demasiados problemas hoy —dijo Aemma con firmeza—. Necesitas descansar aquí esta noche.

Viserys, con una sonrisa resignada, aceptó la decisión de su esposa. Se acomodó en el mueble con un suspiro, consciente de que su intención de hacer algo especial para Aelyndra había causado más estrés del que esperaba.

Aelyndra Targaryen y el amanecer de ValyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora