Trago saliva y me mantengo en silencio, no tengo la respuesta, solo sé que me siento muy avergonzada. ¿Está bien si respondo eso?
Me estremezco ante su profundo suspiro.
—Esto es incómodo para ti, ¿verdad? — asiento, aun sin mirarlo.
Sigue un silencio tan denso que respirar está siendo pesado, estaba por disculparme y regresar a mi habitación cuando escuché que se ponía de pie.
—No puedo tolerar que no me mires, Eva. — dice con un tono profundo. —Puedo aguantar muchas cosas, pero eso no. — sus pasos se detienen frente a mí y su aroma hace a mi interior temblar. —Vamos cariño. — cierro los ojos con fuerza y respiro profundamente. —¿Te arrepientes? — pregunta con un tono dolido. —¿Te arrepientes de lo de anoche?
Todo sonido exterior desaparece y solo puedo escuchar los latidos de mi corazón. Su pregunta y el tono tan temeroso que ha usado me provocan una punzada de dolor en el pecho ¿Arrepentirme? ¡No!
—Eva, ¿Te arrepientes? — volver a escuchar la pregunta prende una pequeña llama en mi interior, olvidando mi vergüenza levanto la cabeza y lo miró fijamente con total seguridad.
—No. No me arrepiento. No hay forma de que sea así. — su mirada se suaviza y el brillo que aparece me hace sentir mucho calor en las mejillas.
Con la seguridad de que mi cerebro hará corto circuito sino termino con el contacto visual, mis ojos bajan a su cuello y mi rostro se vuelve rojo ante las marcas visibles en él.
—Oh dios. — cubro mi rostro con mis manos y segundos después una risita llega a mis oídos.
—No hagas corto circuito, bebe. — aparta mis manos y deja un beso en mi frente. —Me gustan. — niego, aun avergonzada. Él me sonríe con dulzura y yo trago saliva. —Está bien. — me estremezco ante sus manos bajar y recorrer mis curvas con cariño hasta llegar a mis caderas.
—Yo... No...
—Shhh. — acerca su rostro hasta que la punta de nuestras narices se toca. —Voy a besarte. — lo miro unos segundos antes de asentir y cuando su boca toma la mía, me derrito.
Es un beso feroz. Apasionado. Chupa mi lengua, muerde mis labios, sujeta con fuerza mis caderas y toma todo lo que puedo ofrecerle en el momento.
Con este hombre es todo o nada, y sin siquiera preguntarme ahora mismo está tomando todo de mí. Me está devorando.
—Eva... Eva... — pronuncia mi nombre entre jadeos, mis manos suben está sus hombros y lo sujeto con fuerza.
El beso continuo por no se cuento tiempo y cuando por fin se aparta y dejo mi boca, la temperatura en mi cuerpo es tan alta que me siento mareada.
—¿Puedes mantenerte de pie, cariño?
—Hum. — mi cabeza y vista esta tan nublada que no sé exactamente que ha dicho, pero puedo escuchar a la lejanía una risita.
—Creo que no.
Me encuentro fuera por unos segundos y cuando vuelvo en mí, estoy sentado en las piernas de mi jefe mientras el me hace caricias tiernas desde la mitad de mi pelo hasta mi espalda baja.
No me muevo ni digo nada, solo disfruto del cómodo momento hasta que a mi estomago se le ocurre ponerme en una situación vergonzosa.
—La comida ya está en camino. — besa mi sien. —¿Tienes mucha hambre? — no contesto lo cual lo hace reír. —Debo confesar que me está encantado tu lado tímido.
—Basta. — con mi puño le doy un leve golpe en el pecho y trato de ponerme de pie, pero cuando nota mis intenciones uno de sus brazos se enrolla en mi cadera inmovilizándome. —Señor.
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La amante del CEO
RomanceAtracción. Deseo. Lujuria. Solo un hombre me ha hecho sentir tantas cosas al mismo tiempo y para mi desgracia se trata de mi jefe. Es un hombre apuesto y billonario, todo lo que una mujer desea, pero tengo muy claro que esta prohibido para mí. El dí...