Intrigas y Nuevas Desciones

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La Continuación del Duelo

El dolor por la pérdida de la Reina Alyssane seguía pesando sobre la familia Targaryen. El Rey Jaehaerys, aunque aún afectado, intentaba mantener la compostura y liderar con fuerza. La presencia de su bisnieta Aelyndra, y ahora también de la pequeña Laena Velaryon, ayudaba a traer un poco de luz en estos tiempos oscuros.

Laena y Aelyndra se habían vuelto inseparables. A pesar de su corta edad, las dos niñas compartían una conexión especial. Sus risas y travesuras llenaban los pasillos del palacio, trayendo alegría a todos los que las observaban.

—¡Atrápame si puedes! —gritó Laena, corriendo por los jardines del palacio con Aelyndra siguiéndola de cerca.

—¡No tan rápido! —respondió Aelyndra, riendo mientras intentaba alcanzarla.

Las dos niñas se escondían entre los arbustos y corrían libremente, siendo observadas de cerca por las doncellas y guardias. La inocencia y alegría de su juego era un recordatorio de que, incluso en tiempos de tristeza, la vida continuaba.

En medio de este periodo de luto, el Rey Jaehaerys tomó una decisión importante. Para mantener la paz y las buenas relaciones con la Casa Royce tras la disolución del compromiso de Daemon, decidió aceptar a una hermana de Rhea Royce como futura dama de compañía para Aelyndra. Además, planeaba buscarle un buen matrimonio para fortalecer los lazos entre las casas.

—Es lo mejor para mantener la paz y asegurar la lealtad de la Casa Royce —dijo el Rey Jaehaerys a Viserys y Aemma durante una reunión en el salón del trono—. No podemos permitirnos más enemistades.

Viserys asintió, comprendiendo la importancia de la decisión. —Entiendo, abuelo. Haremos lo que sea necesario para proteger a nuestra familia y mantener la estabilidad del reino.

Aemma, aunque preocupada, aceptó la decisión. —Será una buena compañía para Aelyndra. Esperemos que esto ayude a sanar las heridas

La noticia de que Aemma estaba nuevamente embarazada trajo esperanza y alegría a la familia. Aunque la pérdida anterior aún era una herida abierta, todos estaban emocionados por la posibilidad de un nuevo miembro en la familia.

—Tendremos otro hijo, Viserys —dijo Aemma, con una sonrisa tierna mientras acariciaba su vientre—. Espero que esta vez todo salga bien.

Viserys abrazó a su esposa con ternura. —Lo hará, Aemma. Este bebé será una bendición para nosotros.

Aelyndra, siempre curiosa y aventurera, una vez más se escapó de la vigilancia de sus septas. Mientras exploraba los pasillos del palacio, se encontró en una situación que cambiaría el curso de los acontecimientos.

Escondida detrás de una columna, escuchó una conversación entre varios hombres. Sus nombres eran familiares: Hobert Hightower, Otto Hightower, y el Maestre Mellos. Sus palabras llenas de veneno y conspiración revelaron la verdad detrás de las tragedias que habían golpeado a su familia.

—La Reina Alyssane... su muerte fue necesaria —dijo Otto Hightower con frialdad—. Y la pérdida del bebé de Aemma también. No podemos permitir que su línea continúe.

—El siguiente será el Príncipe de la Primavera —añadió Hobert Hightower—. Debe unirse a su difunta esposa. Así, el trono será más fácil de controlar.

Aelyndra, incapaz de entender completamente la gravedad de lo que estaba escuchando pero consciente de que era algo terrible, sintió una mezcla de miedo y determinación. Sabía que debía hacer algo, pero como un bebé, sus opciones eran limitadas.

Perspectiva de Elizabeth (Aelyndra)

Elizabeth, en el cuerpo de Aelyndra, estaba horrorizada. Sabía que no podía cambiar el pasado completamente, pero la idea de permitir que estos crímenes continuaran era insoportable. Debía encontrar una manera de proteger a su familia, aunque los dioses parecieran haber dictado ciertos destinos.

—No puedo dejar que esto ocurra —pensó Elizabeth—. Debo encontrar una forma de advertirles, de cambiar las cosas, aunque sea un poco.

De regreso con su familia, Aelyndra intentó mostrar su inquietud, pero siendo un bebé, su capacidad para comunicarse era limitada. Sin embargo, su comportamiento inusualmente agitado llamó la atención de Aemma.

—¿Qué te pasa, pequeña? —preguntó Aemma, acunando a Aelyndra—. Pareces preocupada.

Aelyndra, aunque frustrada, intentó calmarse y disfrutar del consuelo de su madre. Sabía que debía ser paciente y encontrar el momento adecuado para actuar.

El Príncipe Baelon, ajeno a las conspiraciones en su contra, continuaba siendo un pilar de fortaleza para su familia. Sin embargo, la amenaza que se cernía sobre él era real y peligrosa. La próxima víctima de los Hightower y los maestres, su vida estaba en peligro inminente.

Viserys, siempre protector, estaba decidido a asegurar la seguridad de su familia. Aunque no conocía los planes exactos de los Hightower y los maestres, su instinto le decía que debía estar alerta.

Mientras tanto, Aelyndra presentó orgullosa su dragón a Laena. El dragón, aún joven, era una criatura impresionante con sus escamas relucientes y ojos penetrantes.

—Este es mi dragón —dijo Aelyndra, acariciando la cabeza del animal—. Se llama Valerion.

Laena, con los ojos llenos de asombro, respondió —. ¡Es hermoso! Yo también quiero un dragón algún día.

Daemon, superando su duelo por la Reina Alyssane, intentó acercarse nuevamente a Aelyndra. Sin embargo, la niña, aún enojada por su ausencia tras el funeral, lo rechazó inicialmente.

—Aelyndra —dijo Daemon, con voz suave mientras se arrodillaba frente a ella—. Lo siento por haberte dejado. ¿Podemos empezar de nuevo?

Aelyndra lo miró con una mezcla de tristeza y enojo, pero al ver la sinceridad en sus ojos, su resistencia comenzó a desmoronarse.

—Está bien, tío Daemon —dijo finalmente, extendiendo sus brazos hacia él.

Daemon la abrazó con fuerza, sintiendo una mezcla de alivio y amor. —Prometo que no volveré a irme. Estaré aquí para ti, siempre.

La familia Targaryen, aunque enfrentaba tiempos difíciles y conspiraciones peligrosas, encontraba consuelo en la presencia de Aelyndra. Su espíritu valiente y corazón puro eran un faro de esperanza en medio de la oscuridad.

Aelyndra Targaryen y el amanecer de ValyriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora