Vezof Īlva

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El Nacimiento de Aelyndra Targaryen

Era una noche estrellada en el Palacio Targaryen, y la reina Aemma Arryn se encontraba en trabajo de parto. La atmósfera estaba cargada de anticipación y ansiedad, mientras las parteras y sirvientes se apresuraban para asegurar que todo saliera bien. En medio del dolor y el esfuerzo, Elizabeth Cevallos, ahora reencarnada como Aelyndra Targaryen, comenzaba a despertar a su nueva realidad.

El primer rayo de sol del amanecer atravesó las ventanas, iluminando la habitación con una luz dorada. Fuera del palacio, los pájaros empezaron a cantar, los animales del bosque parecían agitarse con alegría y los dragones en sus perchas rugieron, como si sintieran el momento especial que estaba ocurriendo.

Finalmente, con un último empuje y un grito de esfuerzo, Aemma dio a luz a una hermosa niña. La partera, con lágrimas de alegría en sus ojos, levantó a la recién nacida y anunció su llegada con voz clara y emocionada. "Es una niña," declaró, "una hermosa niña con una extraña marca de dragón en su corazón."

El príncipe Viserys, que había estado esperando ansiosamente en la sala contigua, entró rápidamente al cuarto. Al ver a su hija, su corazón se llenó de asombro y alegría. La marca de dragón, roja y resplandeciente sobre el pequeño pecho de la bebé, era un signo que no había visto en generaciones.

"Esta marca..." murmuró Viserys, tocando suavemente el símbolo. "Es la marca de alma gemela, un signo que no se ha visto desde la maldición de Valyria."

Aemma, exhausta pero radiante, miró a su hija con ternura. "Se llamará Aelyndra," dijo, su voz suave pero llena de decisión. "Un nombre antiguo y poderoso. No solo significa 'la que trae la luz del amanecer', sino también 'noble líder' o 'reina protectora'."

Viserys asintió, comprendiendo la profundidad del nombre que su esposa había elegido. "Ael," reflexionó, "un prefijo que evoca nobleza y realeza, como en Aegon o Aerys. Y Lyndra, suave pero poderoso, evocando liderazgo y protección. Nuestra hija está destinada a grandes cosas."

Mientras la familia celebraba el nacimiento de Aelyndra, la noticia se extendió rápidamente por todo el palacio. No pasó mucho tiempo antes de que el rey Jaehaerys Targaryen y la reina Alyssane Targaryen llegaran para conocer a su bisnieta. Los acompañaba el príncipe de la primavera, Baelon Targaryen. La presencia de la familia real llenó la habitación de una reverencia palpable.

El rey Jaehaerys se inclinó sobre la cuna y su rostro se iluminó con una sonrisa jubilosa. "Una bisnieta especial, realmente," dijo, riendo con júbilo. "La marca del dragón, un signo de los antiguos días de Valyria. Este es un presagio de grandes cosas por venir."

La reina Alyssane, siempre con una mirada crítica y amorosa, observó a la bebé y asintió con aprobación. "Es hermosa, como las antiguas reinas valyrias. Una verdadera Targaryen."

Baelon Targaryen, el príncipe de la primavera, no pudo contener su asombro. "Es increíble," murmuró. "Nunca he visto algo así en toda mi vida."

En ese momento, el primer llanto de Aelyndra resonó por la habitación, fuerte y claro

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En ese momento, el primer llanto de Aelyndra resonó por la habitación, fuerte y claro. De repente, algo extraordinario sucedió. Un huevo de dragón, el último de la nidada entre Balerion y Meraxes, que había permanecido inactivo durante generaciones, comenzó a agrietarse. Con una serie de crujidos y chispas de magia, el huevo eclosionó, revelando un dragón de un blanco puro, con cuatro patas y unas alas enormes.

El asombro en la sala era palpable. Viserys, Aemma y todos los presentes observaron con incredulidad mientras el dragón recién nacido extendía sus alas. El vínculo entre Aelyndra y el dragón era evidente desde el primer momento, un reflejo de la antigua magia de Valyria que había vuelto a despertar con su nacimiento.

 El vínculo entre Aelyndra y el dragón era evidente desde el primer momento, un reflejo de la antigua magia de Valyria que había vuelto a despertar con su nacimiento

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"Este es solo el comienzo," dijo Viserys, su voz llena de determinación y esperanza. "Aelyndra traerá un nuevo amanecer para nuestra casa y para todo Westeros."

Mientras la pequeña Aelyndra descansaba en los brazos de su madre, el futuro de los Targaryen y de todo Westeros parecía brillar con una luz nueva y prometedora. Con la reencarnación de Elizabeth como Aelyndra, los dioses valyrios habían enviado un mensaje claro: la antigua magia y la gloria de Valyria estaban destinadas a renacer.

En las calles y mercados de Desembarco del Rey, la noticia del nacimiento de la princesa Aelyndra se extendió como un reguero de pólvora. Los ciudadanos comentaban los sucesos extraordinarios que habían acompañado su llegada al mundo: el día iluminado por una luz mágica, los pájaros cantando en un concierto armonioso, los animales mostrando una alegría inusual, y los dragones rugiendo como si dieran la bienvenida a su nueva reina.

"¿Has oído lo del dragón blanco?" preguntaba una mujer en el mercado a su vecina. "Dicen que tiene cuatro patas y que nació con el primer llanto de la princesa."

"Y esa marca de dragón en su corazón," añadía otro hombre, sacudiendo la cabeza en asombro. "Dicen que es una señal de los dioses valyrios. La llamarán 'La Elegida de los Dragones', seguro."

Los murmullos de admiración y especulación llenaban el aire. La gente del pueblo estaba fascinada por los eventos y ya empezaban a darle apodos a la recién nacida, con el más popular siendo "La Elegida de los Dragones". En cada rincón de la ciudad, la historia de Aelyndra Targaryen se contaba y recontaba, con cada narrador añadiendo su toque de misterio y maravilla.

Así, el legado de Aelyndra comenzó no solo en los salones de los poderosos, sino también en los corazones de los humildes, quienes ya la veían como una figura destinada a traer un nuevo amanecer para todos

Aelyndra Targaryen y el amanecer de ValyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora