Capítulo 7

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Solo una vez he visto al señor Harrington molesto.

Fue tres años atrás, cuando lo acompañe a un evento beneficiario. Todo marchaba bien hasta que me tuve que separar de su lado para ir al baño.

Cuando me estaba lavando las manos para regresar, la puerta se abrió y entro un hombre. Pensé que se había equivocado y le indiqué que el baño de hombre es el que se encuentra justo a un lado, pero él no se movió.

Avanzo un paso, luego dos y en un pestañeo estaba frente a mí, a solo un paso. Hasta el día de hoy me sigo preguntando el porque me quede quieta como una roca. El hombre me dijo que era preciosa, como una muñeca de porcelana y cuando sus dedos tocaron mi rostro fue como si mi alma hubiera dejado mi cuerpo.

Tarde en darme cuenta que las intenciones de ese hombre eran malas y cuando lo hice trate de huir. Lo empujé logrando que tropezara y corrí hacía la puerta, pero un gran peso me hizo caer al suelo. Me golpeó la cabeza con fuerza y todo después de eso es borroso.

Forcejeo, golpes, gruñidos, algo fue derribado y por último, mi nombre.

Cuando el dolor y confusión en mi cabeza se calmó, estaba siendo sostenida por el señor Harrington. El calor y seguridad que me hacían sentir sus brazos hicieron que el miedo se disipará y me sintiera protegida.

—Señor... — susurré.

Su mirada bajo, encontrándose con la mía. Sus ojos oscurecidos volvieron a brillar con una pizca de preocupación cuando se dio cuenta de que lo llame.

—Eva... — su agarre se suavizó y me ayudó a levantarme. —¿Como te sientes?

—Me duele un poco la cabeza y mi cadera.

Mi mirada viajo por el lugar y cuando las imágenes vinieron a mi cabeza, el miedo volvió haciendo a mi cuerpo temblar.

—Tranquila, Eva. — me consoló. —Todo está bien. — mis ojos volvieron a él ante su tono culposo, había algo en su mirada que toco a mi corazón y la necesidad de abrazarlo me pico el alma. —Lo siento. — negué y con las lágrimas acumulándose en mis ojos lo abracé con fuerza.

—No fue su culpa señor. — sus brazos me rodearon haciendo que vuelva a sentir esa seguridad que disipó mi miedo. —Gracias por venir.

Vi el desastre causado por una intensa pelea y ya que el señor Harrington no tiene ni un rasguño, es fácil intuir quien se llevó la peor parte.

—Él... — susurré, dando un paso atrás. —¿Que paso con ese hombre? — me abraces a mí misma al sentir frio.

Me tense ante el silencio y con el ceño fruncido lo mire. Un sudor frío corrió por mi espalda y mi respiración se detuvo. Sus ojos azules se habían oscurecido de una forma tenebrosa. Verlo directamente me hacía sentir el mismo miedo que sería estar frente a la oscuridad infinita.

—Se...ñor... — lo llamé con temor y obtuve una reacción inmediata. Cuando su mirada volvió a mis ojos, la oscuridad desapareció poco a poco y pude volver a respirar.

—No te preocupes por... esa escoria. — dio un paso hacia mí y con delicadeza tomo mi rostro en sus manos. —Me encargare de que no vuelva a hacerle daño ni a ti ni a otra mujer. — sostuve su mirada todo el tiempo sintiendo una extraña sensación en mi estómago, la forma en que me mira era tan dulce y extremadamente sentí una ligera comezón en los labios.

El contacto visual termino cuando la puerta se abrió y entro Garrett, el chófer del señor Harrington.

—Garrett la llevara a casa. — sus manos cayeron y trague saliva. —Tómese una semana libre y descanse.

La amante del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora