Muy dulce y caliente.
Bajo la taza de chocolate caliente hasta una de mis rodillas e inhaló profundo. La tormenta aún continúa, pero por lo menos no ha vuelto a escucharse ningún estruendo en media hora.
—¿Muy dulce para tu agrado? — miro al señor Harrington y asiento.
—Soy un poco quisquillosa. — él sonríe.
—Lo se.
Lo observo llevarse la taza a sus labios y darle un gran trago a su chocolate. Mis ojos bajan a su garganta justo en el momento en que su manzana de Adam se mueve cuando traga el líquido y aparto la mirada sintiendo calor detrás de mis orejas.
No hay nada de malo en mi reacción, pero sí creo que es poco profesional de mi parte. Tal vez tenga dificultades con muchos aspectos de la vida cotidiana, pero tengo muy claro que el señor Harrington es un hombre muy apuesto y como mujer creo que es normal sentirme algunas veces nerviosa alrededor de él.
Estamos solos en medio de una noche de tormenta, sin comunicación y luz. Estoy un noventa y cinco por ciento segura de que el aeropuerto cancelara todos los viajes hasta que puedan ver los daños que ha dejado la tormenta lo cual tal vez lleve uno o dos días.
—¿Que sucede? — regreso mi mirada al señor Harrington. —Ese suspiro fue muy pesado.
—Estaba pensando que tal vez tendremos que estar aquí uno o dos días más.
—Si, yo también lo creo.
—No se preocupe, señor. Mañana a primera hora me encargare de acomodar su agenda. — le aseguró. Él me observa en silencio por un par de segundos y cuando sus labios se curvan en una sonrisa, algo en mi pecho se contrae.
—En verdad, no sé qué haría son ti. Eva. — mis labios se entreabren, escucharlo decir mi nombre provoca una reacción única en mi cuerpo la cual a pesar de los años aun no puedo explicar.
Alejo mis ojos de su rostro, sé que con la oscuridad es imposible que se dé cuenta de lo nerviosa qué estoy en este momento, pero aun así no quiero arriesgarme.
La temperatura de mi cuerpo sigue subiendo y sé que el chocolate no tiene nada que ver con ello. Siempre que sucede eso, me aleje del señor Harrington y no tarde en regresar a la normalidad. Así que, me tomo lo que queda de mi chocolate y dejo la taza vacía sobre la mesita de madera frente a nosotros.
—Gracias por el chocolate. — me pongo de pie. —Voy a regresar a mi habitación. — no dice nada, así que me dispongo a dar el primer paso. —Buenas no... Ah... — tropiezo con lo que creo es su pie y mi cuerpo cae hacia adelante, pero de inmediato una mano toma mi brazo y me jala.
—Cuidado. — me quedo inmóvil sin saber cómo reaccionar ante su brazo abrazar mi cadera y su calor filtrarse en mi espalda. —¿Estas bien? ¿Te has hecho daño? — mi boca se abre y cierra, pero ninguno palabra sale de ella. —¿Eva?
—Yo... — trago saliva y obligo a mis palabras a salir. —Estoy bien, señor...
Mi respiración se vuelve corta y pesada, estaba por apartarme cuando un fuerte estruendo viene de los cielos y me acurruco contra su cuerpo. Vuelve a suceder, pero esta vez más fuerte y llevo mis manos temblorosas contra mis oídos.
Mientras mi cuerpo se encuentra en un estado vulnerable, un cálido toque en mi espalda baja y mi cabello me hacen sentir muy bien. Estoy tan cómoda que me niego a hacer un solo movimiento temiendo que eso termine con tal delicado y agradable sentimiento.
—Eva.
—Hum. — respondo, sin abrir mis ojos.
—¿Estas bien? — asiento. —¿Te gusta? — vuelvo a asentir. —Bien.
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La amante del CEO
RomanceAtracción. Deseo. Lujuria. Solo un hombre me ha hecho sentir tantas cosas al mismo tiempo y para mi desgracia se trata de mi jefe. Es un hombre apuesto y billonario, todo lo que una mujer desea, pero tengo muy claro que esta prohibido para mí. El dí...